“Y HOY TE VI” de Eduardo Mateo fue grabada por Sandra Mihanovich en 1976 para la película “SOLA” dirigida por el guionista y director argentino Raúl de La Torre. Horacio Molina —cantante y amigo de Mateo, y gran difusor de su obra en Argentina— le había enseñado a Sandra esta canción y ella imaginó que calzaba con el espíritu de la película. La leyenda dice que uno de los productores del filme había viajado a Uruguay para negociar con el autor (imagino el periplo de pensión en pensión del tipo), y que finalmente lo encontró; y que Mateo lo recibió de una manera poco “amable” (un Mateo que en ese entonces tenía una práctica muy particular que era la de utilizar una media can-can para alisarse el pelo, y así habría salido a recibirlo).
La versión que hizo para el álbum MATEO y TRASANTE (Sondor, Montevideo, 1976) es bastante singular. Siempre me chocó un poco y la entendía como un capricho. El sello le había exigido a Mateo incluirla en el disco (por motivos comerciales razonables) pero esto a él no le interesaba porque estaba trabajando en una nueva dimensión estética. El viaje artístico que estaba llevando adelante junto al percusionista Jorge Trasante, era muy distinto a lo que había hecho hasta entonces. Y la inclusión de una balada “romántica” (por supuesto que no ingresa en el status de una balada de un artista melódico-internacional) no encajaba en el aquel contexto, por más que se tratara de una composición propia. A mediados de 1970, muchos compatriotas tuvieron que abandonar el país por motivos políticos o buscando nuevos horizontes económicos. En la tarde que se grabó “Y HOY TE VI”, el autor atravesaba un estado de congoja extremo pues muchos de sus amigos —músicos o no—se habían marchado al exterior. De ahí el canto desgarrado y la decisión de sumar guitarras aleatorias y cortantes; quedando una trama dolorosa, hiriente. Mateo trasladó su sentimiento de angustia a una balada que alude a una relación amorosa. E hizo lo que casi nadie haría. Cualquier músico normal la hubiera incluido sin chistar, respetando el arreglo original y esperando con eso atraer al público. Pero Mateo no lo razonó de esa forma. La balada tiene uno de los textos más bellos y profundos que se hayan escrito. “Cuando en las noches largas/ Una esperanza miente/ Cuando la angustia es fuerte/ Sufres, te mueres// Cuando a la puerta triste/ Llama la tarde fría/ Quiere tu noche tibia/ Sufres, te mueres”. Para cuando Mateo compuso la canción, el mundo musical vivía un extraño auge del Barroco, sobre todo de la música de J. S. Bach que sonaba en todas partes, llegando a los límites de la música popular.
La canción que surgió en aquel momento, influenciada decididamente por Bach, fue “A Whiter Shade Of Pale” de los británicos Procol Harum —evidente modelo para “Y hoy te vi”. El aroma melancólico de la famosa Aria de la Suite Orquestal en re (BWV 1068), aparece aquí de manera evidente. Y el texto que construye Mateo es perfecto para la música que lo envuelve. “Y hoy te vi, nena/ Mirando rosas, hoy te vi/ Tú nunca dices que hay en ti (…)”. La misma referencia a la naturaleza, como escenografía de la soledad, reaparece en varias canciones de Mateo de aquel período. Y el modelo receptor de los versos pareciera ser la misma persona. “Esa tristeza que tienes/ viene de un rostro cansado/ viene de manos abiertas/ por manos que han escapado”—dice en “Esta tristeza”. El estribillo tiene el mismo sentido que el de “Y hoy te vi”: “Piensas/ vagas y piensas”. Y esto se repite en “Mejor me voy”: “Tal vez te guste mucho pasar tus horas/ Sola/ Mucho me duele ver que cuando piensas/ Lloras”. Dice exactamente lo mismo en las tres sobre una “extraña dama” que fue, sin dudas, Diane Denoir. O eso se supone, pues las tres canciones fueron escritas para que ella las interpretara y posteriormente fue quien las grabó por primera vez. En la versión de MATEO Y TRASANTE pareciera haber una manifiesta intención de “borrar” la composición. Es como si un artista plástico, descontento con una de sus obras, se propusiera enmendarla quitándole o sumándole elementos. Aunque si sacáramos todas las capas de guitarras agregadas aparecería la base armónica original. Cantada de una forma poco creíble, como buscando suprimir todo vestigio de ternura o melodismo. De cualquier forma, los intérpretes se basan en la versión original de Denoir, o en la más reconocida, grabada por la Mihanovich. Versiones aterciopeladas, que contrastan mucho con la intención de Mateo al grabarla en 1976. La balada siguió su camino lejos del radar de su autor, que nunca la volvió a cantar en vivo, interesado en exploraciones cada vez más vanguardistas, alejadas incluso de lo tonal, hasta llegar a su último álbum, LA MOSCA de 1990 que sella su carrera y su vida. La canción sobrevive porque está instalada como un clásico, pero un clásico de un compositor singular. ¿Qué autor de canciones no estaría satisfecho de haber escrito “Y hoy te vi”? Para Mateo, quizá, era solo un fantasma de juventud. Para nosotros —oyentes mortales—sigue siendo belleza pura transformada en canción.
RECUADRO
ACLARACIÓN
El pasado 12 de septiembre de 2024 se publicó en el Semanario Voces la nota «En mi país, qué tibieza…», firmada por Jorge Alastra. Agradecemos mucho la nota, pero quisiéramos señalar, con el mayor respeto, un pequeño error que se ha cometido en relación a la biografía de Zitarrosa.
En cierto momento se dice lo siguiente:
«Los que más o menos conocen la biografía de AZ sabrán que su relación paterna fue muy complicada; dura y distante, y que AZ fue criado por otro hombre (Carlos Durán) que él quería mucho. Durán era uruguayo y el padre biológico, argentino. Zitarrosa jamás quiso tener contacto alguno con su hijo, aun cuando Alfredo se había convertido en una enorme figura popular.»
Sin embargo, el padre biológico de Alfredo Zitarrosa fue Francisco Sureda, médico uruguayo que nunca quiso reconocer ni establecer contacto con Alfredo. Por otro lado, quien le dio su apellido fue Alfredo Nicolás Zitarrosa, un argentino que se casó con Blanca, la madre de Alfredo, cuando este ya era un escolar.
Esperamos que esta aclaración sea de interés.
Saludos cordiales,
Martín Monteiro.
Director del Archivo Zitarrosa.
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