Yo, mujer por Alejandra Waltes
“Por la calidad e intensidad de su trabajo creativo, producido a lo largo de más de cuatro décadas. Por la impronta personalísima de su lenguaje gráfico, que la distingue como referente ineludible del dibujo nacional, el jurado integrado por Domingo Ferreira, María Frick y Elisa Pérez, otorga por unanimidad el Premio Figari 2023 a la artista visual, ilustradora gráfica, vestuarista, escenógrafa y gestora cultural Pilar González.” Con estas palabras se expresó el jurado al comunicar que concedían el máximo galardón de las Artes Plásticas nacionales a la inmensa artista que es Pilar. Hasta los últimos días de marzo puede visitarse, en el Museo Figari, una cuidada muestra retrospectiva curada por Oscar Larroca, en la que podemos disfrutar de algunos de sus trabajos en diferentes áreas, realizados en diferentes técnicas, pero siempre con su estilo inconfundible.
Cómo expresé en una nota anterior, fue en mi adolescencia en dónde descubrí la potencia de su trazo, un trazo que, desde las páginas que ilustraba, me conmovía profundamente. En esa misma nota expresaba:” González ha trabajado en una gran variedad de formatos a lo largo de su vida y muchos de sus trabajos, sobre todos sus dibujos, soportarían sin problemas el cambio de escala ya que su manejo de la misma es excepcional y sus líneas fluyen con gran libertad, destreza y firmeza. Su maestría se extiende a su manejo de gran variedad de recursos técnicos que le permiten plasmar una obra desenvuelta e intensa, visceral, de figuras desmesuradas, vociferantes, bestializadas. En la obra de Pilar podemos encontrar formas orgánicas, voluptuosas, exageradas, curvas tensas que se proyectan más allá del soporte.” En su discurso de agradecimiento al recibir el premio Figari, Pilar habló, emocionada, sobre el íntimo acto de crear: “En cuanto al trabajo netamente creativo, me refiero a esa necesidad cuyo origen es puramente endógeno, sea pintura, dibujo o alguna otra variante, siento que la responsabilidad es conmigo, es personal. Esta tarea se diferencia de la anterior en que no está condicionada de forma alguna y permite que las emocio-nes se impongan. Mi mundo interior recibe los estímulos del medio, ambos se mezclan, potencian y suelen crear una especie de conflicto que poco a poco va creciendo hasta que se convierte en irreprimi-ble y me resulta imperioso expulsarlo. Siento que existe esa necesidad, aunque no tengo claridad suficiente para saber qué quiero o necesito decir. Solo sé que las palabras no podrían nombrar eso tan difuso, tan poco cristalino. Es entonces cuando la técnica aprendida a través de muchos años, me asiste y apoya para que pueda volcarlo sobre el papel, tela o algún otro material y se va produciendo una suerte de transmutación. Estos primeros momentos pueden ser un poco angustiantes porque comienzo a caminar a tientas y sin rumbo, pero en determinado instante alguna puertita se abre y me hace pasar para recorrer un camino posible que me permita revelar lo borroso o lo decididamente escondido. En ocasiones a cierta altura del sendero percibo que me he equivocado, no es por allí y regreso hacia atrás. Retomo la marcha hasta que otra puerta se abre y esa puede ser la acertada. Si lo es, comienza el tiempo del entusiasmo, de la alegría, del trabajo febril que puede durar días o meses. A partir de entonces y poco a poco voy volcando sobre el soporte la carga densa hasta que siento que me voy vaciando, que me sobreviene el cansancio, el agotamiento y la necesidad de detenerme, el trabajo está llegando a su fin. En este punto comprendo que cada obra es parte de un proceso que me modifica, que cada vez que se produce la transmutación algo en mí cambia y que cada trabajo de esta exposición, muestra un momento siempre diferente de mi persona, pero a la vez todos forman parte de lo que soy hoy.” La muestra está compuesta por una rica selección de piezas que muestran el amplio espectro técnico que Pilar maneja, así como las huellas que ha ido dejando en los más diversos lugares (libros, portadas de discos, teatro, etc.). Esa fidelidad con la que se ha cuestionado y ha ido buscando respuestas la han convertido, sin ella quererlo ni buscarlo, en un símbolo del feminismo vernáculo. Su obra de voz segura y potente nos dice “Yo, mujer”.
Detalle de ilustración de prensa s/t (Pilar González- s/f)
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