En una entrevista reciente con el diario El País, un candidato a la presidencia planteó que “la nueva política no está tan atravesada por si son de izquierda o derecha, sino por lo generacional”. Esta afirmación abre un debate crucial sobre la naturaleza de la política contemporánea y su evolución. Este artículo busca analizar brevemente los dos argumentos subyacentes: la relevancia de la dicotomía izquierda-derecha y el papel de la generación en la política actual.
La distinción entre izquierda y derecha tiene sus raíces en la Revolución Francesa, cuando los miembros de la Asamblea Nacional se sentaban a la izquierda o a la derecha del presidente del parlamento, dependiendo de su apoyo u oposición al antiguo régimen. Esta división se consolidó a lo largo de los siglos XIX y XX, marcando el espectro político con ideologías que abarcan desde el socialismo y el comunismo hasta el liberalismo y el conservadurismo.
Históricamente, las ideologías han sido fundamentales para movilizar a los ciudadanos, definir programas de gobierno y establecer las bases de la política económica y social. Según el politólogo italiano Norberto Bobbio, la diferenciación entre izquierda y derecha se basa en los valores de igualdad y libertad. La izquierda tiende a ver la igualdad como una condición para la libertad real: sin una base de igualdad, las libertades formales no son accesibles para todos. En cambio, la derecha tiende a ver la libertad como un valor primordial y a menudo desconfía de las políticas de igualdad que, según su perspectiva, pueden llevar a la coerción estatal y a la limitación de la libertad individual. Estos marcos ideológicos han guiado políticas públicas, influenciado movimientos sociales y determinado alianzas internacionales.
El argumento del candidato sugiere que las divisiones tradicionales de izquierda y derecha han sido eclipsadas por factores generacionales. Sociólogos y politólogos han señalado que cada generación, influenciada por eventos históricos y contextos socioeconómicos, desarrolla valores y prioridades distintas. Así, la Generación X, los Millennials y la Generación Z tienen actitudes diferentes hacia temas como el cambio climático, la tecnología y la justicia social.
Desde esta perspectiva, la política generacional refleja una transformación donde los jóvenes se identifican menos con etiquetas tradicionales y más con causas específicas como el feminismo, los derechos LGBTQ+, y la justicia racial y ambiental. Estos movimientos trascienden las categorías ideológicas convencionales, enfocándose en soluciones prácticas a problemas urgentes.
Desde la filosofía política, se puede argumentar que la dicotomía izquierda-derecha y la política generacional no son mutuamente excluyentes, sino que coexisten en una tensión dinámica. El argumento lógico subyacente puede ser descompuesto en dos proposiciones:
A – Las categorías de izquierda y derecha son menos relevantes en la política actual.
B – La política generacional ha tomado su lugar.
Para evaluar la validez de estas proposiciones, debemos considerar varias premisas:
1 – Las categorías de izquierda y derecha todavía estructuran gran parte del discurso político y las políticas públicas.
2 – Las prioridades generacionales están influenciadas por contextos históricos específicos, que pueden coincidir o divergir de las ideologías tradicionales.
3 – La percepción de relevancia puede variar según el contexto geográfico y cultural.
Lógicamente, es un error asumir que la emergencia de una nueva variable (generacional) anula la relevancia de otra (ideológica). Más bien, la política contemporánea puede estar caracterizada por una intersección compleja entre ambas dimensiones.
Desde la perspectiva de la ciencia política, las ideologías siguen siendo cruciales para comprender la organización de los partidos políticos, las estrategias electorales y las políticas de gobierno. Las investigaciones muestran que, a pesar de las nuevas prioridades generacionales, las etiquetas ideológicas continúan siendo relevantes en la estructuración del sistema político. Las ideologías proporcionan un marco coherente para la formulación de políticas y permiten a los ciudadanos identificar y alinear sus preferencias políticas.
Sin embargo, la creciente importancia de la política generacional sugiere una evolución en la naturaleza del conflicto político. En lugar de reemplazar a las ideologías, las prioridades generacionales pueden estar reconfigurando las coaliciones políticas, dando lugar a nuevos lineamientos y estrategias. Los partidos políticos tradicionales enfrentan el desafío de integrar estas nuevas prioridades sin perder su base ideológica.
La convergencia de la política generacional y la ideológica tiene profundas implicaciones. En primer lugar, puede llevar a una mayor fragmentación del electorado y a la emergencia de movimientos y partidos que representan intereses específicos. En segundo lugar, puede influir en la formulación de políticas públicas, donde las soluciones transversales y pragmáticas ganen terreno sobre las propuestas ideológicas puras. Finalmente, puede impactar la gobernabilidad, obligando a los líderes a ser más adaptativos y receptivos a una diversidad de demandas sociales. Comprender esta dualidad es esencial para navegar el complejo panorama político actual y anticipar las futuras transformaciones en la arena pública.
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