Tras la reunión de transmisión de la presidencia pro tempore a Brasil, el futuro del Mercosur no se ve -ahondadas las divergencias- de qué forma se mantendrá o cómo continuará. Desde 1991 quedaron claras dos posiciones: tácticamente hubo quienes vieron en el grupo la oportunidad de incrementar el comercio; por otro lado, estratégicamente fue interpretado como un paso hacia la constitución de una unión aduanera de amplio espectro, sin desechar lo comercial.
Las divergencias presentes se centran sobre la “flexibilización” de las negociaciones del conjunto y eventuales tratados extra Mercosur. Hasta ahora se toman de excusa -con diversas interpretaciones- la no suscripción de acuerdos con la Unión Europea. Estas posiciones duran mientras los mandatarios están en sus cargos, pero las declaraciones se consideran antecedentes.
Argentina ratifica una y otra vez su negativa a flexibilizar el mecanismo de negociaciones externas: «No compartimos la posición de que cada país inicie negociaciones de manera individual», ha sostenido a nombre de su gobierno el secretario de Relaciones Económicas de la cancillería argentina, Jorge Neme. Según esto, «la fortaleza del Mercosur está en una proyección internacional conjunta, que le da mayor capacidad de negociación y obtener (los socios) mayores ventajas». Según esta posición «Es clave pensar que para la reconstrucción del tejido social y productivo; es necesario fortalecernos como bloque y no pensar en salidas individuales». Se sostiene que se debe negociar en grupo: «El Mercosur tiene que respaldarse en el artículo 1 del Tratado de Asunción, que manifiesta que las negociaciones con terceros países y bloques regionales se hacen en conjunto. Esta conexión no es una apertura indiscriminada e inocente, sino de ida y vuelta, de diálogo creativo con el resto de las regiones y países, y para esto el Mercosur es la plataforma ideal» afirma Neme.
A la flexibilización que exige el promotor, Uruguay, a la que se suma Brasil agregando la demanda de reducir el Arancel Externo Común (AEC) del 35%, Alberto Fernández contesta: “Unidos podemos consolidar un Mercosur creativo, que avanza de la mano de sus pueblos y no se corta solo, imponiendo visiones unilaterales (…) La Argentina reafirma una vez más que nadie se salva solo y que un Mercosur de corazón solidario es la nave insignia de su estrategia de integración”. Paraguay manifestó: “las decisiones de los órganos del Mercosur se toman por consenso”.
Por su lado, el ministro de Economía de Brasil, Paulo Guedes, en público afirmó que tanto el Mercosur como las relaciones con Argentina no son prioritarios. Acerca de lo primero dijo que el contexto “es muy restrictivo”, “resultó totalmente ideológico” y se ha vuelto “una prisión cognitiva”. De ahí su postura y la de Jair Bolsonaro (presidente del Mercosur por seis meses) de flexibilizar el Mercosur en las negociaciones -y reducir drásticamente el arancel común- como una herramienta útil para acceder a la condición de TLC.
Con referencia a los 30 años del Mercosur, Guedes señaló que sus normas se deben «revaluar» ya que «nos gustaría, en un primer momento, flexibilizar los acuerdos comerciales (…) Si es bueno, el grupo avanza”, indicando que lo anterior fue una «gran herramienta, creada como una avenida en dirección a la integración y la globalización» y hoy «acabó convirtiéndose en una burbuja que nos aisló de grandes flujos comerciales e inversiones».
En tanto, el mandatario uruguayo consideró que el grupo -al igual de lo que se estima por el conjunto- pesa en el concierto internacional, pero él no está dispuesto a ver un corsé (aludió en su momento a Argentina como un “lastre”) que impida que el país se pueda mover y se decidió (incluyendo la rebaja del AEC) por la salida individual afirmando: “Si no vamos todos juntos, déjennos avanzar”. Había adelantado en otro momento su propuesta de que “formalmente se discuta en la mesa el tema de la flexibilización. Uruguay necesita, técnica y políticamente, que el bloque tome una decisión al respecto”. Consecuente con su táctica, atropelló con “no hay tiempo para grandes diálogos o grandes comisiones, hay que actuar”.
Hoy confirmo que lo entiendo: su padre, junto a tres promotores más del neoliberalismo sudamericano (otra banda de los 4) idearon el Mercosur para llevarlo a ser un TLC mediante progresivas desgravaciones. Por variadas causas, entre ellas el progresismo de ciertos gobiernos, esto no fue posible. El Luis Lacalle actual, continuando el pensamiento heredado, encontró un importante socio ideológico en Brasil y Bolsonaro para su iniciativa inmediatista, cortoplacista, con la que beneficiará a un pequeño grupo internacional de comerciantes.
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