Portugal anunció esta semana que ha de sumarse al grupo de diez países que quiere gravar los beneficios de las gigantes digitales norteamericanas, aunque pretende ir más allá. En la mira están empresas como Facebook, Alphabet (madre de Google) y Amazon, que de 2012 a 2015 lograron evitar pagar 5.400 millones de euros en impuestos a varios de los países europeos.
En una reunión informal del Ecofin de la Unión Europea, los ministros de Finanzas de estos diez países europeos emitieron una declaración conjunta sobre la urgencia de una iniciativa para tributar debidamente a las empresas que trabajan en la economía digital, burlando las definiciones de territorialidad fingiendo una localía inexistente en un paraíso fiscal donde solamente hay una dirección fiscal y poca cosa más.
El lenguaje del documento fue inusualmente afirmativo, casi incorrectamente asertivo: «No debemos aceptar que las empresas hagan negocios en Europa y paguen tasas irrisorias. Se trata de la soberanía, la justicia fiscal y la eficiencia económica”. En el mismo texto, estos mismos ministros de Finanzas adelantan que esperan avances en la materia en la primavera de 2018, pero quieren avanzar rápidamente, por lo que piden a la Comisión que «exploran las opciones compatibles con el marco legal y proponer soluciones efectivas basadas en la idea de la creación de un impuesto de ecualización del beneficio generado en Europa por las empresas digitales. Los valores recogidos deben reflejar los valores que estas empresas deberían pagar en términos de impuestos».
Y el documento concluye con una sugerencia contundente, que no da lugar a dos interpretaciones: «La Comisión puede decidir avanzar con una iniciativa legislativa para actuar en consecuencia, demostrando nuestro compromiso de tasar debidamente a las empresas de la economía digital para reflejar su verdadera actividad en la Unión Europea». Portugal fue el último país en entrar en este grupo de diez.
Portugal descubrió un monstruo
Aunque Portugal venía procesando su integración a este grupo de países que han decidido pasar de la ofensa a la reparación y corregir los vacíos legales al mismo tiempo que armonizar una única normativa y alícuota para consolidar una posición soberana continental, lo cierto es que un descubrimiento que impactó a gobierno y sociedad precipitó los hechos. Hace unos días un profesor universitario descubrió una empresa, hasta entonces desconocida incluso para los públicos expertos del mundo informático, que dice desarrollar tecnologías innovadoras y cuyo valor estimado equivale al 15% del PBI de Portugal. Para agregar complejidad al caso, la Policía Judicial portuguesa se ha interesado en el tema y las cosas se volvieron aún más opacas al conocerse que el auditor confirmó a la prensa que había renunciado porque “no hay información suficiente”. El domicilio fiscal, en Rua Tomás da Fonseca, Torre G.1, 1º andar, en São Domingos de Benfica, es un escritorio virtual en Torres de Lisboa.
El puzzle completo muestra una empresa ficta de abultado valor y otros detalles, como por ejemplo, que no registra pagos a empleados ni hay socios, o como el hecho de que la empresa tenga como sede unas oficinas en Lisboa en las que parece no trabajar nadie, han llamado la atención incluso de la Policía Judicial (PJ) portuguesa.
Con la antesala de estas novedades, Portugal se suma al grupo de países de la Unión Europea que se han comprometido a reordenar la fiscalidad a las empresas en el mundo virtual, a fijar criterios de soberanía y localía con criterios unitarios para todo el bloque, fortaleciendo el instrumento supranacional.
La fiscalidad europea burlada
Una cosa estaba muy clara antes de iniciarse este último encuentro de Ecofin, una reunión informal: la Unión Europea ha perdido no menos de 5.400 millones de euros en impuestos que deberían haber pagado Google y Facebook entre los años 2013 y 2015. En España, la reducción de ingresos sería no inferior a 482 millones de euros durante el mismo periodo, según lo estima un informe detallado de la Eurocámara cuyo resumen se puede leer en https://paultang.pvda.nl/wp-content/uploads/sites/424/2017/09/EU-Tax-Revenue-Loss-from-Google-and-Facebook.pdf.
Alemania, Francia, Italia y España que han tomado la iniciativa, expresaron en una carta conjunta dirigida a sus socios comunitarios que «no deberíamos aceptar que estas compañías hagan negocios en Europa pagando cantidades mínimas de impuestos a nuestros Tesoros. Está en juego la eficiencia económica y también la justifica fiscal y la soberanía»
Y es que los números que los servicios técnicos de las administraciones fiscales son coincidentes en poner de manifiesto una realidad irritante para los contribuyentes del viejo continente. Es que los impuestos que paga Alphabet, la matriz de Google, en la Unión Europea apenas suma entre el 0,36% y el 0,82% de su facturación. Muy diferente es su realidad fuera de Europa, donde la compañía paga sumas que representan entre el 6% y el 9%. La desproporción es mucho mayor aún para el caso de Facebook: en la Unión Europea apenas paga en impuestos entre el 0,03% y el 0,1% de su volumen de negocios, mientras que en otras jurisdicciones su factura oscila entre el 28% y el 34%.
Armas tomar…
Alemania, Francia, Italia y España, que han tomado el tema con energía, ya han ubicado en el orden del día de la cumbre de jefes de estado y de gobierno de la Unión Europea del próximo 29 de setiembre, que también se realizará en Estonia. Y también los cuatro han sido contundentes en sus expectativas: urge poner coto a las prácticas de ingeniería fiscal a las que apelan hoy estas compañías. Eso significa que se acaba el tiempo de los países de baja fiscalidad dentro de los límites de la Unión Europea. En la mira están, explícitamente mencionados, Irlanda y Luxemburgo.
Estos mismos cuatro países ya han anunciado que no están dispuestos a esperar que la estancada reforma del impuesto a las sociedades avance. Están decididos a crear una nueva tasa, a la que ya han denominado “tasado de igualación” que se aplicaría inicialmente exclusivamente a las gigantes de internet, y que habría de gravar el volumen de facturación y no los beneficios. En efecto, en la carta conjunta referida, los cuatro países expresan que «las cantidades recaudadas tendrían que reflejar lo que estas compañías deberían estar pagando en concepto de impuesto de sociedades».
Soberanía regional
Coincidir todos, dicen los ministros de la Unión Europea, no será fácil. El objetivo de las autoridades comunitarias y de los países que lideran esta resolución, es evitar iniciativas nacionales contradictorias.
Una idea ha ganado terreno y es la que empieza a imponerse: ya no se puede sostener que las asimetrías tributarias sean una ventaja competitiva abusiva para las empresas que tienen más éxito y que crecen más rápido. Ya hay muchos países que entienden que formar parte de la Unión Europea y desde dentro minar la base de sustentación ofreciendo escandalosas asimetrías en las alícuotas tributarias no es compatible.
El año pasado Bruselas obligó a Irlanda a recuperar de Apple unos 13 mil millones de euros en impuestos.Y aunque Dublín ha apelado, el informe que el Ecofin manejó este fin de semana advierte que la situación será aún más grave a medida que pase el tiempo pues la economía digital dentro de la economía mundial crece exponencialmente. El informe dice acabadamente: «Esta tendencia de crecimiento ya es claramente visible si echamos un vistazo a las compañías con mayor valor de mercado en el mundo. Hace diez años eran ExxonMobil, General Electric, Microsoft, Citigroup, AT&T y Bank of America y ahora son Apple, Alphabet, Microsoft, Amazon, Berkshire Hathaway y Facebook».
Y por aquí?
Para algunos tardíamente, para otros a tiempo, la Unión Europea se ha plantado frente al problema de la economía digital con una mirada regional. Empieza a verse la fiscalidad como un elemento de soberanía regional, una herramienta integradora, de cohesión, dejando atrás la mirada oportunista.
Aunque sin un estudio que lo ponga de manifiesto con la misma contundencia, todo hace pensar que la realidad de América Latina es similar a la de la Unión Europea, aunque los espacios regionales sean más débiles, menos institucionalizados y más afectos a la disparidad y la asimetría fiscal. Recorrer el camino que hoy comienza a transitar la Unión Europea bien podría servir para alentar la disminuida garra integradora de nuestra América del Sur.
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