Su única patria la mar

Un buen día, el Dique Mauá fue presa del tedio de estar varado en la costa. Aparentemente, se hastió de que siempre fueran los barcos que lo visitaban o los que pasaban por el canal, allá en el horizonte, los que navegaran la parda anchura del río, rumbo al océano y él tuviese que quedarse inmóvil en su sitio. Entonces, se hizo a la vela.

Transcurrido ya algún tiempo desde el acontecimiento, parece ser que su aventura aún continúa. En efecto, según un rumor que circula entre los entendidos, algunos marineros han contado en las cantinas del puerto que lo avistaron, desafiante su proa, abriendo un alegre surco espumoso entre las olas, a través del Atlántico, henchido de viento y orgullo sus velamen, por fin, libre y feliz.

(Ubicación: Rambla Gran Bretaña)