El Reino Unido no hace más que agudizar su crisis. A los historiadores les nace marcar con un día simbólico, un límite temporal a los procesos y a partir de allí, denominar el ciclo. Por ejemplo, el referéndum de 2016 es el punto clave para ponerle límites temporales a esta era crítica en la que Ben Johnson es una referencia icónica de sus primeros años y también una de sus víctimas más significativas. Y seguramente, este 24 de octubre es la fecha en la que llega a la máxima jerarquía gubernamental uno de los que conforman el 1% más rico del Reino Unido.
Prudente para algunos, para otros consciente de sus limitaciones, Johnson contuvo sus impulsos y los de sus aliados, no se precipitó y no dio batalla en la sucesión partidaria para conducir el Partido Conservador y, por extensión, encabezar el nuevo gobierno. Así las cosas, en julio de 2016 es designado secretario de Estado para Relaciones Exteriores y de la Mancomunidad en el primer Gabinete de la entonces primera ministra, Theresa May.
Ya más experimentado, a la renuncia de May en 2019 Johnson se postula y ganó la elección partidaria. En las elecciones generales de 2019, Johnson logra la mayor victoria parlamentaria desde 1987 del Partido Conservador, con el 43,6 % de los votos, siendo éste el mayor porcentaje alcanzado por un ganador desde 1979.
Asume como primer ministro el 24 de julio de 2019. No sin enormes dificultades y dejando abiertas muchas dudas, su gobierno logra un acuerdo que habilita que el Brexit se concretase el 31 de enero de 2020.
De allí en más, queda al descubierto la debilidad y la improvisación de Johnson como gobernante. Su gestión de la pandemia del COVID 19 no sólo estuvo signada por ciertos hechos que dejaron al desnudo abusos de poder, sino también la falta de un liderazgo capaz de mostrar que la sexta economía del mundo tenía bases sólidas y se despejaban las inconsistencias.
Reino Unido es la sexta economía más grande del mundo, detrás de los Estados Unidos, China, Japón, Alemania e India y la segunda en Europa, compuesta por las economías de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte, en ese orden según su peso en el PIB. Se trata de una economía apoyada en el sector de servicios, que representa alrededor de las 3/4 partes de su economía, con una industria fuerte y diversificada, de fuerte liderazgo en la aeronáutica, la energía y la logística, aunque ésta se ha debilitado como resultado de una mayor tercerización de la economía británica.
Pero he aquí uno de sus mayores problemas, y que ayudan a entender algunos aspectos de la profunda crisis: el Reino Unido tiene la mayor desigualdad de ingresos entre los países de la OCDE y las mayores disparidades regionales de Europa. Es que los ingresos que concentran el 1% más rico de la población se han duplicado en los últimos 30 años, trepando del 4% a más del 8,5% del producto interno bruto (PIB) en 2018.
Pero ya en el 2014 la brecha entre ricos y pobres en el Reino Unido era un problema agudo y sin perspectivas de solución. Un informe de la ONG Oxfam advertía por aquel entonces que las cinco familias más adineradas del Reino Unido concentraban más riqueza que un quinto de toda la población del país, globalmente considerados. Expresado de otra manera, esas cinco familias eran más ricas que 12,6 millones de ciudadanos británicos.
Según la revista Forbes, en su lista 2014 esas cinco familias más ricas eran la de Gerald Grosvenor, Duque de Westminster, propietaria de tierras; la familia Cadogan, propietaria de terrenos en los barrios más exclusivos de Londres; David y Simon Reuben, del sector de metales e inmobiliario; los hermanos Hinduja, del sector bancario; y Mike Ashley, propietario del club de fútbol Newcastle United.
En tren de detalles, la familia Grosvenor es dueña de 77 hectáreas en los exclusivos barrios de Belgravia y Mayfair en la capital británica, cercanas al Palacio de Buckingham. Oxfam afirmó que Grosvenor y su familia tienen más riqueza (7.900 millones de libras o US$13.140 millones), que el 10% de los más pobres del Reino Unido.
Uno de ellos, de los del 1%…
El ahora designado primer ministro Rishi Sunak es quien perdió la interna partidaria, hace mes y medio, con Liz Truss, que apenas pudo permanecer 44 días en el gobierno. Es decir, asume el derrotado cuya ganadora apenas sí pudo anunciar medidas que en pocas horas negaba o descartaba. No hubo candidatos nuevos, sino una reafirmación de la precariedad política de los tories.
Ni siquiera el hecho de ser el primer ministro de religión hindú ha alentado a los ingleses a destacar este elemento, de que una minoría étnica, llegara al máximo cargo político del reino. Pero Sunak, más allá de esa particularidad, es el diputado más rico del parlamento. The Sunday Times ha publicado en estos días que la fortuna de Richi Sunak y de su esposa Narayana Murthy suma unos 730 millones de libras esterlinas, algo así como 845 millones de euros.
Los ojos de los críticos están atentos para ver si Murty cumple con su compromiso asumido a principios de este año. Es que a comienzos de 2022 se conoció que Akshata no había pagado impuestos en el Reino Unidos por las “grandes ganancias en el extranjero”. Y si bien se asume que es legal, es…. por ello ella accedió a comenzar a pagar impuestos adicionales a partir de este ejercicio fiscal.
Sunak era uno de los “fiesteros” de Johnson, de los multados por asistir a las fiestas que violaron las normas anticovid. Pertenece a este núcleo de estrellas políticas de meteóricas ascensiones: diputado en 2015, secretario jefe del Tesoro en julio de 2019 y ministro de finanzas desde febrero de 2020, cargo al que renunciaría el 5 de julio pasado, precipitando la caída de Johnson.
Expectativas, pocas
Con sus 42 años, y en su condición de ser el más joven en asumir esta responsabilidad desde el siglo XVIII a la fecha, no ha logrado despertar expectativas.
Este lunes, apenas obtener su victoria partidaria, Sunak fue abucheado por parlamentarios conservadores. Él ha respondido reiterando un llamado a la unidad partidaria y nacional. “Tenemos que ponernos detrás de él”, declaró a los medios Therese Coffey, que fuera viceprimera ministra de Truss. Obviamente, no ayudó mucho.
Lo que más temen hoy los tories es la posibilidad de un llamado a elecciones, lo que podría precipitar un desastre electoral conservador, pero el laborismo necesita de una mayor cohesión propositiva. Las encuestas le dan 17 puntos de ventaja sobre los tories. Si ello se reflejara en un resultado electoral, sería de una dimensión similar a la histórica victoria de Tony Blair de 2001. La sombra de Blair no es mucho halago. En enero, 950 mil firmas peticionaron que se le retire el título de caballero, por su papel decisivo para la invasión de Irak, Aunque en marzo pasado admitió que “puede haberse equivocado”.
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