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Una humanidad suspendida

Una humanidad suspendida
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Horacio Camandulle y Carlos Diviesti se conocieron a raíz del estreno del filme Gigante (de Adrián Biniez, 2009, protagonizada por Camandulle y Leonor Svarcas) en el festival BAFICI de Buenos Aires. A Diviesti le gustó la película, le escribió a Camandulle aprovechando que venía a Montevideo y se juntaron por una nota. “Esa nota terminó en una charla de cuatro horas -cuenta el actor- y aparte de con un cinéfilo me encontré con un tipo de teatro”. La amistad se nutrió de viajes de intercambio en los que Camandulle viajaba a Buenos Aires, quedándose en casa de Diviesti, y viceversa. Así el actor frecuentaba espectáculos porteños y Diviesti se acostumbró a ver teatro en nuestra ciudad. “Hace doce años aproximadamente que voy por lo menos tres veces al año a Montevideo, -añade el escritor- antes de la pandemia iba muchísimo más seguido. Y cada vez que voy paso por el Solís y veo lo que hace la Comedia, voy a El Galpón, a La Candela, al Circular. Así empecé a tener como una vivencia de qué es lo que mira, que es lo que ve, que es lo que aprehende el espectador uruguayo”.
Pronto se sumó al intercambio rioplatense el también actor uruguayo Pablo Isamsendi, lo que disparó en Diviesti la idea de una obra teatral. “Cuando tenía veinte años -continúa- leí la novela de John Steinbeck De ratones y hombres y siempre me quedó en la cabeza la idea de hacer algo. Cuando conozco a Horacio en el 2011 me dije ‘este es Lennie’ y cuando veo que están haciendo un dúo cómico con Pablo pensé ‘estos son Lennie y Milton”. Es así que la materialidad física de los actores constribuyó a que el escritor escribiera El polvo en el vendaval, que se estrenó en 2019 bajo la dirección de Marcel Sawchik. En el 2020 los dos actores cambiaron de rol para dirigir Domingo en el recreo, texto que Diviesti escribió a partir de una noticia que leyó en el diario La Nación de Argentina sobre una chica y un chico que al cumplir 18 años y no ser adoptados por ninguna familia debían abandonar el asilo donde habían crecido. El elenco lo conformaban Cecilia Martínez, Ezequiel Núñez, Sara de los Santos y Fabiana Charlo y se estrenó en el Teatro Victoria, que también había recibido El polvo en el vendaval.
Finalmente este año se estrena El hombre en suspenso, que tiene como disparador principal la historia una noticia que leyó Isasmendi sobre Kevin Strickland, una persona que pasó 42 años presa por homicidio en los Estados Unidos sin que se demostrara su culpabilidad. Pablo le contó de la noticia a Diviesti, que estaba en Uruguay en ese momento, y le dijo que le parecía interesante para hacer una obra de teatro. El escritor se puso manos a la obra, leyó la nota, y mientras estaba de vacaciones en Parque del Plata “salió una primera versión que es muy parecida conceptualmente a lo que terminó en la obra”.
Si algo caracteriza a las obras de Diviesti es el que parte de personajes ignorados u olvidados, sean obreros anónimos o niños abandonados. Pero más allá de esto, según sus palabras: “lo que me gusta de esta clase de personajes no es solamente la cuestión social o política que ponen en el tapete sino que se tienen que imponer a las dificultades que les plantea el contexto en el cual se desarrollan. Me parece que esa clase de personajes son los que sin necesidad de armar una trama alrededor crean un conflicto lo suficientemente fuerte como para que el espectador salga pensando en qué le resuena esa historia. Por otra parte mis obras en su mayoría se anclan al pasado. Yo creo que no hay mejor manera de hablar del presente que invocando el pasado, pero no como una cuestión nostálgica sino como un espejo. No podemos reflejarnos en otro espejo que no sea el del pasado. Las naciones, los pueblos o las ciudades, como es el caso de Buenos Aires por ejemplo, que viven a espaldas del pasado terminan pagando las consecuencias. Y esto es uno de los temas sobre los cuales me gusta hablar”.
El suspenso al que está sometido Michel Expósito tiene que ver con su humanidad. Sus marcas de identidad son el nombre que le dio su madre antes de abandonarlo, un apellido genérico y un documento que ni siquiera recoge estos datos. El único afecto que recuerda es el que le brindó “la Hermana María Cecilia”. Es así que el personaje se acerca a la platea, mira de cerca al público y confiesa: “No estoy acostumbrado a hablar con gente normal”. Estas palabras, tomadas de la historia real que inspiró la obra, son claves para entender la deshumanización a la que ha sido sometido el personaje. Salido del hogar en que creció es acusado de un crímen que no comete y pasa treinta años preso. Así, su vida deja de tener vínculos con el devenir de la sociedad que lo encierra ¿Y cómo se construye una subjetividad de esa forma?
Al salir de la cárcel Michel recibe una pensión y ciertas facilidades merced a la “Organización No Gubernamental Cárceles más Humanas”. La ironía no puede ser mayor, la cárcel deshumaniza, cortando a las personas el contacto con la sociedad “integrada” y con la historia que transcurre fuera. De esta manera este “hombre en suspenso” carece de historia, apenas algunos puntos geográficos en su memoria lo ubican en una Montevideo que ya no existe. Recuerdos de películas juveniles, de lecturas inconexas y relatos de fútbol construyen una “memoria” fragmentada que no logra articularse con la sociedad que lo encerró durante décadas. El viaje casi mtefórico en el que Diviesti coloca al personaje, yendo hacia “el fin del mundo” en un Transatlántico, busca, como se señala en el programa de mano que Michel logre “redimirse ante la mirada de los demás, una mirada que, extrañamente, jamás se fijó en él. Y que probablemente tampoco lo haga nunca”.

El hombre en suspenso. Texto: Carlos Diviesti. Dirección: Horacio Camandulle. Actúa: Pablo Isasmendi. Diseño del espacio: Claudia Schiaffino. Vestuario: Nieves Pereyra. Mundo sonoro: Nico Soto. Iluminación: Juan Pablo Viera. Fotografía: Hebe Valla.

Funciones: domingos 19:30 (hasta el 18 de junio). Teatro Victoria

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Leonardo Flamia Periodista, ejerce la crítica teatral en el semanario Voces y la docencia en educación media. Cursa Economía y Filosofía en la UDELAR y Matemáticas en el IPA. Ha realizado cursos y talleres de crítica cinematográfica y teatral con Manuel Martínez Carril, Miguel Lagorio, Guillermo Zapiola, Javier Porta Fouz y Jorge Dubatti. También ha participado en seminarios y conferencias sobre teatro, música y artes visuales coordinados por gente como Hans-Thies Lehmann, Coriún Aharonián, Gabriel Peluffo, Luis Ferreira y Lucía Pittaluga. Entre 1998 y 2005 forma parte del colectivo que gestiona la radio comunitaria Alternativa FM y es colaborador del suplemento Puro Rock del diario La República y de la revista Bonus Track. Entre 2006 y 2010 se desempeña como editor de la revista Guía del Ocio. Desde el 2010 hasta la actualidad es colaborador del semanario Voces. En 2016 y 2017 ha dado participado dando charlas sobre crítica teatral y dramaturgia uruguaya contemporánea en la Especialización en Historia del Arte y Patrimonio realizado en el Instituto Universitario CLAEH.