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Aquello del respeto y las buenas relaciones por Cristina Morán

Aquello del respeto y las buenas relaciones por Cristina Morán
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El título que elegí para la columna de hoy, ahora, leyéndolo, me llena de dudas y siento que, con él, estoy pretendiendo reflotar un tiempo y unas costumbres que no tienen retorno, que fueron diluyéndose conforme al paso del tiempo y de sus protagonistas. La verdad es que las ofensas y la agresividad entre “los unos y los otros” aumenta en cada intercambio de opiniones, sumándose la permanente alusión a gobiernos anteriores reprochándole sus errores y sus fracasos que forman parte de la “herencia” recibida. Claro que si no fuera por “los otros” nos quedaríamos con la imagen destrozada del primer gobierno de izquierda que tuvo nuestro país, pero esos “otros” se encargan de mantener con vida los logros, los aciertos y lo que quedó pendiente pero encaminado y hoy está siendo realidad porque los “unos” entendieron que ese camino había que continuar transitándolo, aunque sean aciertos de “los otros” y a “los unos” les toque en suerte inaugurarlos. Estos “unos y otros”, cada cual, con su estilo, trabajan para que esa grieta tan promocionada sea una nefasta realidad: la realidad de no poder opinar con libertad, de mirar quien o quienes son nuestros vecinos más cercanos cuando estamos almorzando o tomando un café con amigos o familia, porque corres el riesgo de que te califiquen: derecha o izquierda, sin términos medios, como si en eso les fuera la vida. “Polémica en el bar” (versión uruguaya) es un buen programa para conocer e identificar a “los unos y los otros” dado que antes o después de las tandas mostrarán sus garras que han ido afilando durante el transcurso del “primer tiempo.” El domingo último fue escenario de un encuentro-desencuentro entre el senador Sebastián da Silva y Eduardo “Lalo” Fernández. Cuando comencé a verlos y escucharlos estaban alterados: el Senador expresó que Fernández es un atrevido, le dijo que dejara de señalarlo con su dedo índice, mientras él hacía exactamente lo mismo y Fernández respondía y Patricia Madrid hacía oír y su  voz y no se entendía nada y luego se tocó el tema de las declaraciones juradas y el error de da Silva al apretar una tecla y aparecer 18 millones de dólares, en lugar de 180.000  la expresión risueña de Lalo y la furia apenas contenida del senador que increpó al “otro” por lo de  “esa sonrisa irónica”. Antes o después el senador, en el acalorado cruce de palabras dirigiéndose “al otro” dijo: Si tuviera 20 años menos esto se resolvía de otra manera”. Feo señor senador, usted es un representante nacional y eso sonó a amenaza; más le digo a amenaza de matón de otros tiempos. Luego apareció Juan (no Juan de los Palotes) sino Juan Sartori senador de la República Oriental del Uruguay, puesto en ese lugar (en el cual pocas veces se le ve) por decisión de las urnas y que hoy se niega a la declaración jurada de su esposa y que según la periodista Patricia Madrid está siendo “blindado” no solo por Da Silva sino por todo el Partido Nacional. Este fue el momento obsceno del programa, porque escuchar que Sartori es poseedor de una fortuna de cinco mil quinientos setenta y nueve millones de pesos algo así como 136 millones de dólares merece solo esa calificación: obsceno, enfrentados, como estamos, a la realidad de las cientos de ollas populares y merenderos y el aumento de gente durmiendo a cualquier hora del día y de la noche en las calles y rincones de la “muy fiel y reconquistadora” cubriéndose con cartones o con los abrigos que otros uruguayos les acercan y revolviendo los contenedores buscando lo que puedan encontrar. Siento vergüenza: mía y ajena. Ah, pero fíjense que paquetería: la señora Sartori es propietaria de Skorpios aquella isla de Onassis, el naviero griego que abandonó a María Callas para casarse con Jaqueline Kennedy viuda del asesinado presidente Kennedy. Debo decir que me enteré gracias a que el senador da Silva hizo referencia al tema en más de una oportunidad. Mejor poner punto final: esa obscenidad es peligrosamente contagiosa. Hasta la próxima. Que seas feliz.

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Cristina Moran En 1948 comienza su actividad en CX 16 Radio Carve. En el año 1956 forma parte del grupo de pioneros que da inicio a las transmisiones de Televisión en Uruguay, a través de Saeta TV Canal 10. En 1968 comienza en Canal 10 su programa Domingos Continuados que cierra el ciclo 20 años más tarde. En los ´80 se integra a los movimientos de mujeres y participa en el congreso “La situación de la Mujer en América Latina y el Caribe” celebrado en Cuba y en 1987 viaja a la entonces Unión Soviética junto a 23 compatriotas convocadas por el Congreso Mundial de Mujeres. En teatro actuó en varias obras como: “Mi suegra es una fiera”. “ El Avaro”, “¿Dónde está Miusoff?”, “La pecera”, “Homu Calvus”, “Estimada señorita Consuelo” ,“Los cálices vacíos”, “Ocho mujeres”, “Jardín de otoño”, “Candombe al sur”, “Mujeres en el armario”, “Orinoco”, “A la deriva”, “Steel magnolias”, “Sus ojos se cerraron ”, “Las preciosas ridículas”, “La dulce historia de Florinda Flores”, “La Morán se confiesa”. Es colaboradora de Semanario Voces con su columna Rememorando.