Muchos de los venezolanos que han llegado a nuestro país en los últimos años, han debido realizar verdaderas proezas para encontrar un lugar seguro donde reiniciar sus vidas. Algunos debieron atravesar la selva amazónica, y el resto del territorio brasileño para encontrar aquí una pensión donde imaginar que esa será su casa por un largo tiempo, y algún trabajo, de cualquier cosa. Lo vemos todos los días. Tanto en la frontera con Colombia como en la que Venezuela tiene con Brasil el drama es tremendo. ¿Es un invento de los medios? ¿Es manija de Almagro? Hasta la primera elección en la que Maduro fue electo como Presidente, y a pesar de los pedidos de vigilancia a la comunidad internacional por parte de la oposición venezolana, los gobiernos latinoamericanos, casi en su totalidad, hicieron oídos sordos a la denuncia persistente por parte de la MUD. Se documentó el fraude, la oposición recorrió país por país explicando y mostrando las pruebas de cómo se había fraguado la elección de Maduro, pero los gobiernos latinoamericanos, por alguna inexplicable razón, eligieron el camino de la abstención. El chavismo había envenenado a la opinión pública internacional con el argumento de que estaba en marcha una conspiración por parte de la ultraderecha venezolana para tumbar al gobierno legítimo del chavismo.
Cuando finalizó el mandato del chileno José María Insulza, nuestro compatriota Luis Almagro se postuló para el cargo. En forma paralela, trascendió la intención de postular a José Mujica para el Premio Nobel de la Paz. Seguramente Almagro habrá hecho gestiones para que sucediera eso. Lo normal hubiera sido que mantuviese el apoyo a su ex colega, Nicolás Maduro. Compartieron tareas durante varios años, los dos al frente de sus correspondientes cancillerías. Los dos urdieron la fulminante sanción a Paraguay tras el juicio político y destitución del Presidente paraguayo Fernando Lugo.
¿Cómo es posible desplazarse desde aquel casi automático apoyo a cuanta iniciativa tomase el régimen venezolano hasta la notoria diferencia que hoy tiene Almagro con el Presidente Maduro? No es fácil encontrar un hilo conductor entre el Almagro de la cancillería al del Secretario General de la Organización de Estados Americanos. Pero tampoco es fácil entender al régimen chavista que utilizó los mecanismos de la democracia para establecer un régimen autoritario, en su progresivo desmantelamiento de la industria petrolera, principal recurso económico de ese país. Sólo el conocimiento directo del régimen chavista puede explicar ese cambio en Almagro.
El Partido Comunista solicita que Luis Almagro sea expulsado del Frente Amplio, y pedida su destitución como Secretario General de la OEA. Como poco, el Partido Comunista no parece medir bien las consecuencias que cualquiera de las dos medidas puede acarrearle al Frente Amplio y a Uruguay. De ser así, nuestro país quedaría en el selecto club de los gobernados por un partido al que los valores democráticos poco importan.
Sólo alcanza una anécdota: El fin de semana pasado, mientras los venezolanos continuaban escapando por miles de su propio país, Maduro y su mujer, Cilia Flores, cenaban en un exclusivo restaurante de Estambul, donde el chef, Nusr-Et, una de las estrellas mediáticas de Turquía, hacía su show para ellos dos. Sin ningún recato, la pareja presidencial cenó públicamente, bajo los flashes de los periodistas, mientras los venezolanos sufren una de las crisis sociales más importantes de su historia.
Esto se entiende mejor a través de una entrevista que la periodista Carla Angola le realizó al general Guaicaipuro Lameda, en 2012, entonces presidente de PDVSA, y Jorge Giordani, Ministro de Planificación Económica. El general Lameda venía insistiendo en que Venezuela debía aprovechar la renta petrolera para desarrollar su industria, mientras Giordani, ideólogo de Hugo Chávez cuando éste estuvo preso tras el intento de golpe de Estado al Presidente Carlos Andrés Pérez, intentaba convencer al general que la economía estaba creciendo. Pero el general insistía en que se estaba perdiendo control sobre el gasto del Gobierno, y se le mentía a Venezuela porque la economía no estaba creciendo. «Si queremos acabar con la pobreza es imprescindible que se genere riqueza y que se diseñen mecanismos adecuados para que su distribución sea justa y equitativa, y eso tampoco lo veo», dijo el general Lameda. Giordani lo interrumpió y le dijo: «Mire, General, usted todavía no ha comprendido la revolución. Esta revolución se propone hacer un cambio cultural en el país, cambiarle a la gente la forma de pensar y de vivir, y esos cambios sólo se pueden hacer desde el poder. Así que lo primero es mantenerse en el poder para hacer el cambio. El piso político nos lo da la gente pobre: ellos son los que votan por nosotros, por eso el discurso de la defensa de los pobres. Así que, los pobres tendrán que seguir siendo pobres, los necesitamos así, hasta que logremos hacer la transformación cultural. Luego podremos hablar de economía, de generación y de distribución de riqueza. Entretanto hay que mantenerlos pobres y con esperanza». El general Guaicaipuro Lameda, con la seriedad que le puede dar un general a una ruptura, le soltó: «Usted me está diciendo que esta revolución, deliberadamente, condena a los pobres a que vivan en la pobreza sólo para que ustedes se mantengan en el poder mientras intentan que la gente piense como ustedes creen que debe pensar. Si es así, ustedes son unos hijos de puta, y yo con hijos de puta no trabajo».
¿No será que Almagro, desde su conocimiento directo de Venezuela y su gobierno, no en vano fue el Canciller del Presidente Mujica, conoce mucho mejor que el Partido Comunista del Uruguay los entretelones de la autoproclamada revolución venezolana?
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