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Argentina, de mal en peor por Ruben Montedonico

Argentina, de mal en peor por Ruben Montedonico
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Se cerró el ciclo electoral argentino, escogieron a Javier Milei -que ejercerá la Presidencia desde el 10 de diciembre- y reconozco mi equívoco cuando aposté que Sergio Massa ganaría.

Confieso mi inclinación por el representante del peronismo, de quien afirmé su procedencia de derecha que adverso y que ese ladeo fue solo porque era postergar la llegada de un híper reaccionario; el retorno de Macri a algún resorte de gobierno; el desequilibrio nacional; la continuidad de la pobreza; el crecimiento del desempleo junto con la desbocada transferencia a una parte menor poseedora de las mayores riquezas.

Sin embargo, triunfó aquel que en una sociedad de religiosidad con mayoría católica, insultó al papa; señaló al papel moneda nacional como un excremento; prometió dolarizar al país (algo que me parece inevitable con cualquiera de los dos que ganara); desaparecer con el tiempo al banco central; cortar subsidios a los servicios que brinda el Estado; reducir el aparato público federal en 15% (estimado); acabar con todas las normas que garantizan derechos humanos, además de privatizar la educación y la salud.

Con un planteo de disolver, el locuaz deslenguado de pensamiento libertariano prevé privatizaciones de empresas productivas del Estado (que le dan ganancias), como Yacimientos Petrolíferos y subsidiarias; YPF Tec, orientada al desarrollo de baterías de litio; YPF Luz, de energía renovable; YPF Agro, fertilizantes. El año pasado, YPF (decadente, según Milei) tuvo ganancias por 2 mil 200 millones de dólares.

El caso de Vaca Muerta entra, asimismo, en el paquete de las privatizaciones. Sus alrededor de 36 mil km. cuadrados (YPF explota la cuarta parte de estos), que toca territorios de cuatro provincias (entidades federativas), La Pampa, Mendoza, Río Negro y Neuquén, permiten la obtención de petróleo y gas de yacimientos con métodos no convencionales (mediante fracking) de extracción de hidrocarburos.

Se estima inicialmente que la exportación de lo que se saque de esta explotación (con el gasoducto Néstor Kirchner) en 7 mil millones de dólares anuales. El complejo terminado en los 10 años siguientes, asociado a capitales de una empresa extranjera, estará produciendo gas licuado de petróleo para ocupar unos 465 barcos en promedio anual.
En una entrevista del diario O Globo de Brasil, con posterioridad al triunfo en las PASO, Milei declaró: “Tengo una agenda clara, que va en contra de todo lo que sea socialismo, comunismo. Todos los que estuvieron contra el socialismo o el comunismo están del lado en el que estoy.” Agregó: “Este es mi principio rector, después podemos tener todas las diferencias que vos quieras. En ese grupo tenemos a los liberales, libertarios, personas de centro, conservadores, de centro-derecha, pero el límite es que nadie cruce el límite hacia la socialdemocracia y todas las expresiones más a la izquierda. Mi alineamiento con Trump y Bolsonaro es casi natural”.
Leí en una entrevista de un diario de Buenos Aires del sábado pasado, al ensayista Alejandro Horowicz que afirmó: “Conviene saber que en este espejo argentino se tiene que mirar el planeta, porque esa es la dirección en la que estamos marchando”. Recuerdo que Horowics señalaba en particular sobre los proyectos económicos de Milei que no eran novedosos y se habían ensayado en la nación desde 1890 (gobierno de Carlos Pellegrini) hasta la “convertibilidad” del austral, de Domingo Cavallo (presidencia de Carlos Saúl Menem), cuando habían huido al extranjero 81 mil millones de dólares; en los casos en que se aplicaron estas medidas, terminaron en rotundos fracasos y más estrecheces para las grandes mayorías.

Algunas palabras del próximo jefe de Estado y de Gobierno resuenan casi tan fuerte como un exabrupto fuera de contexto, como cuando afirma que romperá la relación comercial con el primer y segundo socios -China y Brasil-. En otros casos, mantiene una mirada común con quien fuera su oponente acerca de la necesidad de acabar con el Mercosur, aunque Massa propendía al ingreso del país al conjunto de los BRICS, donde están Brasil y China, cofundadores y grandes animadores de los intercambios sin pasar por el dólar. Milei no se ha referido al conjunto, pero afirmó que su alineamiento y guía en política exterior son EE.UU. e Israel.

Las condiciones económicas con que el próximo presidente se encontrará al iniciar mandato, presagian una devaluación muy fuerte de su peso; (aunque buscará) no descenso de la inflación y el “blue”, acumulando pesares y desazón de sus votantes, estará imposibilitado de contener manifestaciones y reacciones populares de protesta comunitaria.

Padeciendo el futuro de antemano, no puedo menos que confesar al igual que mi hermano Raúl Defranco que conocimos Argentina dividida entre radicales y peronistas. Ese era el elenco de la escena política. Parece que hoy acaban de perder los dos. La alianza del radicalismo con el macrismo fue un antecedente de otra escena, pero terminó mal. En particular ya queda poco recuerdo del peronismo desarrollista y repartidor de los gobiernos anteriores al 55: los jóvenes menores de 18 años apoyan mayoritariamente a Milei como antes, a esa edad, soñaban con Perón y Evita.
En los 90 Menen cambió el país radicalmente revelándose como un neoliberal: los argentinos vivieron muy contentos con la convertibilidad. Era la época de la pizza con champán y las compras en Miami. Cuando se acabó la plata de las privatizaciones vino el 2001 y la crisis. En pocos años estaban con Néstor y la nueva esperanza: dólares de los granos y reparto. Cuando el viento de cola terminó, ganó Macri y dejo una deuda inmensa. Alberto estuvo cuatro años mirando enfangarse la sociedad y crecer la pobreza.
Siento que se alistan los analistas para explicarnos por qué ganó Milei. Yo me reservo, con la debida modestia, para opinar más adelante, esperando verlo empezar.
Retomo la frase de John Carlin, en versión libre, acomodada para esta Argentina: “Hablo por muchos y me da muchísima pena que solo uno de estos dos perdiera”.

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