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Realidad demuele cosmético relato del gobierno por Hugo Acevedo

Realidad demuele cosmético relato del gobierno por Hugo Acevedo
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En el mundo paralelo del gobierno, bajan la desocupación, la pobreza y las tarifas públicas, pese a que la cotidianidad demuestra lo contrario. El verdadero retrato de la realidad está en las calles, atestadas de personas que duermen a la intemperie, en los comercios cerrados o vacíos y en las ollas populares.

Hay una suerte de dicotomía entre el relato oficial y lo que sucede todos los días, cuando se observa a miles de uruguayos pernoctando en la vía pública. Son los nuevos “sin techo” de un país con números macroeconómicos positivos, que crecieron casi un 50% en dos años.

También se advierte ese paupérrimo panorama en las largas colas que se concentran frente a los comedores del INDA y las ollas populares, de quienes aguardan por un plato de comida que mitigue su hambre.

La conferencia de prensa de la Ministra de Economía y Finanzas Azucena Arbeleche pareció una suerte de ficción y una burbuja donde habitan uruguayos felices, que deben ser los tan mentados “malla oro”.  Sin embargo, el rostro preocupado de quienes se cruzan cotidianamente en nuestro camino refleja un talante radicalmente diferente y desencantado.

La nueva puesta en escena del gobierno fue de impronta circense e ilusionista, en la cual prevaleció la magia para sacar conejos multicolores de la galera y desapareció toda la información inconveniente y “políticamente incorrecta”.

El anunció que el Producto Bruto Interno del país habría crecido el año pasado un 4,5%, es uno de los pocos indicadores que se ajustarían a la realidad.

Empero, en este caso el único mérito del gobierno es haber subsidiado a uno de los sectores más pujantes de la economía: el agroexportador. El resto es fruto del mercado, con exportaciones récord de productos primarios- carne, soja, leche y producción forestal-apalancados por una coyuntura internacional favorable en volúmenes y precios.

En este caso, esta tendencia sólo favorece la concentración del capital y la riqueza, de industrias que no derraman al conjunto de la sociedad y gozan de prebendas impositivas.

En tanto, el promocionado abatimiento del déficit de las cuentas públicas, que cayó al 4,1% del PBI, se origina en la aplicación de la regla fiscal contenida en la LUC, en los leoninos recortes aplicados a la inversión pública y en la radical caída de salarios y jubilaciones por segundo año consecutivo.

Otra fuente de mejora de los ingresos a las arcas de Rentas Generales es el encubierto cambio de los criterios en la definición de la Base de Prestaciones y Contribuciones (BPC), que impactan directamente y negativamente en el cálculo en la liquidación del IRPF y el IASS. Es decir, hubo una suerte de aumento de impuestos encubierto, al cual no aludió la ministra.

La Secretaria de Estado ponderó la caída de la desocupación al 7%, la menor en los últimos cuatro años. Sin embargo, también en este caso los números son engañosos, ya que ese porcentaje sólo corresponde a la desocupación abierta y a los trabajadores que buscan empleo.  En efecto, no están incluidos los denominados desalentados que ya se resignaron al desempleo, quienes aparentemente no son estadísticamente cuantificables.

Por supuesto, se considera trabajadores activos a quienes están subempleados y a los empleados informales, que perciben remuneraciones por debajo de los laudos y carecen de cobertura de seguridad social. Incluso, a quienes participaron en el  Programa de Oportunidades Laborales o de jornales solidarios,  que generó más del 37% del empleo en 2021. Obviamente, se trata de trabajo precario y a término.

Si se dijera la verdad, seguramente la desocupación treparía a los dos dígitos. Por primera vez en la historia, está en tela de juicio la calidad de los informes del Instituto Nacional de Estadística, sometidos a filtros que revelan la falta de transparencia del gobierno.

Si se recuperaron 48.500 puestos de trabajo como el gobierno afirma, tendría que haber mejorado el consumo de las familias, salvo que esos empleos tengan remuneraciones irrisorias y de mera supervivencia, como las de los peones rurales que son despiadadamente explotados por sus patrones.

Otro tanto sucede con la tasa de pobreza. Según la titular del MEF, hay 50.000 pobres menos que el año pasado, gracias precisamente al incremento del empleo y de la tasa de actividad. Sin embargo, las ollas populares siguen funcionando y hay cada vez más gente durmiendo en la calle.

¿Será que son empleos de baja calidad y los salarios que perciben no alcanzan para costear la manutención de las familias y el arrendamiento de una vivienda? En ambos casos, también la realidad mata al relato.

Empero, la Secretaria de Estado omitió toda referencia a la caída, por segundo año consecutivo, de salarios y jubilaciones, que sólo en el caso de los trabajadores del Estado alcanza a un 6%. Ese salvaje recorte le permitió al gobierno ahorrar 400 millones de dólares.

Tampoco aludió a los incrementos de las tarifas públicas, que insólitamente, según el Director de la OPP Isaac Alfie, bajaron, ni a los cinco ajustes al alza de los combustibles en apenas trece meses de gestión.

Esas deliberadas omisiones le permitieron a la jefa del equipo económico lucirse ante medios de prensa obsecuentes, que no osaron refutan nada, como si los anuncios fueran una suerte de palabra revelada de status bíblico.

Empero, la realidad cotidiana –que no sintoniza con la estadística- es la radical caída del consumo de las familias, el aumento de la población periférica en situación de calle, los bajos salarios y la informalidad laboral.

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