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¿Chau Fossati?

¿Chau Fossati?
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La actuación de la fiscal Gabriela Fossati ha estado sobre la mesa desde hace meses. Su protagonismo por el caso Astesiano tiene luces y sombras. ¿Se le debe mantener en esa investigación a pesar de que haya pedido cambio? ¿Es confiable su actuación cuando dice que no se va a inmolar por este caso? ¿Tiene lógica que una fiscal demande a dirigentes políticos y periodistas? ¿Está bien que pida licencia por enfermedad en pleno caso? ¿Inspira confianza en la justicia?

Jugátela Luis: la corrupción corroe toda la institucionalidad por Milton Romani

La fiscal Gabriela Fossatti ha sido ambigua y escurridiza. Ha ido cambiando. En octubre o noviembre (es increíble la falta de precisión) según Lacalle Pou declaraba ante Carlitos Peláez la falta de apoyo del gobierno y del mazacote que tenía.
El 26 de noviembre definió que el celular donde se contenían los diálogos del presidente con el reo Astesiano eran reservados ¨dada la investidura¨ No parece un gesto ni republicano ni de justicia. Precisamente por la investidura presidencial y el cúmulo de pruebas que sitúan a la Torre Ejecutiva y sus mandos en la jefatura o supervisión de una organización criminal, debería ser más incisiva y exigente. Lo dijo el senador Gandini en forma elocuente y terminante.
El 26 de diciembre, la Dra. Fossatti interroga como testigo a Lacalle Pou en su domicilio. Duró cuatro horas la entrevista. Obviamente también esto ha sido reservado. Tenemos el derecho de presumir que es ahí donde se sella una especie de acuerdo que ya estaba en marcha. Ella como Astesiano presionó antes. Luego recogió.
En juicio abreviado cumple con la ley, procesa a Astesiano y allí se acaba todo.
Comienza la contraofensiva política. Todos contra el Frente Amplio. Se cita a Leal como testigo y luego se lo transforma en indagado. Con el presidente estuvo cuatro horas, con Leal 7 minutos y no le explicó nada. Luego la denuncia contra Fernando Pereira y Alberto Grille. La línea del tiempo es contundente con esta hipótesis de operación política planificada. Obviamente que esta conducta debe haber repercutido seriamente en su salud.
Por lo cual queda todo pendiente y la zozobra contra los frenteamplistas vigente. A pesar que el padre y el hermano de Astesiano, indagados insólitamente por Asuntos Internos del Ministerio del Interior, han hecho afirmaciones graves de corrupción al más alto nivel. Ninguna nueva indagación.
La fiscal Fossatti no es el problema. Más bien opera en y para una situación mucho más grave.
La justicia es una parte importante en materia de corrupción. Pero las responsabilidades éticas y políticas van más allá de la justicia y nos debe preocupar a todos. Un síntoma grave de la democracia. Es la institucionalidad democrática y la corrupción que ha penetrado no solo en la Torre Ejecutiva sede de la Presidencia.
Una sucesión de escándalos que muestran una faceta del herrerismo y sus socios que va más allá de un debate de ideas. Hay quienes creen que el acceso al poder es la oportunidad para hacer todo tipo de negocios y trapisondas.
Lo último: la intendencia de Colonia ha condonado una deuda millonaria del Hotel Casino de Carmelo. Sospechado hace años de lavado de dinero. Otra: el fiscal anti lavado ha absuelto, luego de 14 años al lavador Dr. Curbelo Tammaro. No hay ningún procesado por lavado. Dona Sumer Fleitas de 39 años y cuatro hijos sigue presa con una condena LUC de cuatro años y medio por pasar 56 gramos de marihuana a su compañero preso.
Indigna tanta impunidad. Tanto desenfado, petulancia y mentira organizada. Gabriel Pereyra puso en evidencia en su programa En La Mira al sinvergüenza de Santiago González. Que ha afirmado que cerraron más de 2000 bocas de pasta base. Un simple cálculo de 15 clientes por boca da la friolera de 30000 usuarios al que se les impidió comprar. Eso supera tres veces la cantidad total de usuarios de PBC que calcula la JND de las estadísticas de consumo realizadas con el INE
Urge no solo liderar la indignación. Sino convocar a una amplia plataforma anticorrupción con expertos de todos los partidos y organizaciones sociales que articule una serie de medidas, y leyes que permita, obligue y avance en varios temas de esta índole que están avanzando gravemente. Como en el cuento de Christensen, alguien debe decir el rey está desnudo.
Luis: o asumís las responsabilidades poniendo a disposición tu cargo (como bien citaste el caso de ¨un vicepresidente¨) o estamos en el abismo del juicio político. Será o no conveniente o pertinente. Pero esa es la situación real.

50 sombras de Astesiano por Gonzalo Abella
Lo más asombroso del caso es que la opinión pública no parece percibir su trascendencia institucional. O ya está resignada a que nada es como debiera ser. En los últimos tiempos, ante cada caso de corrupción o violación institucional, parecería que para los decisores políticos lo más importante es sacar rédito electoral… o neutralizar el que pueda obtener la coalición rival, dentro del nuevo bipartidismo.
Hace pocos años debió renunciar un Vicepresidente. Hoy, el relato de su coalición busca minimiza las causas. También por esos tiempos conocimos la renuncia de una senadora, que por sus opciones sexuales desde muy jovencita había sufrido un bulling despiadado y quien (por impacto acumulado de sus sufrimientos) ya había expresado desequilibrios en su vida profesional. Si sus correligionarios la apreciaban debió haber sido arropada, protegida, aconsejada por su fuerza política y no lanzada a un efímero estrellato con el mezquino fin de obtener votos LGTB. Cuando finalmente debió renunciar, dijo simplemente: “Me mataron”.
Fugas por la puerta grande de Cárcel Central durante el gobierno anterior, pasaporte a un narcotraficante internacional bajo el actual, todo sugiere una danza de millones y billones bajo la superficie. Quizás deberíamos remontarnos al asesinato del Intendente Villanueva y al silencio universal que lo rodeó, que hasta hoy sugiere un pacto de silencio multipartidario.
Lo que sorprende del “caso Astesiano” es su magnitud, es la amplitud y las ramificaciones del hecho. Una fiscal que tenía entre sus manos este caso de trascendencia internacional, pareció no desear prestigio profesional y trató de apartarse de él como de un hierro candente. Esta profesional sugirió más de lo que dijo al anunciar que “no se iba a inmolar”. Y ante el estupor de todos, un dirigente político de la oposición visita inesperadamente a los padres del principal imputado, con motivaciones que nadie aclara… hecho que permite al oficialismo desdibujar los temas principales. La Fiscal le da una enorme trascendencia a esta extraña visita, y uno tiene el derecho a sospechar que en realidad el hecho le dio un respiro para apartarse de ser cuestionada por otras imputaciones que ella no impulsó.
Finalmente, el juicio abreviado limitó las posibilidades de conocer las evidentes ramificaciones del caso. Todos insinúan mucho, hasta el hermano del imputado y sus padres, pero nadie habla. Y mientras tanto, el campeonato uruguayo de fútbol ocupa un merecido espacio que tapa la inmerecida reducción de espacio del caso Astesiano.
Lo que impide el silencio absoluto sobre el caso es que vivimos un año preelectoral. Ni oficialismo ni oposición frenteamplista quieren tocar otros temas igualmente trascendentes; por ejemplo, que los volúmenes colosales de agua potable que nos quita la forestación en sobredosis y la planta de UPM (para la que no habrá cortes), agravan la amenaza sobre el agua disponible, tanto como la contaminación por exceso de agroquímicos en la agroindustria de los transgénicos. El mantenimiento de las AFAPs en los sucesivos gobiernos, sólo sufre un debate demagógico por parte de los partidos mayoritarios. La mayoría de la oposición en el “Congreso del pueblo” buscará diluir la resistencia frontal que algunos gremios exigen, mezclando el tema AFAPS con otros igualmente importantes, sabiendo que quien mucho abarca poco aprieta.
Los hechos deben verse en un contexto y sólo así exhiben su descarnada desnudez. Aparicio Saravia dijo recordar un tiempo en que los gobernantes bajan pobres del Poder, y que su lucha era para recuperar “la dignidad arriba” para que hubiera “regocijo abajo”. Ciento veinte años después, cuando evidentemente no hay “regocijo abajo” ¿qué está pasando arriba?

Más allá del humo de las expectativas por Andrés Scavarelli
Es importante antes que nada tener presente que una cosa es la Justicia y otra cosa es el sistema de justicia o de investigación penal, aunque a veces sea común qué se los confunda.
La Justicia en sentido estricto puede referir a aquellas formas llamadas “heterocompositivas” dónde es un tercero, generalmente un integrante del Poder Judicial en calidad de juez o jueza, o bien ministro de tribunales qué, expuesto el caso por las partes, resuelve, de acuerdo a la prueba y al Derecho, en un determinado sentido.
Por otra parte, el sistema de justicia o de investigación penal es más amplio pues involucra a las partes del proceso, defensa, privada o pública, y fiscalía, a las fuerzas del orden en calidad de investigadores, entre otros.
Por eso es fundamental entender qué en este caso lo qué principalmente han actuado son aquellas funciones del proceso qué no integran en Poder Judicial, “la justicia” en sentido estricto la qué ha actuado siempre dentro del marco de las expectativas y roles legales.
Generalmente la confianza en un sistema, cualquiera sea, depende mucho de las expectativas qué se depositan en ellos, y esto está vinculado a sí estas son realistas o no, aquí es qué presiona, cómo es lógico, la opinión pública, sistema político, prensa y otros desde sus respectivas perspectivas y funciones.
Analizando el caso objetivamente, no es la primera vez qué una fiscalía o aún un juez pide el apartamiento de un caso, es si poco habitual qué se formule una denuncia contra dirigentes políticos y periodistas por cuestiones qué son relativas a la función qué estos tienen tanto de informar cómo de formar opinión, según cada caso.
Desde esa imparcialidad qué me propuse para analizar la situación cabe decir que los acuerdos a los qué fiscalía ha arribado con los distintos condenados ya en la causa están dentro de lo legal y de lo razonablemente esperable dentro de los casos imputados, de ahí que un juez haya homologado el acuerdo por considerarlo en legal forma. Cómo error estratégico puedo señalar la imputación a Leal, ya que hasta el momento no se ha sabido decir cuál es el tipo penal (delito) cometido y sinceramente no creo que haya en el obrar del sociólogo ninguna conducta qué pueda ser encuadrada cómo tal. Sí obró bien o mal, eso lo determinará cada quién, pero la justicia en sentido general no está para juzgar el bien o el mal sino específicamente lo que sea delito y aquí no he logrado divisar uno claramente cómo debe ser.
En definitiva, es un caso qué cómo todo caso tiene sus idas y vueltas, uno qué ha actuado durante tantos años en estos temas, al igual que tantos colegas vemos la progresión natural de un caso dónde se va evolucionando según los indicios hasta el límite de las posibilidades, no ha sido un caso qué se aparte de esa lógica dentro de las dificultades presupuestales qué siempre tiene el sistema de justicia penal. Lo distinto aquí es la notoriedad y la posición del principal condenado, pero no tanto el caso en su tramitación, a mi modo de entender.

Creo que el gran problema han sido las expectativas generada a nivel político y social qué han hecho de este caso ha generado una excesiva y peligrosa presión sobre una investigación, dónde ha faltado un poco de realismo y sobrado mucho de sensacionalismo en cuanto a la investigación cómo tal, qué, con sus luces y sombras, ha estado dentro de lo legal.

Un partido difícil por José Luis Perera
A veces las analogías futbolísticas son válidas para que se entienda lo que uno quiere expresar, y creo que este es el caso.
Supongamos que es una final, y el cuadro tiene que ganar al menos por un gol, porque si no, pierde el campeonato. Y supongamos que el goleador dice que no se siente bien para ese partido, que no tiene ganas de jugarlo, que se siente presionado, etc. ¿Qué debería hacer el técnico? ¿Ponerlo de todas maneras? Si yo fuese el técnico, no lo pondría. Para ese partido necesito un número nueve que salga a jugar para ganar, con toda la polenta.
El caso Astesiano era (y es) sin duda un partido importante. Por lo tanto, era imprescindible que quien estuviese a cargo fuera alguien con todas las ganas y la voluntad de llevarlo adelante pese a quien pese. Como al parecer lo ha manifestado reiteradas veces, la fiscal Fossati no está dispuesta a “inmolarse” por este caso, y ha denunciado piedras en el camino continuamente.
Eso puede y debe solucionarse ahora, sustituyendo a la fiscal por quien corresponda, como lo ha pedido más de una vez, para que la justicia pueda actuar como debe en una causa que continúa.
Eso en lo que tiene que ver con la fiscal. Que, por otra parte –desde mi punto de vista- es una excelente profesional y lo ha demostrado. Dio una gran batalla en un caso tremendamente mediático y politizado, y consiguió una condena pocas veces vista para los delitos en cuestión.
En cuanto a los últimos audios que se dieron a conocer por parte de Caras y Caretas, no se entiende muy bien por qué se los mantuvo ocultos hasta ahora.
Había una fiscal con un caso grave y muy mediático en sus manos, y los periodistas tenían un audio en el que la fiscal manifestaba que no iba a poder ir muy lejos porque continuamente le ponían piedras en el camino desde las esferas que supuestamente debían colaborar; les decía en ese audio que tampoco ella se iba a “inmolar”, y los periodistas (o el medio periodístico) eligió ocultar el audio para recién darlo a conocer ahora.
Es evidente que, en lugar de utilizar la información para lograr que se removiera a la fiscal que no estaba pudiendo actuar libremente, se dejó que todo siguiera como estaba. No se entiende muy bien ya que uno tiende a pensar que el medio de prensa está interesado en que el caso se resuelva de la mejor manera.
Sin embargo, el contenido del audio se divulga meses después. ¿Qué fue lo que cambió para que ello sucediera? Por cierto, que nada que llevara a pensar que la información ahora iba a ayudar a la causa. No, lo único que sucedió es que los poseedores del audio fueron denunciados por la fiscal por difamación e injurias, así como Gustavo Leal y el presidente del Frente Amplio, entre otros. Parece que las razones están a la vista.

Todo se convierte en un circo por Juan Pablo Grandal
No opinaré demasiado sobre lo específico del caso Astesiano en esta columna, ríos de tinta han sido escritos sobre el tema, y sinceramente considero que sería en extremo beneficioso para el país que sobre causas judiciales e investigaciones en proceso quienes no conocemos el caso en profundidad ni tampoco somos expertos en materia legal deberíamos escuchar más y hablar menos.
Pero esto que acabo de decir tiene que ver con uno de los principales vicios que veo tanto en la discusión pública del caso Astesiano así como en la forma en que está siendo conducido. En realidad son dos, profundamente relacionados: se da tanto una judicialización de la política, como una politización de la Justicia.
Lo primero es algo a lo que me he referido ya en otras columnas. El llevar a cabo disputas políticas mediante la Justicia. No es mi opinión que la clase política debe estar exenta de ser investigada y castigada por romper la ley, no dejan de ser ciudadanos como todos nosotros, que poseen los mismos derechos y obligaciones. Pero vemos en otros lados del mundo, particularmente en uno de nuestros vecinos, la Argentina, lo que genera en la cultura política del país que se busquen permanentemente victorias sobre tu oposición apelando a causas judiciales varias.
Y lo primero, genera lo segundo, la politización de la Justicia. Cuando la Justicia se vuelve terreno de lucha política, se politiza por definición. Muchas personas se ofendieron profundamente cuando el entonces Presidente Mujica afirmó que “lo político está por encima de lo jurídico”, pero lamentablemente estaba simplemente describiendo la realidad. En el Caso Astesiano no importa la responsabilidad legal de nadie. Al Frente Amplio le importa demostrar hechos de corrupción propios del actual gobierno para ponerse en un pedestal moral; y de forma francamente insólita, el oficialismo encontró un chivo expiatorio en Gustavo Leal para asociar a una figura del propio Frente Amplio a los hechos de corrupción que ellos mismos denuncian. Es poco más que un tire y afloje político.
Afirmo estas cuestiones en la presente columna porque es una respuesta a todas las preguntas antes planteadas. ¿Tiene lógica que una fiscal demande a dirigentes políticos y periodistas? Idealmente la respuesta sería: no, claramente. Es embarrar la cancha, lo cual es notorio. Pero la cancha ya está embarrada. Toda la causa está viciada de política partidaria. ¿A alguien le sorprende que la Fiscal Fossati juegue un rol político partidario?
No digo todo esto como forma de minimizar los crímenes cometidos por Alejandro Astesiano, ni minimizar el hecho de que actuó durante años con total impunidad. Ciertamente el Uruguay es reconocido alrededor del mundo por nuestra fortaleza institucional y nuestro Estado de derecho, un gran diferencial a la hora de atraer inversiones y presentarse como un socio confiable ante la comunidad global. Espero que el Caso Astesiano y su manejo político y judicial no afecten negativamente esta reputación, pero claramente, su conversión en un circo político y mediático me parece evidente, lo cual habla muy mal de muchos actores.

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