¿Quién manda en la educación?
La noticia de que el consejo de Secundaria daba marcha atrás con la decisión de que se eligieran las horas docentes por dos años por presión del sindicato fue otra muestra de la lucha por el control de la educación pública. El tema está en discusión desde hace más de una década y no tiene vías de solución.
¿Hay firmeza de las autoridades en este tema? ¿Es posible que cualquier institución o empresa funcione si le cambian los funcionarios todos los años? ¿Se genera comunidad educativa con este sistema? ¿Afecta esta modalidad la calidad de la educación? ¿Se ven perjudicados los alumnos de menores recursos? ¿Cuál es el tema de fondo en la resistencia del sindicato a este planteo? ¿Se pone en primer lugar a los estudiantes o a la comodidad de los docentes con mayor antigüedad?
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El clásico de todos los años por Celsa Puente
En el Uruguay, todos sabemos que el fútbol ocupa un lugar preponderante. Puede ocurrir la mayor catástrofe del mundo pero si hay un clásico, solo se habla de ese evento, antes, durante y después de jugado. Ha calado tan hondo en esta sociedad sensacionalista y ha llegado a completar tantos vacíos existenciales en las personas, que las peleas entre bandas, las humillaciones, los golpes e incluso la muerte están asociadas con los resultados de los partidos y ocupan por tanto, los titulares principales de los diarios y otros medios de prensa. Esta actitud, se ha extendido por doquier y cualquier circunstancia parece pasible de ser vista como un clásico de fútbol. Algunos temas se viven así, como un partido clásico con el consiguiente encuentro a matar o morir que se produce entre bandas. Con la elección de horas de los profesores de Secundaria pasa esto. Se ha convertido en moneda corriente para la prensa, casi como una renta renovable que se da año a año sin que muchos sepan bien de qué se trata pero se presenta a la opinión pública por parte de algunas figuras como síntesis de cambio o innovación y como expresión de impotencia de las autoridades. Es bueno recordar que hay actores que aprovechan las circunstancias para sacar de ellas el mejor beneficio posible, que gozan de una exposición que no pueden por sus condiciones personales lograr con otros temas de los que sí, de verdad, deberían encargarse y que logran de este modo, rédito político. Creemos que la duración de la elección de horas docentes por más de un año es beneficiosa para todos. Para el docente, que ya sabe de antemano cuántas horas tendrá, dónde las desempeñará, las características de los jóvenes y del entorno de ese liceo, entre otras virtudes. Para el equipo directivo del centro es de mucha utilidad conocer a sus profesores, con sus virtudes y defectos, prever junto a ellos la mejor propuesta educativa posible. Para el sistema en general, una elección por dos años supondría una reducción fundamental del costo que supone cada acto eleccionario, donde se monta un complejo dispositivo informático a nivel central y en cada territorio. Además, cada elección demanda a equipos profesionales afectados a esta tarea desde el mes de abril de cada año. Todo lo
mencionado impacta directamente en los estudiantes, sentido esencial de nuestra tarea. Lo primero que debe ser aclarado es que es un proceso, no solo un acto puntual que viven los profesores una vez por año. Con el tiempo se ha generado un procedimiento limpio, transparente, a tiempo y muy participativo para erradicar las desconfianzas que todos tenemos y que arrancan de algunas décadas atrás en las que los profesores tuvimos que soportar que algunas ventajas exclusivas solo para cierto sector estaban a la orden del día, aunque ahora haya escaso recuerdo formal de aquellos tiempos. Es destacable haber comenzado los cursos este año con una cobertura casi completa de las horas de clase en todo el país, -la mejor de los últimos veinte años- y de haber desarrollado estrategias alternativas como las Aulas en línea, con tutores remotos, cuando ya estamos seguros que no hay ningún profesor real ni en la localidad ni en su entorno para dictar la clase. Pero el tema sigue allí, presente en nuestra agenda y es un tema complejo que no admite simplismos. Por un lado, porque es también interesante advertir el proceso de amnesia que viven algunos actores públicos que tuvieron puestos de relevancia en otros tiempos y que son ahora adalides de lo que NO hicieron en su momento. Los adultos tenemos muchas cosas para preguntarnos acerca del mundo que hemos construido. Con el cambio de los tiempos, también ha calado hondo el individualismo y los procesos colectivos se han visto deteriorados. Es necesario tomar conciencia de que los espacios de participación que no habitamos, que las voces que no volvemos disponibles por comodidad o desinterés o vaya a saber por qué otros motivos, son ocupadas por algunos que tienen otros intereses y que muchas veces cristalizan procesos deteniéndolos sin que haya razones justificadas. Sin embargo, no creo que esto deba hacernos desistir de la decisión de gestionar convocando a que todos logren expresarse. Convencida de que los cambios verdaderos no se decretan sino que salen de una voluntad colectiva, es necesario solicitar la salida del inmovilismo y el derribamiento de los deseos de algunos para que se expongan los deseos de todos.
La posibilidad de que los docentes permanezcan por más de un año con sus horas asignadas a un centro educativo es para nosotros una medida beneficiosa por los motivos ya expresados pero NO es la solución a la compleja situación de la educación media de este país. Insisto y aclaro esto para erradicar miradas simplificadas que se exponen públicamente como verdades absolutas. De hecho, en muchos países del mundo que tienen severas dificultades en este tramo educativo, tienen equipos fijos en las instituciones o modalidades de designación de horas bien diferentes y no lograron superar el desafío enorme que significa repensar el sentido de la educación media y ofrecer dispositivos acordes a las necesidades e intereses de los jóvenes de hoy que viven un mundo de una oferta informativa amplísima, de una ausencia enorme del mundo adulto en sus vidas y de instituciones educativas que siguen con su rutina y atadas a un modelo rígido para jóvenes que han desarrollado otros modos del vínculo con el conocimiento y diversas formas de comunicación entre sí. En esa línea estamos hoy trabajando con resultados bastante auspiciosos en algunos aspectos y evaluando constantemente para reconducir rumbos y tomar buenas decisiones. La educación no es un botín de guerra. La educación no puede admitir estos abordajes, porque no es asimilable a un partido de fútbol, en el que unos ocasionalmente triunfan y otros pierden, porque si perdemos, perdemos todos, por eso no hay que confundirse: los clásicos se juegan en el estadio.
A contrapelo del mundo por Renato Opertti
El mecanismo de selección de horas docentes es un crudo y aleccionador recordatorio que estamos, en algunos aspectos medulares, a contrapelo del mundo, esto, es, de los sistemas educativos que logran congeniar equidad y calidad, y efectivamente garantizar – rol del estado garante – una oportunidad real personalizada de educarse y de aprender a cada alumno. En este caso, nuestra atipicidad es fuente de regresión, de inmovilismo y de juego suma cero. Veamos cinco aspectos del porqué estamos a contrapelo del mundo.
En primer lugar, la evidencia mundial que proviene de sociedades con diferentes grados de desarrollo, indica que una condición necesaria de una eficiente y eficaz gestión educativa radica en tener cuerpos directivos y docentes estables, que conocen a sus alumnos por largos períodos de tiempo, que se comprometen con el entorno y que son referencias en lo local. Todo esto requiere reglas claras, estabilidad y permanencia en cargos con alta dedicación.
En segundo lugar, los sistemas educativos funcionan compactamente con un claro y potente liderazgo político que es vinculante para sus diferentes unidades y servicios, y que se sustenta en una visión de largo aliento de la educación como política cultural, social y económica. No existe evidencia que sistemas educativos fraccionados sin visión unitaria y en gran medida apilando servicios sin claros mandos, democraticen oportunidades de aprendizaje y logren buenos resultados.
En tercer lugar, la mejora de las condiciones profesionales de trabajo docente, apuntando a darle al docente oportunidades y garantías para que efectivamente oriente al alumno en sus aprendizajes, se inscribe en propuestas educativas potentes en el para qué, qué, cómo, dónde y cuándo de educar y aprender. Cuando se pretende acordar profesionalización y condiciones de trabajo sin rutero y visión de conjunto de largo aliento, nos empantamos en discusiones ritualistas sobre instrumentos sin vincularlos a objetivos educativos. Prevalece el status quo.
En cuarto lugar, los sistemas educativos ingeniosos logran establecer ámbitos de diálogo y de construcción colectiva entre diversidad de instituciones y actores que claros en sus roles y responsabilidades respectivas, suman a la calidad y a la sostenibilidad de la propuesta educativa. Cuando priman los intereses corporativos, así como se confunden y superponen los roles entre quienes deben conducir y gestionar la educación y quienes legítimamente defienden mejoras en las condiciones de trabajo, se deja de ver a la educación como un bien común e imaginario colectivo de la sociedad. En definitiva, se “privatiza” la educación por la ausencia de mando y el predominio de los intereses particulares.
En quinto lugar, claramente la educación funciona mejor cuando las diversas partes de un sistema educativo contribuyen a que los alumnos sean protagonistas de sus aprendizajes, asumiendo responsabilidad por los mismos, y a que los docentes tomen las decisiones más adecuadas para fortalecer el potencial de aprendizaje de cada alumno. Si los alumnos están “fuera de la discusión” no nos sorprendamos después por las altas tasas de expulsión de la educación media que reflejan, en gran medida, falta de determinación y vocación para conectar con nuestros jóvenes. Son éstos los grandes olvidados y marginados de esta discusión. Pierde el país.
El sistema de asignación es perverso por Denise Vaillant
En Uruguay hay tres velocidades para la toma de decisiones: lento, muy lento y extremadamente lento. En este caso habría que agregar una cuarta…dramáticamente lento…así no se puede seguir pues los principales perjudicados son los alumnos y en ellos hay que pensar. El principal problema tiene que ver con la asignación de los docentes en Secundaria. Esa asignación depende de un sistema de jerarquización y concurso fuertemente marcado por la antigüedad. Y esto es lo más grave, en ese sistema los mejores docentes y más antiguos tienen derecho a elegir primero y consecuentemente tienden a elegir los mejores centros educativos. Y esto es aún más grave porque la elección se realiza todos los años.
En particular en Montevideo, a modalidad de asignación de horas genera una inestabilidad en la mayoría de los liceos y en particular entre aquellos de contextos sociales más críticos. Los docentes más antiguos y los “docentes efectivos” tienen derecho a elegir primero los centros educativos donde van a enseñar. Los docentes potencialmente mejores y más experimentados seleccionan los liceos menos problemáticos, lo que resulta en poco margen de acción para los liceos con mayores debilidades.
La situación que acabo de describir muy en grandes pinceladas, evidencia una organización y gestión de la labor docente altamente ineficiente. El sistema de asignación es perverso. La solución no es técnica, es política. Hay que re-estructurar la carrera docente para que ésta no se base exclusivamente en la antigüedad en el cargo. También revisar los mecanismos de asignación de horas los que en gran parte han sido pensados en función de los docentes y no en beneficio de los estudiantes y de la calidad de servicio.
¿Quién manda en la Educación? por Jana Rodríguez Hertz
Esta es una pregunta equivalente a ¿quién manda en una pareja?: demuestra que uno no entiende ni las básicas. Por supuesto que hay poderes políticos dentro de la Educación y tira-y-afloja, como en toda institución o grupo de instituciones. Pero plantearse los problemas a atacar en términos de “quién manda” muestra un razonamiento muy básico, que nos aleja de encontrar soluciones (no se puede hablar de solución, ya que no hay “una” solución para la problemática educativa, que es vastísima). Una discusión sintomática fue la de la Universidad de la Educación, que fracasó en el parlamento por la cuestión del cogobierno. No se discutieron ni se preocuparon por cuestiones mucho más serias como por ejemplo si hay masa crítica de investigadores en Educación en el país como para armar una Universidad; sin embargo, el proyecto fracasó por la cuestión de “quién manda”.
En estos días, el tema que ocupa los medios es el muy mentado proceso de elección de horas, y el fracaso de que esta elección durara un período de dos años, lo que, en principio, habría mejorado la estabilidad del plantel docente. Ahora, la exposición de la problemática en términos tribuneros de clásico futbolístico hace daño. Lo explica muy bien Celsa Puente en su blog “Retazos de un recorrido”, en la nota del 25 de agosto, que es muy recomendable para alejarse de los planteos simplistas que se leen frecuentemente. Hay tres factores que es bueno tener en cuenta. Por un lado, es pertinente recordar -dado que los medios a veces lo olvidan- que el proceso de selección de horas ha mejorado enormemente en eficiencia y transparencia respecto a pocos años atrás. En segundo lugar, según Fenapes, su negativa no se debió a la elección de horas en sí, sino a otros factores (que se ató este planteo a la negociación de las bases de los Concursos de Docencia Indirecta, y que ellos sienten que no están dadas suficientes condiciones de estabilidad laboral para poder implementarla). Nótese que todas las partes tienen como preocupación la estabilidad. Y está bien que así sea. En tercer lugar, que la elección de horas por dos años NO es la solución a los problemas educativos. Nuevamente, el planteo mediático de “quién manda” muestra no estar entendiendo ni atendiendo el verdadero núcleo de la situación.
Mientras tanto, la Educación –no sólo en Uruguay, sino en el mundo- está en el borde de una inevitable revolución. La elección de horas, créanme, será el menor de nuestros problemas. Necesitaremos pensar en forma completamente distinta la forma en que se educa. Necesitaremos cambios disruptivos. Tal vez ya no haya un solo profesor coordinando la clase, tal vez los propios centros educativos tengan otra forma. Y necesitaremos navegar esas tormentosas aguas tratando de cuidar (sin poder garantizarlo) una estabilidad que es vital para directores, docentes y alumnos. Necesitaremos, en vez de plantear cambios globales, empezar a experimentar más profundamente, a menor escala, con nuestra Educación. Necesitaremos poner todos de nuestra parte para investigar, proponer y hacer cosas nuevas.
Tal vez entonces, si queremos hablar en términos futbolísticos, este sea el momento de ponerse la camiseta y bajar al césped, en vez de seguir gritando -como energúmenos- desde la tribuna.
La educación sin reloj: No controla las horas por Ian Ruiz
La preocupación por el sistema educativo público en Uruguay ha ido en aumento desde la sociedad en los últimos años y viene ocupando gran parte de la agenda política. Aunque ambas cosas no disminuyen las discusiones desde los sindicatos. La última, precisamente, puso al Consejo de Secundaria (CES) y su Directora Celsa Puente frente a la artillería de la opinión pública por ceder ante presiones gremiales.
La asamblea general de delegados de la Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria (Fenapes) rechazó la propuesta de elección de horas para que se comenzara a hacerse por dos años en vez de uno, promovida por el CES. Poco les importó que se tratase de un cambio que técnicos en educación de todos los partidos políticos hayan defendido, luego de enfrentamientos en 2015. Al parecer a los docentes sindicalizados hoy no les sirve permanecer en un mismo centro educativo, cuando una de las discusiones desde hace décadas se trataba de tener mayor estabilidad y vinculación a los centros de estudio. Esas discusiones, suelen darse muchas veces en el último mes de cada año cuando se reúnen casi 18.000 profesores de Secundaria sin tener certeza de dónde trabajarán en marzo del próximo año ni las horas de trabajo que tendrían.
Es real la incertidumbre que sufren los docentes, centros educativos y los directivos de los mismos, y dejaría de existir si la elección de horas fuera de dos o tres años, aportando más tranquilidad a la hora de trabajar.
Esta realidad se muestra en el interior del país, donde la inestabilidad no es tan preocupante como la que se vive en los liceos de la capital. Por lo común, en estos centros alejados de la realidad montevideana en muchos contextos, hay un nivel muy alto de permanencia del personal docente. La circunstancia facilita a los docentes la planificación de su próximo año lectivo, por lo tanto, elegir cada año las horas, les resulta más perjudicial que cómodo.
La situación de elección de horas anualmente, podemos decir que contribuye a que muchos profesores no tomen más de 20 horas, lo que provoca en centros educativos, efectos negativos que lamentablemente arrastran al alumnado. Sin dudas es “un problema estructural”, como señalaron los miembros de la asamblea general de delegados de Fenapes, pero a pesar de ello, al igual que Celsa no le encontramos explicación.
El escenario actual nos recuerda que ya es el tercer intento en llevar adelante la propuesta, y para Celsa Puente al parecer “la tercera es la vencida”. La jerarca decidió no seguir enfrentándose con Fenapes, y no solo ésta vez sino por lo que resta de la presente administración que culmina en marzo de 2020.
La decisión motivó a la legisladora Graciela Bianchi, caballito de batalla de la oposición en temas educativos solicite a la Comisión de Educación y Cultura de Diputados citar para el día 13 de setiembre al Consejo de Educación Secundaria y a la propia Fenapes. Se pretende con el llamado, clarificar la situación y poner en el centro de la atención, al alumno, el gran ignorado en éste asunto. Sin dudas, una historia que no parece tener fin.
La situación seguirá siendo la misma, al igual que nuestra preocupación por saber si una vez más, ha perdido la educación, han ganado los intereses de pocos o quizá, un poco de ambas.
Muro de contención de cualquier cambio por Verónica Alonso
En mayo de 2006 bajo la presidencia de Tabaré Vázquez comienzan las consultas y reuniones, algunas públicas y otras cerradas para darle forma a lo que luego fue la ley de educación que modificó muchas de las bases que hasta ese momento nuestra educación tenía. Finalmente en mayo de 2008 todas esas discusiones se convirtieron en ley.
El 1 de marzo de 2010 el recién asumido presidente José Mujica pronunció ante la asamblea general su famoso discurso donde lo que más quedó grabado en la memoria de los uruguayos fue el tan mentado: “educación, educación, educación!”.
El 1 de marzo de 2015 la promesa del nuevamente electo presidente Tabaré Vázquez fue “vamos a cambiar el ADN de la educación!” y una y otra vez los uruguayos hemos tenido la esperanza de que algo, al menos algo vaya a mejorar. Del “no me la llevan” de Mujica al exabrupto de María Julia Muñoz “el país no pierde nada” cuando dos grandes valores del cambio como Filgueira y Mir se iban por no poder tocar nada del ADN. Síntomas de que los cambios no eran fáciles de instrumentar y que la reforma del 2008 no había sido lo buena que se había pensado.
Mientras esto sucedía los sucesivos gobiernos iban incrementando el presupuesto de la educación como lo habían prometido y así se obtuvieron aumentos reales del entorno del 70% para los funcionarios tanto de la ANEP como de la UDELAR. Por ejemplo, si tomamos solo la ANEP por donde deberíamos empezar los cambios a nuestro juicio, el presupuesto paso de u$s 767:000.000 en 2004 hasta los U$S 1.820:000.000 del 2016. 1.000:000.000 de dólares más por año mientras los resultados de las pruebas PISA eran los que peor involucionaron de la región en esos mismos años.
Resumiendo, el Frente Amplio tenía un plan para cambiar la educación que no funcionó, tuvo la suerte de poder contar con los dineros para poder darle una parte importante del presupuesto y así lo hizo, pero los resultados no acompañaron en la misma medida. La salida de Filgueira y Mir a nosotros en particular nos dio la impresión que sepultaron cualquier cambio importante y que en este tema el Ministerio de María Julia Muñoz tiró la toalla.
El férreo opositor en que se han convertido los gremios de la educación ya actúa como muro de contención de cualquier cambio que se piense, hasta el más mínimo: elección de horas por dos años.
Hasta acá meramente descriptivo con crítica implícita. Pero que debemos hacer para comportarnos más que como oposición, desde un lugar constructivo y propositivo? Ideas nuevas.
Nuestra posición puede no ser de agrado de muchos, hasta de incluso muchos correligionarios blancos, pero ello no nos impide decirlo en voz alta y con convicción. Primero que nada está muy bien y hay que continuar con la mejora salarial de los funcionarios de la enseñanza. Es necesario.
En cuanto al funcionamiento, la gestión y sus resultados, bueno allí el diseño institucional del modelo educativo uruguayo está agotado.
Yo quiero un estado presente y eficiente y quiero una educación pública de excelencia (por donde yo pasé), pero lo quiero allí donde el modelo está funcionando: en las Intendencias.
Debemos descentralizar las decisiones de gestión en la dirección de cada centro educativo y federalizar el presupuesto en la dirección de las intendencias. Modificar el sistema de funcionamiento y asignación de recursos de cada intendencia para que cada una pueda tener en lugar de direcciones, ministerios de cada rama. El ministro de educación de cada departamento deberá hacerse responsable de la ejecución presupuestal para que las obras y los salarios se cumplan en tiempo y forma. El presupuesto nacional de educación que en 2016 fue de más de 66.000:000.000 de pesos (más de 2.000:000.000 de dólares para un año!) será distribuido de acuerdo a la cantidad de alumnos que cada departamento tiene.
Mi ADN nacionalista me dice que este es el modelo de estado que necesitamos. Si a ello le sumo el éxito y las buenas evaluaciones que los uruguayos tienen por sus respectivos intendentes no veo una mejor manera de empezar una verdadera revolución en la educación. Este es mi modelo de revolución para muchos de los rubros en que el estado nacional se ha vuelto ineficiente. Descentralización y federalización. Pero en serio.
Esta jamás se podrá hacer sin los maestros y profesores pero también les digo que nadie representa más a todos los uruguayos que el presidente de la república y simultáneamente el poder legislativo. Los gremios representan una parte, importantísima, pero una parte de todo este sistema tan trascendente.
El centro debe ser el alumno. Es por ello que creo que lo primero que debemos hacer es devolver el poder de decisión y acción al poder ejecutivo, legítimamente elegido para conducir los destinos no solo de la educación sino de todo el Estado y sus actividades.
Y es en este camino que debemos dar el debate en serio y profundo sobre seguir manteniendo la autonomía en la que muchos se amparan para seguir trancando y perjudicando a quienes más debemos cuidar q son los alumnos con menos oportunidades.
Y cuando hablamos de descentralizar hablamos de la gestión y los recursos, no de los contenidos. Tengo conciencia que este tema en particular puede desatar una furia colectiva del statu quo pero no estoy en política para hacer la plancha o ser simpática con todos, sino para decir, proponer y hacer lo que esté a mi alcance y en este tema de la educación nos va la vida como país y más en un contexto del fin de las certezas a mediano y largo plazo.
Tenemos que salir de nuestra zona de confort, el poder ejecutivo, los gremios, el Frente Amplio, la oposición y los uruguayos todos.
Alguien puede pensar que estas ideas son pensamientos propios, pero no, lamento decirles que en Canadá, único país de las américas en figurar en el top 10 de todas las evaluaciones hechas por las pruebas PISA de la OCDE, existe desde hace años y funciona. No exactamente como yo lo planteo para nuestro país pero en grandes trazos comparten el tronco de descentralización. De hecho en Canadá ni siquiera existe un ministerio de educación sino que existe uno en cada estado. En 1996 dijeron “Excelencia, accesibilidad y responsabilidad” y ese proyecto, con ajustes, retoques, hoy 20 años después les dice que iniciaron un camino de éxito. Nosotros deberemos recorrer un camino que no rendirá sus frutos electorales a nadie pero ha llegado la hora de diseñar una política de estado de todos los partidos políticos y ver si podemos ayudar a las nuevas generaciones a mejorar su capacidad de desarrollo individual, laboral, social y colectivo. No podemos seguir esperando hasta el 2020.
Para hacer algo así cuenten conmigo.
Demasiada Tolerancia por Celina McCall
Mi sentimiento en relación al sistema educativo uruguayo es el hartazgo. Estoy harta de escuchar diagnósticos, o leer sobre grupos partidarios que se reúnen para perder tiempo elaborando políticas de Estado que resultan en la más absoluta nada. Y, principalmente, me preocupan los resultados obtenidos en Secundaria y la más absurda pasividad delante de los magros números obtenidos y sus graves consecuencias para el destino del país.
“Ser capaces de identificar los problemas es uno de los factores decisivos del éxito” concluye una nota en el portal El Confidencial sobre los buenos resultados educativos canadienses.
Esta frase resume lo que es justamente el problema que tenemos. Miles de personas son capaces de identificar sus dificultades, pero aquellos que son los responsables por solucionarlas, son incapaces de hacer algo para cambiar el status quo.
En este país no corre aquello de que ‘si querés que algo cambie, no sigas haciendo lo mismo’.
Te enoja que exista hace diez años el Plan Ceibal, que se suponía iba a ser un antes y un después en los tiempos que corren. Recordemos que fue hecho por fuera del sistema, en caso contrario nunca se hubiese implementado. Hay que reconocer, entretanto, que está definitivamente subaprovechado. Los sindicatos lo boicotearon desde un inicio.
Comparado con Brasil, que tiene apenas 1% de las escuelas públicas con conexión mayor que 20 Mbps, Uruguay alcanzó casi el 100% de instituciones conectadas a internet con banda ancha. ¿Cómo se traduce esto en una ventaja de aprendizaje? La respuesta está en que, de acuerdo a las estadísticas del Observatorio de la Educación de ANEP, en 2015, solamente el 28,9% de las personas entre 18 y 20 años había terminado el Segundo Ciclo. En Brasil esa tasa es del 56,7% según el último dato disponible. Hace diez años el número era del 41,4%. O sea, el Uruguay, que siempre lideró en Educación, está quedando rezagado.
Que esos números no disparen alarmas, ni haga con que las autoridades educativas se hagan cargo del desastre, no tiene gollete. Entre el “no me la llevaron” de Mujica hasta el “este tema se cerró para la gestión de Celsa Puente” dicho por la propia directora de Secundaria sobre cambios en la elección de horas, hay un gremio totalmente nefasto y hostil para los intereses del país. ¿Qué futuro puede haber para un país que no puede renovar sus cuadros universitarios por falta de alumnos aptos? ¿Qué futuro tiene un país sin gente preparada? Tener el liceo completo es solamente una plataforma para el futuro. Parar de estudiar hoy es un lujo que nadie se puede dar. Sin embargo, en Uruguay esto se da en todos los estratos sociales. Los sindicatos trancan todas las posibilidades de revertir la situación, por mínima que sea. ¿Hasta cuándo vamos a tolerarlo?
Los atajos no existen por Pablo Caggiani
Una aclaración previa, no nos desempeñamos en educación secundaria, venimos desde primaria donde existen cargos que se ejercen por varios años, aunque quienes se desempeñan como interinos cambian todos los años.
Lo primero a preguntarse es si en temas de educación se puede seguir debatiendo en los términos en que se viene proponiendo, para ser más claros, esta especie de clima de “barrabrava” no sirve para construir en educación. Todos hemos sido testigos de una peregrinación mediática de ex-gobernantes que dicen que todo está mal. La lógica de “tierra arrasada” no solo no construye nada en educación sino que impide visualizar cambios que se producen y cambios que están pendientes y son necesarios para democratizar la educación.
Lo segundo que parece necesario preguntarse es si realmente existe un problema allí o la elección de horas pretende resolver otro problema más complejo. Veamos los datos para ver si tenemos o no un problema allí.
Los docentes de secundaria eligen en un muy alto porcentaje en el mismo centro que el año anterior. Es más, 80% de los interinos y 90% de los efectivos lo hacen en el mismo centro que el año anterior según los datos del CES. Lo que también es estable es la concentración de horas en un grupo de docentes.
Si esto es así de hecho ¿Cuál es el sentido de dar esta relevancia a la elección por dos años? Ya hoy mayoritariamente están en el mismo centro que el año anterior. Es más, el 83% de los docentes trabajan en 1 centro o dos y solo el 17% en 3 centros o más (Ineed, 2015[1]).
Tal vez, lo que en realidad debamos abordar son las formas de construir comunidad educativa en los centros educativos, allí parece que está la preocupación de docentes y autoridades, el 57 % de los docentes del CES cree que existe un proyecto en común en tanto el resto no lo considera así. (Ineed, 2015).
Resulta curioso escuchar algunas voces que circulan hoy y que mantuvieron esta situación durante años, en realidad décadas, es más conviene recordar que se desarmó el sistema de cargos a partir de la ley 14.101 de enero del 73…
Algunos comentarios más que parecen necesarios formular. En el debate de estos temas aparecen algunas cuestiones que o bien no son dichas o son dichas a medias.
La primera de ellas es aquella de que “el mejor sindicato es el que no existe”, claramente hay una valoración de que la organización de los trabajadores dificulta los procesos de cambio y aunque gusten más o menos los dirigentes sindicales hay cambios que son posibles gracias a los trabajadores organizados. Es poco ajustado a la realidad pensar que los cambios se producen por voluntad de unos pocos, en general responden a una relación de fuerzas que incluye a sujetos colectivos.
La segunda consideración refiere a lo enunciado por sectores de pensamiento conservador o neoliberal y es aquella de que los directores deben poder contratar y despedir a los docentes de sus centros, lo cual no garantiza nada más que la pérdida de derechos laborales. Los docentes en definitiva son los mismos y lo que se plantea es una “flexibilización” del contrato laboral y dinamitar los mecanismos de negociación colectiva.
Esta situación es propuesta por los mismos actores que ponen el grito en el cielo por la elección por dos años. Lo cual resulta al menos curioso.
Una tercera consideración refiere a que los cambios en educación requieren del convencimiento de los actores que definen en el curso de acción, los actores que definen son los adultos que están en las instituciones educativas.
En este caso, hay demandas de realizar concursos, de clarificar formatos de centro y otros aspectos que parecen relevantes para la construcción de comunidades educativas y hay una actitud de secundaria de atender estos aspectos.
La negociación colectiva consiste en acordar las condiciones de trabajo, el salario, los procesos de formación, entre otras cosas, pero también la construcción de la confianza en los cambios que necesitamos emprender, parece que el Consejo de Educación Secundaria toma una decisión sabia, preserva lo sustantivo y sigue construyendo las condiciones para los cambios.
Los cambios son necesarios para continuar avanzando hacia que todos los gurises efectivamente gocen del derecho a la educación y accedan en condiciones a los saberes que les permitan construirse como sujetos plenos, y que en la medida de lo posible logren acercarse a la felicidad.
Los atajos no existen.
[1]https://www.ineed.edu.uy/nuestro-trabajo/publicaciones-del-ineed/20-documentos-de-trabajo.html
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