Todo lo que está mal en la Ley Orgánica Militar y porque si usted es de izquierda debería preocuparse por Roque García
La ley orgánica aprobada con mayoría del Frente Amplio en el parlamento, en su quinceavo año en el gobierno, debería haber sido la culminación de un proceso de cambios institucionales que permitieran, entre otras cosas, un mejor y más eficaz control de la ciudadanía a las Fuerzas Armadas. Pero no. En realidad, aunque tiene virtudes, los defectos son de tal magnitud que no es un asunto sencillo exponerlos a todos.
Por ejemplo, la ley reduce la cantidad de generales del Ejército de 16 a 12. Bárbaro (podría pensarse) son muchos y deben ser menos. Pero ¿si el Ejercito es el mismo, cada uno de los generales que queda tiene más o menos poder que antes? Se concentró el poder militar ¿es mejor?
Este cambio significó – porque, como ya veremos más adelante, no existió en la ley ninguna reorganización de las fuerzas- que, por ejemplo, en la Escuela Militar donde se forman los oficiales del Ejercito antes hubiera un general y ahora un coronel a cargo. ¿Es una ventaja? Bueno, veámoslo de esta forma, a un coronel lo elige básicamente el Ejército, a un general lo asciende si o si el presidente. Para una misión tan importante como formar los futuros oficiales del Ejército ¿qué es más apropiado? ¿Se aumentó o disminuyó el control civil sobre la formación militar?
El General Seregni ascendió a esa jerarquía por el sistema de concurso, este sistema de ascenso fue quitado por el régimen militar teniendo entre otras tantas justificaciones precisamente el ascenso de Seregni. ¿Luego de 15 años de gobierno de izquierda lo volvieron a instalar? No.
La ley se dice orgánica, pero se explaya en organización de las Fuerzas Armadas solo página y media, sin nada novedoso. Mantiene la estructura actual que data – grosso modo- del régimen militar. No avanza en la dirección indicada por la Ley de Defensa con respecto a estructuras logísticas conjuntas, algo fundamental para racionalizar el gasto. Pese a que en el programa de gobierno dice que debería ser apoyada y esta ley fue votada por unanimidad en las cámaras.
Sin entrar en tecnicismos aburridos, es fácil considerar la necesidad de controles cruzados en la administración pública. La Ley de Defensa establece que las operaciones de las fuerzas serán coordinadas desde el Estado Mayor de la Defensa con un cargo especial de general como Jefe de Operaciones. Para llegar a esta estructura simplemente se copió la de la mayoría de las fuerzas armadas modernas. Este control tiene dos finalidades, por un lado, permite la interoperabilidad, pero además verifica que las unidades aéreas, marítimas o terrestres hagan lo que dicen que están haciendo y que no sea precisamente solo su jefe el que así lo afirma. Lamentablemente en la ley orgánica no solo no se le dio más poder al ESMADE, sino que se le quitó, cediendo livianamente a las presiones de las fuerzas por mantener su autarquía. Se avanzó en el sentido inverso que al iniciado en la Ley de Defensa; un enorme retroceso. El programa del Frente decía a título expreso lo contrario.
En su funcionamiento interno, las Fuerzas Armadas no son ni pueden ser democráticas, pero si deben tener un control ciudadano que se ejerce a través del parlamento. Quizás el lector vio algunas películas con generales llenos de estrellas enfrente al senado dando explicaciones. ¿El verdadero control parlamentario de las fuerzas se implementó en esta ley orgánica? A esta altura Ud. ya sabe la respuesta.
Pero quizás el tema más doloroso sea el referente a los tribunales de Honor.
Estimado lector, ¿Ud. considera que el honor militar existe? La inmensa mayoría dirá que sí y muchísimo se enojaron cuando algunos actores políticos recientemente no mostraron estar a la altura del concepto de honor militar que la ciudadanía tiene de él. Hay una identificación indudable entre militar y honor. El Gral. Artigas en su célebre proclama de Mercedes antes de la Batalla de las Piedras habla de “morir con honor”. Y quizás la mejor definición de sí mismo, es la carta que le manda a Sarratea “El honor ha formado siempre mi carácter, él reglará mis pasos”. Bueno, para asombro de muchos, ¡esta ley disuelve los tribunales de honor! Algunos me dirán que forma los de ética, y – como esta no es una columna de filosofía – podríamos acordar que el honor militar es un tipo específico de ética profesional pero no es lo mismo. El honor militar es muchísimo más estricto. ¿Valía la pena dejar lo mismo para cambiar el nombre? Si no es lo mismo, ¿qué es?
Una pregunta dura: ¿Los herederos políticos del Gral. Artigas y del Gral. Seregni cuyas banderas levantan, no consideran que se deba velar por el honor de los militares? ¿Cómo se vela por el honor sin tribunales?
Hoy en día, los oficiales del Ejército al recibirse juran por su honor defender la patria. ¿Qué significado tiene para la nueva oficialidad quitar el honor de este juramento? ¿En qué momento la fuerza política determinó que se podía descuidar el concepto? Pregunto honestamente.
El hecho deplorable que algunos tribunales de honor se hayan prestado a cualquier cosa, no se debe a la cuestión del honor sino a un uso indebido del tribunal. ¡pero entonces hay que reformar el instrumento! Algo que se hacía con un simple decreto de modificación de los tribunales de honor. Se creó algo nuevo, los tribunales de ética, con tanta improvisación que ni fueron reglamentados.
Tener un cuerpo de oficiales con un alto sentido del honor es tan o más importantes que aviones, barcos o tanques. El honor militar es un bien público y por tanto toda la sociedad debe velar por él.
¿Y por qué Ud. debería preocuparse? ¿Solamente porque no se respetó el programa del Frente Amplio? ¿O también porque se está enviando un mensaje de desconocimiento y dejadez sobre el manejo de una institución como las Fuerzas Armadas?
El título, estimado lector, tienen una trampa. Usted, si es de izquierda, debería preocuparse, y ¿si no?, también, claro que sí, porque la calidad de la vida democrática reposa en parte en la calidad de sus fuerzas armadas. Y, si bien, las leyes orgánicas no son la única herramienta de política militar, quizás, estará de acuerdo que son indiscutiblemente muy importantes.
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