Se cumplió en Venezuela con un proceso electoral que establecerá quién dirigirá el Ejecutivo y las Fuerzas Armadas. Dos fueron las corrientes tenidas en cuenta: la de Maduro, por la continuidad de una pretensión chavista, y la de Edmundo González Urrutia (corifeo de María Corina Machado).
El presidente de México declaró sobre los comicios: “hacemos un llamado respetuoso a todos los gobiernos para que no haya intervencionismo. Ningún gobierno está autorizado; no es legal, no es legítimo, el emitir un fallo dando perdedor o ganador a un candidato de otro país. ¡Qué es eso!, si no hay un gobierno del mundo. Eso no tiene que ver con la democracia, ni con el respeto a la independencia, a la libertad, a la soberanía de los pueblos”.
Al señalar ciertos pronunciamientos -sin citar a EEUU o la UE- Andrés Manuel López Obrador dijo: “No les corresponde, se están extralimitando.(…) ¿Dónde está la ley? ¿Qué dice el derecho internacional en esta materia? (…) ¿Quién autoriza pronunciarse a favor de un candidato, si todavía no aparecen las actas?”
Sobre lo vergonzoso de la OEA: “¿Cómo en una elección de un domingo, el martes el secretario general está sentenciando sin ninguna prueba?; (…) no sólo sentenciando, sino calificando la elección, ya dando como triunfador a un candidato”.
Tres presidentes – Luiz Inácio Lula Da Silva, Gustavo Petro y López Obrador – procuran acceder a un acuerdo pacífico que dé a Venezuela un futuro independiente, soberano. Asimismo, al tiempo que se emplean en convencer a otros gobernantes, demandan en un comunicado a las autoridades electorales venezolanas “que avancen de forma expedita y den a conocer públicamente los datos desglosados por mesa de votación». Además, llaman a que las controversias sobre comicios sean «dirimidas por vía institucional».
Sin embargo, Edmundo González Urrutia –a punto de cumplir 75 años- se exhibe como presidente, por lo que acotamos el sarcástico comentario de que tal vez lo haga “por el ‘sueño húmedo’ de su “promotor”, Antony Blinken (canciller de EEUU), que ya dio la orden de que él es el bueno”. Los críticos sostienen que Venezuela fue el nombre encubridor que permitió a las derechas mundiales simular inocencia «democrática».
Venezuela es un país de América Latina donde sus recursos no están controlados por EEUU, afirma el lusitano Boaventura de Sousa Santos, y comparto con él la calificación acerca de que “no soy, ni he sido nunca, un chavista acérrimo: Hugo Chávez Frías fue un benévolo meteorito político que sacudió el subcontinente latinoamericano y el mundo en la primera década del siglo XXI”.
El país mantiene el control sobre las Fuerzas Armadas -que ya convalidaron la legitimidad del proceso y desestimaron todo fraude- y los recursos naturales (las mayores reservas de petróleo, tierras raras, oro, hierro, a los que se agregan valiosos tesoros si le es reconocida la posesión territorial del Esequibo).
La situación generada a partir del uso de motores de explosión le dio al petróleo un valor superior; en el caso que vemos, nos encontramos con uno de los mayores proveedores mundiales, con los más grandes yacimientos. Esto ha hecho a la nación dependiente casi total de su extracción y exportación. El diputado mexicano Gerardo Fernández Noroña le imputa la atracción de la Casa Blanca por controlar a Caracas. En cuanto a las Fuerzas Armadas, con su oficialidad formada nacionalmente se han librado de la mala influencia de la estadunidense Escuela de las Américas.
Al continuar con la reflexión del conimbricense, reconozco que el país, atacado por la derecha mundial, se cerró y sumó la tragedia de la muerte del Comandante Chávez, con lo que se abrió el camino al conflicto actual, en tanto el modelo de Socialismo del Siglo XXI no alcanzó a tener sustento ideológico contundente, masivo, dando paso a una burocracia creciente en que el Ejército avanzó ocupando espacios que debieron pertenecer a la comunidad, poniéndolos a disposición del poder popular.
La UE -al igual que EEUU- con siete países iniciales y luego los veintisiete, no esperó el recuento total de los comicios y proclamó presidente a González Urrutia aún cuando antes había analizado el sistema de votación, sus normas y operación, concluyendo -como los 900 pares de ojos llegados para observar- que se trataba de uno de los más seguros y protegidos contra un fraude. ¿Por qué es tan inequívoco para las autoridades de la UE, pese a lo sostenido y comprobado antes, que puede haber existido un intento y se habría materializado el fraude que denuncian?
La participación estadunidense en nuestra geografía se integra -si consideramos el pasado y llegamos a hoy- en dirigir las naciones tanto como coadyuvar en golpes de Estado -que pueden incluir o no intentos de asesinato de líderes- y sanciones económicas. En la actualidad se contabiliza que contra Venezuela se la golpea con cerca de mil sanciones impuestas a través de los últimos años. Las sanciones causaron el derrumbe veloz de los planes sociales y el empobrecimiento de masas populares: dicen observadores que se incluyen muertes por escasez de medicamentos de aplicación común. Este empobrecimiento repentino puede contabilizarse, en parte, por la emigración de unos ocho millones de personas.
Planteada la situación, surge una pregunta: ¿volverá EEUU a la época de las intervenciones con “cañoneras”; amagará; ocurrirá algo de ese tenor antes o después del 10 de enero de 2025? ¿Escogerá un camino de sanciones el futuro que lidere EEUU o impondrá unilateralmente un nuevo cerco económico?
En la actualidad, la economía venezolana es la de mayor crecimiento en Sudamérica, pero ocurre, como lo decimos, luego de un desastre descomunal, no atenuado por ninguna fórmula gubernamental.
Por último: sin apoyar a Maduro, reconociendo que el oficialismo no ha presentado papeletas del escrutinio según las cuales los guarismos le son favorables, ¿por qué quienes reclaman para sí el triunfo opositor no muestran todas las actas de la elección; por qué exigen sólo al oficialismo?
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