“Si aumenta el PIB se está en la buena senda del crecimiento” ¿Importa tanto el PIB? por Gustavo Melazzi
1) Sin duda alguna, la expresión entrecomillada es un mantra. Como tal, no se discute; no se analiza si ese vínculo entre PIB y crecer es necesario y obvio. Especialmente, si es neutro y no responde a ninguna ideología; “es así” y punto.
Parecería entonces que de acuerdo al mantra, la pregunta del título sería insólita. Sin embargo, cada vez con mayor frecuencia tal afirmación se cuestiona: sea por los impactos sociales a considerar; sea por la incidencia en el medio ambiente, y así sucesivamente, e incluso desde sectores de países europeos se propone el “decrecimiento” como una alternativa más justa y necesaria frente a los problemas existentes en el mundo.
Afortunadamente, comenzando 2023 dos excelentes artículos nos actualizan y reiteran elementos claves para situarnos en esta problemática, sobre todo al superar enfoques superficiales; erróneos, y que solamente concluyen por consolidar el mantenimiento del statu quo .
Intentemos aportar elementos para aprehender las implicancias del mencionado mantra, y evaluar actitudes políticas al respecto.
2) En los inicios del capitalismo (apenas unos 300 años atrás) las primeras empresas eran las preocupadas por cuantificar sus actividades, y analizar entonces su “crecimiento”. Sólo en las primeras décadas de los novecientos comienza el interés por considerar el conjunto de la actividad económica, básicamente a partir de los planteos de J. M. Keynes, al constatar problemas en el funcionamiento del sistema, en especial la insuficiencia de la demanda. Propone las primeras sistematizaciones de un Sistema de Cuentas Nacionales (SCN), dando origen a la idea del PIB.
Pocos años después y ante la acentuación de desigualdades sociales (al interior de cada país y entre países en el contexto internacional), surgen trabajos que explícitamente articulan crecimiento y PIB. Destaca así el trabajo de W. W. Rostow (de gran impacto en AL) al establecer una especie de “modelo” para las etapas del crecimiento de los países atrasados, y como manifiesto político en tanto el crecimiento “es bueno para todos”, lo cual plantearía un antídoto a las esperanzas populares por otro sistema social.
3) La base del cálculo del PIB es un criterio central de la teoría neoclásica: se cuantifica toda actividad que genere ingresos. Se le califica entonces como una medición de la riqueza que un país genera.
Frente a esta metodología y desde un punto de vista crítico, se señalan irracionalidades flagrantes. Sin ahondar en el análisis, nadie discutirá que la producción de trigo; plásticos; transporte; programas digitales; educación, y una enorme variedad de actividades humanas aporten a esa riqueza.
Pero también el comercio de drogas genera ingresos y, por lo tanto, se debe incorporar al PBI; del mismo modo, la pandemia de Covid 19 condujo a multiplicar los servicios médicos y fabricación de medicinas e instrumental. Los actuales incendios estimulados por la sequía multiplican actividades e incrementan el PBI. ¿Debemos realmente considerarlos como “riqueza” de un país?
Por otra parte, al ser un agregado muy amplio, de inmediato surge la interrogante de qué es lo que pasa en su interior, aspecto que se agrava cuando se calcula el “promedio per cápita” del PIB para toda la población (la “riqueza” de cada uno). Es el problema de cómo se distribuye. Se puede ejemplificar desde la clásica situación inmediata de que si hay dos consumidores y dos pollos, el promedio nos dice que cada consumidor comió uno, pero la verdad es que uno se comió los dos; hasta el dato planetario de que el 1% de la población concentra el 51% de los ingresos generados. El PIB, entonces: ¿es indicador de qué?
4) Con excelentes argumentos, Geoff Mann y Eduardo Gudynas desmenuzan y rechazan las propuestas del “decrecimiento” como una alternativa lógica y viable. Por no ir a fondo, son erróneas; no tienen sentido para América Latina, y no concitan ningún apoyo.
5) Todo análisis económico en el campo dominante y “políticamente correcto” en el sistema capitalista comienza evaluando el crecimiento –o no- del PIB. Es unánime y no sorprende; cumple con el mantra”.
Lo hace (casi) todo el progresismo y la izquierda. Es grave.
Lo es porque legitima el “crecer” como meta , como una justa aspiración, y al PBI como indicador privilegiado.
Lo es porque continuar con estas metodologías esconde; deliberadamente no esclarece las diferencias sociales inherentes al sistema y sus impactos ambientales . Los conceptos, tendencias y características de una situación están integrados, y es preciso abordarlos de esta manera. De lo contrario, no se avanza.
6) Aspirar a alternativas; pero manteniendo conceptos y métodos de lo existente, es inconducente.
Si desde los grupos sociales y países dominantes se continúa calculando y privilegiando el PBI, que lo hagan. Pero desde el campo popular no se debería entrar en ese corral de ramas; no aceptarlo como el indicador central.
Parece imprescindible plantear y centrarse en otros indicadores. Sin pretender construir otro sistema (SCN), se conocen varios y muy útiles, pero se los debería debatir y afinar, así como privilegiarlos en los análisis y propuestas. Llevar siempre las discusiones a este campo, de manera de educar y esclarecer; son irrefutables.
Se trata de otra forma de expresar la vida de los pueblos, social y ambientalmente.
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