“Yo no quiero que me obliguen a la inclusión financiera”, me dice un amigo.
“No estoy dispuesto a que el Estado tenga más información mía de la que ya tiene”.
¿Cómo le pagas a tus empleados? “Todos reciben el sueldo por una cuenta bancaria”.
¿Tenés débitos automáticos? “Sí, pago la OSE, la UTE y Antel entre otros.”
¿Cuándo hacés compras, pagas siempre en efectivo? “No, compro todo con tarjeta”.
Esta es la realidad de mucha gente hoy en nuestro país, pero por las dudas se oponen.
La implementación de los pagos digitales es una tendencia mundial desde hace años.
Hay países donde el uso del dinero, incluso de los cheques, casi ha desaparecido.
Sin duda, hay grandes empresas multinacionales que se benefician con la bancarización.
Como también muchos lucran con los celulares, internet y el comercio digital.
El avance de la tecnología es global y afecta diversas áreas de la vida de las personas.
Con mayores beneficios o perjuicios para unos o para otros, pero de ahí a ver una
conspiración mundial, huele a fantasía. “Es el capitalismo, estúpido”, diría alguno.
Todo cambio produce siempre resistencias y hay periodos de adaptación de la gente.
Por supuesto que el proceso de bancarización lleva a que se cometan errores que deben
ser subsanados por las autoridades y habrá que hacer modificaciones sobre la marcha.
Seguramente gran parte de los uruguayos va a usar el Banco República también en esto.
Hay que tratar de que no se perjudiquen los pequeños empresarios o los consumidores,
pero el proceso de utilización digital para realizar pagos y compras es inexorable.
Por eso causa gracia que algunos protagonistas políticos hagan del tema una cuestión
de la libertad amenazada, cuando en realidad están buscando sacar rédito electoral.
Algunos miembros de la oposición saben que plantear un plebiscito en esto es exagerado.
Pero adelantar la campaña tomando la defensa de los débiles del Uruguay profundo, rinde.
Aflojen, esto se puede resolver parlamentariamente y establecer un sistema más justo.
Porque la tecnología bien usada, es un avance y la inclusión financiera es un derecho.
Y la verdad, que este sea un tema central en la agenda pública da un poco de vergüenza.
Alfredo García
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