Vuelvo / quiero creer que estoy volviendo
con mi peor y mi mejor historia
conozco este camino de memoria
pero igual me sorprendo
M. Benedetti
Hace algún tiempo y después de un recorrido en las páginas de Voces decidí dejar de escribir. Salía en una columna que yo mismo había titulado de Certezas e incertidumbres donde el análisis que hacía partía exactamente de esas dos condiciones.
Hoy, y después de varios años, se me vuelve a presentar la dulce necesidad de escribir. Tal vez más alejado aún de la línea editorial del semanario (no se asusten, por ahora no voy a hacer referencia a eso), y a pesar de ello con generosidad me dijeron que volviera. Cumplo así mi parte dentro de esta parábola del hijo pródigo, aunque sin arrepentimiento de mi última despedida.
Con muchas de aquellas certezas e incertidumbres vuelvo, pero también con varias nuevas de ambas. Sin embargo, mi imposibilidad de hacer análisis políticos por el lugar que ocupo en el Instituto Nacional de Colonización, me determina que aquellos que antes eran mi principal eje temático no los voy a poder tocar.
Es por lo anterior que debo dejar claro que a lo que voy a referirme se enmarca en mi derecho como usuario y no por otra causa.
Una vez creado el Sistema Nacional Integrado de Salud a fines de 2007 tomé la decisión de dejar mi, desde siempre, afiliación mutual para pasar a atenderme en el sistema público. Es así que desde el 2008 me he atendido únicamente como usuario de ASSE. El argumento es participar desde adentro del servicio que históricamente se les brindaba a aquellos orientales más vulnerables. Comprobar la mejoría o las falencias mediante mi propia experiencia y poder reconocer los avances y actuar como actor crítico frente al sistema.
Pude constatar como usuario entonces que la atención recibida siempre estuvo acorde a lo esperado, más allá de las dificultades que puede haber en el conjunto del sistema. El acceso a especialistas, análisis y medicamentos con más o menos demoras se cumplían igual, cuando no mejor que en el sistema mutual al que había pertenecido durante más de las 4 décadas anteriores. Esta afirmación que hacía en reuniones familiares o de amigos eran a veces respondida con incredulidad y críticas por aquellos galenos con más perfil empresarial. Hecho este que nunca terminé de entender, ¿por qué podía molestar a algunos profesionales de la salud decir que no tenía quejas de mi atención en el servicio público?
Con la nueva administración, e insisto que hablo como simple usuario, hubo un deterioro del servicio en general. Sin embargo, el hecho de la pandemia me llevó a la indulgencia necesaria por vivir una situación especial. Particularmente, el centro dónde me atendía (el Hospital Español “Dr. Juan José Crottogini”) pasó a ser centro covid y eso complicó bastante la dinámica anterior. Pero en períodos especiales la paciencia, y atención con la palabra, es un tema que hay que saber desarrollar. Y por ello puse paños fríos a las experiencias en las que pude ver un claro decaimiento (aumento de los tiempos para especialistas, pérdidas de análisis clínicos o esperas de más de 4 horas para recibir los medicamentos recetados). Paciencia, cuando pase la pandemia todo va a volver a la normalidad.
Pasó la pandemia, sí ya sé, no del todo, pero en términos generales el país volvió a su cauce. Sin embargo, algo se perdió en el camino.
Cuatro meses esperando para una ecografía abdominal, pacientemente esperando. Del oeste montevideano al otro extremo de la ciudad. Bien, paciencia, ese procedimiento antes se hacía en el Hospital Español pero bueno, aceptemos pacientemente el cambio de la gestión. Algún motivo habrá. Tres llamados de Asse, para recordarnos estar en tiempo y en forma (hacer la dieta y las indicaciones correspondientes). ¡Al principio debo confesar que me dije, el sistema público sigue funcionando, arriba! Una verdadera atención personalizada.
Y allí estuvimos, en tiempo y en forma, junto con otros 24 usuarios. Gente humilde, que venía de distintos puntos de la ciudad. Con sus dificultades, sus tiempos, sus angustias y muchas más incertidumbres que certezas.
Una hora y media después de la convocatoria, como alguno menos paciente, preguntó cuándo empezaba la sesión de ecografías, se nos contestó que la persona que hacía las ecografías no había llegado y tampoco había avisado nada. Ahí sí una media docena, alguno más, de los impacientes pedimos explicaciones. Y realmente la decepción fue mayúscula. Los responsables del centro dijeron que ellos solo ponían el local, que no se podían comunicar con la persona a cargo de las ecografías. Se pidió entonces el nombre para hacer algún reclamo. Se contestó que bueno, que era un grupo y que no podían identificar a quién le correspondía. Se pidió entonces, ya habiendo perdido por completo la paciencia del paciente, información sobre la empresa que contrataba a esos ecografistas, y que debería ser la adjudicataria de ese servicio a la cual el Estado debe pagar. Tampoco, vaya a averiguar a ASSE central. Pero vayan tranquilos que los vamos a volver a llamar. De esto hace ya 14 días y el paciente no tiene quien lo llame.
En realidad, sé que estas cosas pueden pasar, pero la sensación de desamparo, no de quien escribe esta nota sino de gente que debe ser el objetivo prioritario de este sistema, es lo que duele. Y la comprobación que más allá de la pandemia algo se perdió por el camino.
Aquel ciudadano que consulta un servicio de salud se lo llama paciente. Es increíble el poder de la palabra. Alguien hace poco dijo que nosotros pensamos con palabras. Y el significado e impacto de las palabras muchas veces trasciende la explicación que nos da un diccionario.
¿Por qué paciente? Si fui a una consulta debo de ser un consultante. Paciente implica otras cosas, implica una relación desigual entre quien recibe y da un servicio. Tal vez además de reafirmar que seguiré en el sistema público para poder denunciar estos hechos, además de constatar en cuero propio algunas cosas que podíamos suponer, además de no aceptar la ausencia de responsabilidad, este hecho me va a servir para no aceptar más el concepto que un usuario de la salud debe de ser un paciente.
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