Una tragedia en mayúsculas. Pérdidas humanas, abandono de casas, ruptura de familias, destrucción de ciudades, un éxodo de más de tres millones de ucranianos que se incrementa cada día. Todo esto en un chasquido de dedos que cambió en ciento ochenta grados la vida de un pueblo que es víctima del confuso juego de la política internacional. ¿Qué está detrás? ¿Es simplemente el deseo del Presidente Vladimir Putin de retornar a la época del imperio soviético? ¿Es una respuesta al proceso expansionista de la OTAN?
El analista político Claudio Fantini sostiene, a manera de hipótesis, que el propósito del Presidente Joe Biden pudiera haber sido obtener la legitimidad y el consenso internacional para realizar un ataque económico al gobierno ruso. Es una hipótesis. Como tal debe considerársela. En todo caso, en estas semanas la ofensiva que Estados Unidos y sus aliados han realizado sobre Rusia ha sido principalmente económica, buscando su destrucción en ese ámbito y ofreciendo apoyo logístico a Ucrania, dado que mientras esta más resiste el costo para el gobierno de Vladimir Putin es mayor. Claro, junto a esta evidencia pública, también se encuentra la actitud y respuesta al comienzo de la guerra del presidente Volodimir Zelenski. Un respuesta de sorpresa, de asombro, de sentirse abandonado por Estados Unidos y la OTAN. Sus supuestos futuros aliados enfatizaron no enviar tropas y mientras Ucrania es bombardeada se limitan ataques económicos que son insuficientes para proteger al pueblo ucraniano de los bombardeos. A esto se suma otra decepción del presidente Zelenski: como bien se sabe, la OTAN negó su petición de que se realice una zona de exclusión aérea lo cual, en palabras del líder ucraniano, permite que Rusia continúe con sus ataques a su país. Finalmente, en el discurso del presidente Zelenski pronunciado el 8 de marzo ante la Cámaras de los Comunes hace una referencia tangencial a que a veces las alianzas no funcionan y vuelve a solicitar un imposible –un hecho que parece estar fuera todo apoyo-, que Gran Bretaña le garantice a Ucrania un espacio aéreo seguro.
. Claro, la hipótesis de Fantini no responde a un lado de la ecuación: ¿por qué Vladimir Putin tuvo que tomar esta respuesta tan violenta y de tan alto costo humano? Una respuesta completamente irracional, desquiciada, equivalente a las acciones de las Primera y Segunda Guerras Mundiales, a las dictaduras militares en el Cono Sur, a la invasión de Irak, al genocidio de las culturas indígenas en toda América. Una pregunta que puede quedar sin respuesta en la historia.
También cabe la interrogante ¿qué puede motivar la supuesta intención de destruir la economía de otro país? Tal vez, en todo caso, la hipótesis de Claudio Fantini no sea la correcta. Tal vez es una hipótesis totalmente descartable. Sin embargo, parece ser que estar guerra podría darle ciertos dividendos políticos al Presidente Joe Biden que habría que entender dentro de un doble contexto: por una lado, en el contexto interno norteamericano, en estos últimos tiempos el Presidente Joe Biden había perdido un gran apoyo de la población estadounidense a lo que se sumaba una inflación galopante que viene afectando a las familias de clase media y trabajadora; por otro lado, en el contexto el internacional, es bien sabido que Estados Unidos viene perdiendo su liderazgo mundial, cediendo su lugar al avance chino conseguido por una tremenda inversión en infraestructura y un manejo audaz de la geopolítica. De nuevo, tal vez la hipótesis de Claudio Fantini no es la correcta. Solo una hipótesis. Solo una especulación que se puede descartar. De todas maneras, la inestabilidad económica en Rusia va a generar, está generando, junto con el malestar propio de la guerra y de pérdida de vidas de soldados rusos y a otras medidas que afectan al habitante común -como la prohibición del espacio aéreo europeo- una respuesta interna ante Presidente Vladimir Putin. Las protestas en Rusia se generan y puede que se incrementen. Como contrapartida Vladimir Putin ha formulado una severa política de represión contra todo ciudadano ruso que esté en contra de la guerra produciendo un exilio político. Es una de las divisiones más profundas que ha tenido la sociedad rusa en su historia contemporánea. De otro lado, la situación ha creado a nivel global un repudio generalizado de la comunidad internacional contra Vladimir Putin, a tal grado que incluso China, que parecía un aliado de Rusia, se abstuvo en la votación de la ONU sobre la situación de la guerra. Esta posible doble presión, tal vez pueda marcar una seria inestabilidad del líder ruso y pérdida total de legitimidad.
En tal sentido, esta guerra podría estar trayendo determinado capital político a Joe Biden. A nivel interno, evidentemente, mejoraría su imagen de manera sustancial al enfrentar y derrotar al rival “tradicional” del pueblo norteamericano que está cometiendo una de las grandes atrocidades en la época contemporánea, y al cual, dos días del inicio de esta guerra, Donald Trump alabó. A nivel de política internacional, definitivamente, el presidente Joe Biden ha podido reestablecer una sólida alianza con los países de occidente y reafirmar su liderazgo con toda firmeza. En el caso de América Latina, se agrega el claro apoyo de Colombia y un giro en las relaciones con Venezuela. Esta posición podría crear que Estados Unidos retome –aunque no sea una reconquista inmediata de ciertos mercados- su actitud de líder mundial, especialmente frente al incontenible avance de China.
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