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Una mujer providencial

Una mujer providencial
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María Corina Machado es una ingeniera industrial que proviene de una familia acomodada. No tendría necesidad de correr el riesgo de acabar mal, por equivocaciones propias o por las mil zancadillas del chavismo, una perspectiva lógica en la política actual de Venezuela.
La oposición ha tenido altibajos en su cohesión interna, además de estar siempre amenazada con inhabilitaciones electorales y cierres de medios de comunicación. No se podría echarle las culpas de que Maduro siga en el poder. Una atmósfera de impotencia ha crecido sobre la oposición que no había conseguido darse una estrategia eficaz a pesar de que las condiciones sociales la hubieran favorecido. El chavismo consiguió fundir la industria petrolera, cinco millones de venezolanos han sido empujados a vivir en el exterior, y su situación económica figura en los peores lugares del mundo. La oposición se autoflagela por su incapacidad para movilizar a los sectores más populares, que acaban en las trampas del chavismo.
Los resultados que Maduro dio a conocer a pocas horas de cerrarse los comicios, fraguados por una delegación china procedente de Cuba, y personal de confianza de Maduro, según lo denunció públicamente Felipe González, no condicen con las pruebas que consiguió reunir el equipo que organizó la oposición, en base a las actas reales, emitidas al cierre de cada mesa electoral, y entregadas a cada delegado partidario. En doce horas de trabajo, la oposición consiguió organizar el 83% de las actas para demostrar cómo el chavismo había hecho trampas, una vez más. Esos resultados fueron transmitido a gobiernos de todo el mundo, aparte de haberse creado una página web para que cualquier ciudadano, de cualquier país, pudiera consultarlos. Este ha sido el golpe de gracia al chavismo. Nadie podrá tapar, jamás, el enorme fraude que se produjo en Venezuela el pasado 28 de julio de 2024.
La oposición venezolana, unida o peleada entre sí, supo poner los valores democráticos por encima de cualquier circunstancia personal o necesidad partidaria. Esto tiene y tendrá una enorme repercusión en la región. Si bien es un proceso que está en desarrollo, la opción de seguir los carriles democráticos, cuidarlos y no bajar los brazos, tendrán un efecto pedagógico en América Latina, donde el cortoplacismo y el cansancio ante los fracasos han abortado tantos esfuerzos generosos. La democracia tiene otro ritmo respecto al discurso encendido, y apresurado de la mayor parte de las iniciativas políticas que hemos vivido a lo largo de la vida republicana de nuestros países. La situación es grave en Venezuela, como hemos dicho un poco antes. La pobreza ha crecido al mismo tiempo que el gobierno chavista y sus amigos se han enriquecido. La emigración se llevó primero a los que más podrían haber aportado al desarrollo de un país rico en recursos, la grieta entre los venezolanos se ha vuelto crónica. Todo esto hubiese aconsejado quemar las naves, jugarse el todo por el todo, sin mirar los costos, como ha pasado en casi todos los países de América Latina. Pero no fue así, ha quedado demostrado que el venezolano ama tanto vivir en paz, como ama la democracia.
Desde los primeros meses de la revolución cubana, los intentos de crear una guerrilla inspirada en la Sierra Maestra, con la presencia de militares cubanos, se sucedieron y todos fracasaron. El sistema político venezolano es inmaduro, como en casi todos nuestros países, pero ha sobrevivido, como este nuevo intento frente a un Estado inspirado y monitoreado por Cuba. Fidel Castro la vio larga y no se despegó de Hugo Chávez, aunque testimonios fiables afirman que Castro lo despreciaba. Chávez estaba obsesionado por unir a Cuba y Venezuela en un solo país; su insistencia ponía a Castro de mal humor. Algún día se sabrán muchos detalles de esa relación, incluyendo el proceso de la enfermedad de Chávez, tratado con secretismo por parte del equipo médico cubano.
Fidel Castro consiguió oxígeno con Hugo Chávez. Puso al mando de la enorme delegación cubana a un hombre del Moncada, el general Ramiro Valdés, comandante de la revolución. Bajo su mando, Cuba consolidó la conquista que no había conseguido a través de los intentos por crear un foco guerrillero en uno de los países claves de América Latina. No se sabrá nunca lo que Venezuela transfirió al gobierno de Cuba a través de esa alianza que está en el cerno de la tozudez del ocupante del palacio de Miraflores.
María Corina Machado ha conseguido vencer en las urnas y demostrar lo que nunca se había podido demostrar fehacientemente. Esto pone en aprietos a tres pesos pesados de la izquierda latinoamericanas, que se comprometieron públicamente a pedir que Maduro demuestre que ganó la elección lícitamente. Se calcula que Maduro tiene unos 900 millones de dólares en un banco del exterior, incluso ha trascendido hasta su número de cuenta, pero no es el exilio dorado lo que inquieta a Maduro sino el espejismo de un poder que ha forjado a lo largo de todo el chavismo. Ahora ya no solo Cuba está prendida de la ubre de Venezuela, sino también Rusia y China, a la que Venezuela le debe unos 60 mil millones de dólares, a lo que se le debe sumar reservas petrolíferas comprometidas y grandes yacimientos de minerales en la cuenca del Orinoco cedidos a ese país.
¿Podrá el gobierno surgido de estas elecciones fraudulentas con todo esto? Para cruzar el río primero habrá que llegar al puente. Hacia allí va el golpeado pueblo de Venezuela, liderado por una ingeniera industrial de 56 años, acostumbrada a hacer cálculos de probabilidades. En un continente políticamente machista le tocó a ella echar abajo la estructura de robo a cielo abierto que ha montado el castro-chavismo en la tierra de “El salario del miedo”, la maravillosa película de Clouzot, con un Yves Montand en sus primeras armas, donde ya las entrañas de Venezuela atraían a aventureros de todo el mundo.

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