VINIERON.
ELLOS TENIAN LA BIBLIA
Y NOSOTROS TENIAMOS LA TIERRA.
Y NOS DIJERON:
“CIERREN LOS OJOS Y RECEN”
Y CUANDO ABRIMOS LOS OJOS
ELLOS TENIAN LA TIERRA
Y NOSOTROS TENIAMOS LA BIBLIA
DESMON TUTU[i]
El 24 de febrero de 2016 el ex-secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, informó en el Congreso de los Estados Unidos que era muy probable que Libia se convirtiera en un «Estado fallido» si las diferentes facciones enfrentadas allí no se unían. Olvidándose de cuál fue el papel desencadenante jugado por Estados Unidos y los países de la OTAN en convertir a Libia en un estado ingobernable, John Kerry declaró ante el Congreso de su país: «hemos trabajado muy duro estos últimos meses para reunir y formar un Gobierno en Trípoli» pero, «si no logran alcanzar un acuerdo, entonces sí, Libia será un Estado fallido«.
Durante el gobierno de Muammar el Gaddafi Libia mantenía su unidad interna a pesar de estar integrado por decenas de tribus. Tenía un índice de desarrollo humano destacado por la ONU, hospitales bien equipados, educación gratuita. Según el FMI el Banco Central de Libia tenía cerca de 144 toneladas de oro en sus bóvedas. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU había elaborado un informe muy positivo acerca del respeto a los derechos humanos en ese país, los libios tenían derecho a tratamiento gratuito en los servicios de salud y la educación era gratuita. Con fondos propios el gobierno de Gaddafi construyó un gigantesco sistema de irrigación que llevaba agua a zonas desérticas. Según el PNUD era un país de alto desarrollo, con una esperanza de vida de 74,5 años y una tasa de alfabetización del 88,4%.
A los ojos de las potencias capitalistas occidentales Libia era un mal ejemplo a desterrar. El gobierno de Gadaffi había iniciado un movimiento para sustituir en África el uso del dólar y el euro por una nueva moneda, el dinar de oro. Por ese motivo el presidente francés Sarkozy caracterizó a Libia como “una amenaza para la seguridad financiera de la humanidad”. En resumen, Libia disponía de energía, agua, crédito nacional y capacidad técnica suficiente para encarar el futuro con optimismo y estaba promoviendo una forma de unidad africana por fuera del sistema financiero occidental. Estaba condenada.
Desde 2011 el país está sumido en el caos, tras la intervención de la OTAN y el asesinato de Gaddafi. Al calor de las “primaveras árabes”, Francia e Inglaterra asumieron el mayor protagonismo para derrocarlo. Al apoyar a grupos ahora incontrolables y fomentar odios ancestrales, ante el vacío de poder las luchas afloraron con toda su crudeza y se generaron condiciones para el desarrollo vertiginoso del islamismo radical. Hoy Libia está destrozada y en vías de ser arrojada al cajón de los “estados fallidos”.
Son muchos los que se preguntan cuál será el futuro de 60.000 millones de barriles de petróleo de la mejor calidad, de 1.500 millones de metros cúbicos de gas, de 144 toneladas de oro y de las enormes reservas de agua dulce proveniente del mayor manto acuífero subterráneo del planeta[ii].
¿Estado fallido?
- Somalia ocupa el primer lugar en el índice de estados fallidos elaborado por el norteamericano Fondo para la Paz, (The Fund for Peace[iii]) y publicado por la revista norteamericana Foreing Policy.
Presenta una estructura social organizada en base a clanes, no tiene problemas de multiplicidad de lenguas (idiomas somalí y árabe), tiene una religión dominante (el islam somalí) y una escasa actividad económica de subsistencia basada en la ganadería, estimándose que el 60% de la población son pastores nómadas o seminómadas. La República de Somalia es un estado federal sometido a un fideicomiso de las Naciones Unidas, la Unión Africana y Estados Unidos.
Desde el siglo XIX los ingleses, italianos y franceses establecieron una división colonial en la región. La Somalia italiana y la inglesa forman parte de la actual Somalia pero la francesa es hoy el estado independiente de Yibuti. Vale la pena examinar el mapa de la región y en particular del denominado “cuerno de África”:
Egipto, Arabia Saudita, Sudán, Eritrea, Yemen, Yibuti y Somalia bordean el Mar Rojo, la estratégica ruta marítima que, a través del Canal de Suez (Egipto) y del Estrecho de Bab El Mandel (Yibuti-Yemen), conecta Europa y el petróleo de Medio Oriente con la India, China, Japón. Ella constituye una de las rutas de navegación con mayor actividad en el mundo.
Somalia está en permanente estado de conflicto desde la caída del régimen de Siad Barre en 1991. Veintiséis años después, este joven estado de nómadas y clanes, continúa azotado por las luchas con el islamismo radical, la interferencia de las potencias extranjeras, el tráfico de armas, el vertido de desechos tóxicos, la pesca sin control. Se han instalado los señores de la guerra, algunos de ellos relacionados con la piratería o el vertido de desechos peligrosos, incluso radiactivos. La región sufre la peor sequía de los últimos sesenta años; el hambre y la guerra han provocado el éxodo de miles de somalíes hacia los países vecinos o Europa. Solo en Kenia se encuentra el mayor campo de refugiados del mundo que actualmente se ve desbordado por más de 350.000 personas.
Las flotas atuneras españolas, suecas y francesas pescan sin control la rica fauna ictícola del Océano Índico, en particular en las aguas territoriales somalíes. Y en ese contexto surge la piratería somalí que no se ha limitado a los buques pesqueros -en lo que al comienzo fue una medida de defensa- sino a todo tipo de navío que transite por la zona. En 2004 un tsunami[iv] arrojó a las costas somalíes toneladas de contenedores de residuos tóxicos -incluyendo material radiactivo- de las potencias europeas[v]. Y, al igual que en otras zonas de guerra, el tráfico de armas alimenta a todos los bandos. Para quienes utilizan el mar como vertedero de desechos peligrosos, para los traficantes de armas, para los fundamentalistas islámicos, es ideal que Somalia siga sumida en el caos. Y también -particularmente para Francia y Estados Unidos- que alimentan y se aprovechan de la balcanización de los países de la zona para su control militar[vi].
¿A quién le puede interesar desarticular tanto negocio lucrativo, más allá de “daños colaterales” como el hambre de la población civil o la presencia de las ramas más radicales del islamismo? Si la espiral de caos crece con el tiempo, es básicamente porque el entramado de agentes locales y extranjeros que detentan el poder así lo necesitan.
Desde el pasado febrero de 2017 Somalia tiene nuevo presidente que posee pasaporte somalí y norteamericano. En una zona estratégicamente sensible para las potencias mundiales el nuevo gobierno deberá encarar una dura realidad: un país dividido en clanes, donde conviven el poder de los ancianos, de los señores de la guerra, de líderes religiosos musulmanes de enorme peso en la sociedad, de un poderoso grupo terrorista relacionado con Al Qaeda. Todo ello en el marco ya mencionado del tráfico de armas, la piratería en sus diversas vertientes (de los somalíes y de las multinacionales pesqueras) y el desplazamiento de cientos de miles de personas que huyen del hambre y de la guerra.
Habrá que determinar cómo encaja en la nueva Somalia la sociedad nómada tradicional alejada del poder central y que se estima en torno al 60 por ciento de la población. Son los pastores nómadas quienes históricamente se han hecho cargo de uno de los principales recursos económicos del país africano, el ganado.
¿Es Somalia entonces, un estado fallido o es víctima de una falla provocada?
Más aún, la presencia de Estados Unidos como interlocutor permanente y catalizador de acuerdos trae a la memoria el viejo proverbio: “Es preferible que las cabras se peleen entre ellas en su corral, a la intermediación de la hiena.[vii]”
- Distintos organismos consideran un estado como fallido cuando tiene gobiernos que no controlan todo su territorio, hay movimientos secesionistas, es incapaz de tomar decisiones de alcance nacional y se mantienen sin perspectivas de cambio situaciones prolongadas de crisis económica y social o de guerras civiles. Por razones geoestratégicas y/o de apoderamiento de fuentes de materias primas estratégicas, en todos los casos nos encontramos con la agresiva presencia de las transnacionales y de fuerzas armadas de los países capitalistas centrales. Y de China.
Más allá de definiciones académicas pesan las definiciones políticas utilizadas comúnmente para crear estados de opinión, para justificar intervenciones en terceros países, o ambas.
El concepto de “Estado fallido” se encuentra en el State Failure Task Force Report[viii] (1995), de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos. El objetivo del reporte es identificar de manera cuantitativa qué países podrían considerarse “fallidos” y por ende como un riesgo para la seguridad internacional y para la seguridad nacional de Estados Unidos. El principal factor considerado es el tipo de régimen, concepto asociado al de democracia occidental.
Por su parte la USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) define los estados fallidos como “aquellos estados donde el gobierno central no ejerce control efectivo sobre su territorio… la legitimidad del gobierno es débil o inexistente, y donde el conflicto violento es una realidad o un gran riesgo”[ix].
En febrero de 2015 Foreign Policy[x] afirmaba que, de los veinte primeros países considerados “estados fallidos”, trece (65%) pertenecen a África: los criterios utilizados por Foreing Policy en 2016 la llevaron a determinar que Rusia integre el grupo de High Warning junto al Reino de Lesotho o Tanzania y que China, un poquito mejor, integre la lista de Elevated Warning, igual que Ecuador y Bolivia!
El mapa adjunto muestra la magnitud del desastre localizado, coincidente con las zonas que vivieron bajo dominio de las principales potencias coloniales en África: Francia, Inglaterra y Bélgica.
Estados fallidos según Foreing Policy 2015
El concepto básico que subyace en todas las definiciones y en la política aplicada es que, aunque haya terminado la Guerra Fría, los Estados Unidos continúan atribuyéndose el papel de gendarme mundial.
- Las fronteras de los países africanos son artificiales y se corresponden con territorios coloniales convertidos en estados. Sus poblaciones quedaron constituidas por grupos étnicos, lingüísticos y/o religiosos heterogéneos, sin sentido de pertenencia nacional. Quedaron sujetos a un ordenamiento institucional que nada tenía que ver con su historia ni con su idiosincrasia: la institucionalidad occidental del siglo XX, con partidos políticos, parlamentos centralizados, fuerzas armadas unificadas, Constitución, bandera, himno, división de poderes, elecciones, partidos de oposición, alternancia en el gobierno… en franca oposición con las características particulares de sus sociedades. El fracaso es total.
Como bien dicen autores africanos, la democracia parlamentaria como factor de integración nacional no se improvisa. El paréntesis colonial[xi] alteró y debilitó las estructuras tradicionales pero sin llegar a disolverlas.
Como también sucede en nuestros países latinoamericanos, aunque en menor grado “en el África negra, el individuo no vota por un programa político o una ideología precisa; vota por un hombre específico, el de su tribu o su región… es más fácil identificarse con alguien de su mismo grupo étnico o de su región, que con esa entidad abstracta que representa el partido político…” [xii]
No es sencillo sacudirse el yugo. Veamos solo un ejemplo.
Thomas Sankara (1949-1987) fue un capitán revolucionario marxista que presidió Burkina Faso de 1983 a 1987. Burkina Faso significa “el país de los hombres íntegros” y sustituyó el anterior nombre francés de Alto Volta.
Redujo la deuda externa generada durante el período de aplicación de las políticas de ajuste promovidas por el FMI y el Banco Mundial, estatizó todas las tierras y riquezas minerales, llevó adelante una campaña de alfabetización, promovió la salud pública con la vacunación de 2,5 millones de niños contra la meningitis, fiebre amarilla y sarampión, llevó adelante la plantación de más de 10 millones de árboles para combatir la creciente desertificación del Sahel, redistribuyó las tierras productivas. Como bien destaca el periódico BRECHA[xiii], prohibió la mutilación genital femenina, los matrimonios forzados y la poligamia, alentó a las mujeres a estudiar e integrarse a la vida laboral fuera de sus casas, y varios etcéteras.
Con el respaldo de Francia, fue derrocado y asesinado el 15 de octubre de 1987.
[i] Obispo anglicano negro sudafricano. Citado por Eduardo Galeano en “Ser como ellos y otros artículos”.
[ii] Acuífero de Nubia
[iii] El Fondo para la Paz, ubicado en Washington D.C. Se define como una organización educativa y de investigación especializada en el diagnóstico y la resolución de conflictos asociados con los estados débiles y fallidos.
[iv] El terremoto de Sumatra-Andamán ocasionó una serie de tsunamis devastadores a lo largo de las costas de la mayoría de los países que bordean el Océano Índico. Las estimaciones iniciales habían determinado el número de muertes en más de 275.000 sin contar los millares de personas desaparecidas.
[v] La periodista italiana llaria Alpi y su camarógrafo fueron asesinados en marzo de 1994 mientras investigaban el origen de los desechos.
[vi] Yibuti alberga la mayor base militar permanente de Estados Unidos en África, Camp Lemonnier. Otros países también tienen tropas (Francia, Japón, China). Están presentes tanto por razones políticas, económicas, de control marítimo, o simplemente de afirmación de un control hegemónico en la zona estratégica.
[vii] Proverbio bamanan (lengua mandinga hablada en Malí).
[viii] State Failure Task Force Report: Phase III Findings, September 30, 2000
[ix] USAID. Fragile States Strategy, 2005, p. 9
[x] Revista norteamericana de política internacional, fundada en 1970 por S.Huntington, hoy propiedad de Washington Post C. Publica anualmente el «Índice de Globalización» y desde 2005 el «Índice de Estados Fallidos”.
[xi] El período propiamente colonial se desarrolló hasta promedialmente la década de los sesenta del siglo pasado. La independencia política dio lugar a lo que se denominó período neocolonial que aún perdura.
[xii] Antología de Adonon Djogbenou, Fabien, “Los conflictos étnicos en el África negra” en Colonización y en busca de Estado, nación y democracia. Volumen dos. UNAM 2003
[xiii] Edición del 31/03/2017
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