Acaba de publicarse el resultado de una encuesta de Opción
Consultores sobre la imagen de los sindicatos en Uruguay.
El resultado de la investigación con 630 personas no fue favorable.
Un 56% desaprueba el modo de conducción del PIT-CNT mientras
que un 28% lo aprueba y el 13% no aprueba ni desaprueba.
Frente a la pregunta de si las acciones de los sindicatos han sido
positivas para los trabajadores 39% dicen que no y 38% que sí.
Le caerán bien o no, los resultados a los dirigentes sindicales, pero
no se pueden ignorar o tratar de quitarle validez a la encuesta.
Dijo sabiamente el presidente del Pit-Cnt, Fernando Pereira:
“No podemos matar al fotógrafo porque no nos guste la foto”.
Pero cabe preguntarse porque sucede esto con el sindicalismo.
Nunca antes hubo tantos trabajadores sindicalizados como ahora.
Jamás se habían aprobado tantas leyes para el ámbito laboral.
Pocas veces hubo tan pocos conflictos en el mundo del trabajo.
No se conocían niveles tan bajos de informalidad como los actuales.
Y entonces, ¿qué está pasando con los sindicatos y sus dirigentes?
Sin lugar a dudas, el tema de la comunicación hacia el resto de la
sociedad por parte de la central, tiene profundas y serias carencias.
Pero también está latente el tema de quienes son las caras visibles.
Si aparecen dirigentes que parecen más burócratas peronistas que
representantes del laburante común y corriente, hay un problema.
Si se partidizan los gremios hay trabajadores que no los aceptan.
Si solo se reclaman beneficios económicos, pierden credibilidad.
Si se declaran conflictos injustificados, generan rechazo social.
Si no hay mujeres al mando en ramas laborales fundamentales
femeninas, no se visualiza una mentalidad de cambio gremial.
La tradición sindical uruguaya mantuvo vigente el criterio de que el
dirigente debería ser un ejemplo y ser siempre el mejor trabajador.
Crear y mantener la unión en una convención única de trabajadores
no fue fácil y es un ejemplo a nivel latinoamericano y mundial.
Se avecinan tiempos de grandes debates sociales sobre el futuro
del trabajo, tecnología, flexibilidad, jornada laboral, productividad.
El movimiento sindical debe de prepararse para ello y por sobre
todo deber lograr ser un interlocutor valido para el resto del país.
Alfredo García
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