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Reino Unido: más de lo mismo por Ruben Montedonico

Reino Unido: más de lo mismo por Ruben Montedonico
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Los cambios en el Reino Unido (Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte) de primer ministro y el Parlamento no dan idea de que hagan variar la línea política que se venía ejecutando. El “brexit” los mantendrá alejados de los pasos que dé la UE, pero seguirá siendo dependiente del comercio con esa área; continuará el combate contra las migraciones y contra aquellos que superen las trabas para acceder a países desarrollados (sobre todo si llegan desde África); seguirán ignorando a la periferia tercermundista, aunque exceptuarán las proyecciones que le permitan extender la OTAN y el acceso a la Antártida (léase Malvinas).

Tal vez, el único intento de variación sea acrecentar el flujo comercial con China Popular (sin dejar de cumplir con la parte de su hostigamiento acordado con EEUU) y con India (aquella excolonia que Louis Mounbatten, pariente de la reina Isabel II, dejó).
De acuerdo con los datos arrrojados por la última elección, los laboristas guiados por Keir Starmer, desalojaron tras el escrutinio, a los conservadores que nombraron primeros ministros durante 14 años, sucediendo un periodo de 13 años controlado por dos laboristas.
Por ahora, lo único que se tiene medianamente claro sobre el premier es que se trata de un hombre de la derecha, una suerte de conservador con ideas liberales -según lo caracterizan algunos- que se plantea, sin muchos detalles,” recomponer” lo hecho por los “tories” en 14 años y establecer una nueva agenda sobre clima y medioambiente.
Para pensar un poco sobre el futuro destino de los derrotados, me auxilio del ex vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera, que con una mirada sociológica marxista sostenía en 2021: “como las autoridades planetarias portadoras del poder simbólico para enunciar el destino social con efecto performativo están paralizadas ante la crisis, se sienten fracasadas ante los acontecimientos y se hallan ahogadas en contradicciones ante los riesgos inmediatos, entonces nadie monopoliza el poder simbólico de crear horizontes predictivos cautivantes de las expectativas colectivas planetarias”. En mi modestísimo lenguaje, digo hoy, viendo resultados y leyendo declaraciones, creo que los “tories” estarán un buen rato rumiando por los rincones, lamiéndose las heridas y “vagando por las calles de la amargura”.
Lo que encontraría quienquiera que se hiciera cargo del gobierno del UK (Reino Unido), más allá de la mala situación dejada tras la pandemia, sumándole la caída del comercio y la producción, son las cifras escalofriantes de desempleo, pobreza y situaciones económicas extremadamente precarias (no sólo para los emigrados sino para los habitantes isleños en general), las crisis climáticas, los bajos salarios y la pérdida de su poder adquisitivo. Todo esto genera un inevitable ambiente de incertidumbre popular y promueve, por otro lado, la violencia.
Los habitantes de estos territorios -que rondan los 70 millones- con amplios sectores a los que se les ha inculcado la xenofobia no exenta -en muchos casos- de grados alarmantes de racismo, permanecerán, según todos los pronósticos, soportando un gobierno que como el anterior, seguirá desgobernando o, lo que es lo mismo, lo hará para un diminuto núcleo de bimillonarios y millonarios y a eso le dirán “democracia”. Muchas de sus promesas, con incomprobables comportamientos descalificadores, serán dirigidos desde los medios de comunicación hegemónicos y las redes digitalizadas creadas y por nacer.
Tal como en la actualidad, las esperanzas de que en un tiempo cercano lleguen las mejoras sociales se desvanecerán en el contexto fatal de los apremios que ejercerán los poderes extranjeros, las relaciones y prioridades que impongan, mientras las aspiraciones de quienes se han preparado para el ingresar al mundo laboral y los desempleados deberán esperar o incorporarse al mundo marginal, crecientemente delincuencial.
Aquellos que tienen empleo, si quieren conservarlo, deberán adecuar sus pretensiones a un ámbito cambiante de hábitos junto a los nuevos modelos de trabajo que le sean impuestos, en general, individuales, sin posibilidades de conexión con otros seres, sin capacidades y oportunidades para emprender una acción colectiva, reivindicativa, sindical.
Un número aproximado, que muchos consideran acertado, indica que al final del pasado año había alrededor de 14 millones de pobres en Gran Bretaña, mientras hubo aumento del costo de vida -mayor insuficiencia económica para quienes ejercían un trabajo- y una extensa crisis sanitaria (Daniel Kersffeld, Página/12, Argentina).
Sin embargo, antes con los conservadores o ahora con los laboristas, “el compromiso con la OTAN resultará inquebrantable” y le agregan: “se sostendrá el apoyo militar, financiero, diplomático y político a Ucrania. a la que respaldará para su ingreso a la alianza atlántica, y se apoyará la creación de un Tribunal Especial para el Crimen de Agresión, de carácter internacional, que se encargue de enjuiciar a Vladimir Putin por crímenes de guerra”. (Kersffeld).
El régimen que inaugura Starmer, heredó del anterior el compromiso de apoyar el desarrollo de la actual guerra y un “sine die” de paz con los dineros atrapados en bancos occidentales dispuestos como sanciones contra Moscú por EEUU y UE.
El apoyo “inquebrantable” a la OTAN – que decidió su integración al conflicto con Rusia- le cuesta a UK algo más del 2% de su menguado PIB, el mismo que reclama a los demás miembros del pacto militar (idea que hizo pública el que –parece- será próximo presidente de EEUU: Donald Trump).
Starmer y su canciller (secretario del Foreign Office), David Lammy, más allá de las declaraciones salidas de Downing Street, complementará los “regalos” de Javier Milei, de otorgar una base a fuerzas estadunidenses frente a las Malvinas, consolidando la extensión de la OTAN al Atlántico Sur y la proyección futura desde esas islas (Falkland para UK) hacia la Antártida.
Poco tiempo pasará para que muchos de los votantes de Starmer entiendan que nada ha cambiado para el campo popular.

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