CHE: ¿Mito o leyenda?
Este 8 de octubre se recuerdan los cincuenta años del asesinato de Ernesto “Che” Guevara en Bolivia. Figura icónica del siglo XX que marcó a varias generaciones de América Latina y del mundo con su lucha y como encarnación del hombre nuevo. A medio siglo de distancia resulta interesante analizar su vida y su influencia. ¿Tuvo incidencia positiva o negativa? ¿Tiene vigencia su pensamiento en la actualidad? ¿Sigue siendo un ejemplo a seguir? ¿Se volvió un símbolo marketinero de la izquierda? ¿Qué enseñanzas dejó para los pueblos latinoamericanos? ¿Su muerte fue un éxito o un fracaso? ¿Es valida la consigna: Seremos como el Che?
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Che por Gonzalo Abella
En 1917 se había iniciado el tránsito del Capitalismo al Socialismo a escala mundial. La nueva fase llegó a su primer apogeo en 1945-1950, con la Gran Revolución China. Por un momento tuvieron gobiernos de orientación comunista tanto el país por entonces más poblado, como el país más extenso, y también diversos estados de Europa oriental y otros países asiáticos. Después, el auge se estancó y declinó, primero en Europa y luego en China, aunque siguió avanzando en la periferia (Cuba, Corea, Vietnam, países islámicos, África hasta los 80). En los 90 todo pareció hundirse no sólo por la feroz acción del imperialismo sino por graves inconsecuencias, acomodamientos y corrupción en la mayoría de los países de definición socialista. La corrupción fue una forma de la lucha de clases: nada sabe hacer mejor el capitalismo que comprar.
Pero los estados soberanos que resisten, y otros que surgen, muestran que el tránsito mundial al Socialismo sigue siendo el rasgo fundamental de nuestra época. Las leyes sociales no obedecen a fórmulas matemáticas, sino que se expresan como tendencias. Mientras comienza la nueva ofensiva de los pueblos, sabemos que la alternativa es o socialismo o fin de la Humanidad. Es una guerra a muerte. No tenemos muchas décadas por delante para salvarnos.
Si hacemos la gráfica de estos primeros 100 años, la caída del Che está en el punto medio. Cayó el Che y décadas después colapsó el socialismo en gran parte del planeta; pero él sabía que si esto pasaba, sería un eclipse, no un atardecer. En medio del huracán contra revolucionario, quedaron territorios que resistieron, como Cuba; son los sobrevivientes de una tribu del futuro.
Con el Che se puede coincidir con o no, sobre sus tesis económicas; se puede coincidir o no con su análisis de la NEP en la URSS; pero en medio de la rutina y de la entrega de posiciones de muchos, fue una brújula imperecedera.
Advirtió con extraordinaria lucidez el revisionismo del XX Congreso de los comunistas soviéticos; advirtió que el sector acomodado de la clase obrera de Europa Occidental, la “aristocracia obrera” estaba penetrando ideológicamente en los partidos comunistas de los países más adelantados; estudió cuidadosamente las sociedades afroasiáticas, advirtiendo que “una cosa es la ideología de la clase obrera y otra cosa el proletariado concreto de cada país”.
Y todo lo hizo tratando de no dividir, de recuperar y unir las fuerzas revolucionarias mundiales.
Guerrillero, estadista, duende de la clandestinidad en los intersticios del siglo, pensador, poeta, teórico, leal y “valiente hasta la temeridad” como dijera Fidel, ahí está el Che en las banderas de los jóvenes; aún los que no lo entienden en su real dimensión, lo intuyen. Sigue abriendo caminos para acelerar el triunfo final del Socialismo en el planeta, que pasa necesariamente para nosotros por una fase previa, insoslayable, urgente, de Liberación Nacional.
El Cimourdan latinoamericano por José Manuel Quijano
En los años cincuenta – que fueron los de formación de Ernesto Guevara de la Serna (el Che) – varios hechos resultaron decisivos: le derrota francesa en Dien Bien Phu en 1954 por las tropas comunistas de Ho Chi Minh y el creciente involucramiento, desde entonces, de EEUU en Indochina; el levantamiento argelino contra el colonialismo que perduraba durante la IV república francesa; y el golpe de Estado iraní de 1953, operación encubierta del Reino Unido (Churchill) y los Estados Unidos (Eisenhower) contra Irán para derrocar al gobierno del primer ministro Mohammed Mosaddeq, electo en comicios libres . Eran los primeros años de la guerra fría.
En América Latina el impacto fue muy grande. El acontecimiento determinante – para muchos de la generación del Che y de las generaciones posteriores- fue el golpe de estado de 1954, por medio de una operación encubierta de EEUU (PBCUCESS), contra el gobierno de Jacobo Arbenz un militar, que había ocupado previamente el Ministerio de Defensa, y que no tenía vínculos con los comunistas. Había sido electo por mayoría popular en 1950 con un programa que prometía la modernización de Guatemala y, entre las medidas para realizar ese propósito , incluía una reforma agraria.
Cuando el presidente Árbenz promulgó la prometida reforma agraria ,que afectaba a la United Fruit Company , fue acusado por Allen Dulles de construir una “cabeza de playa soviética en América Latina” Poco antes del golpe de estado Arbenz manifestó en un programa de radio “…Nuestro único delito consiste en decretar nuestras propias leyes y aplicarlas a todos sin excepción. Nuestro delito es haber iniciado una reforma agraria que afectó los intereses de la United Fruit Company (…) tener nuestra propia ruta hacia el Atlántico, nuestra propia energía eléctrica y nuestros propios muelles y puertos.(…) Hemos sido condenados porque hemos dado a la población campesina, tierra y derechos”. Exiliado en México debió soportar una implacable y persistente campaña de desprestigio, hasta su muerte en 1971.
Guatemala y el golpe de la CIA fue una experiencia esencial en la vida del Che, que gravitó en los trece años siguientes de su vida. En 1953 escribió a una tía en Argentina “tuve la oportunidad de pasar por los dominios de la United Fruit, convenciéndome una vez más de lo terrible que son estos pulpos. He jurado ante una estampa del viejo y llorado camarada Stalin no descansar hasta ver aniquilados estos pulpos capitalistas. En Guatemala me perfeccionaré y lograré lo que me falta para ser un revolucionario auténtico… Tu sobrino, el de la salud de hierro, el estómago vacío y la luciente fe en el porvenir socialista”. En Guatemala conoció a quien sería su primera esposa, Hilda Guevara, y a Ñico Lopez, que había participado en el asalto del cuartel Moncada y con quien afianzó amistad. Fue su primer contacto con los revolucionarios cubanos y quien lo bautizó Che.
Cuando Castillo Armas invadió Guatemala, Guevara pidió participar en la resistencia, pero le negaron el permiso. Trabajó en la defensa civil ayudando a las víctimas. La dictadura de Castillo de Armas desató represión y el Che figuraba entre los condenados a muerte. El embajador argentino en Guatemala lo asiló en la sede diplomática pero el Che rechazó volver a Argentina y le dieron un salvoconducto para viajar a México. En este país conoció a Raúl Castro gracias a Hilda Gadea también exiliada. (José Miguel Jiménez, “El Che”, revista Almiar) Y comenzará otra etapa de la misma historia.
Nunca se insistirá suficiente en el descredito enorme de la democracia liberal, de los regímenes republicanos y de la soberanía popular como base de la organización social moderna provocado por Eisenhower (héroe de EEUU en la Segunda Guerra) y los hermanos Dulles, uno manejando las relaciones exteriores y el otro la CIA. Fueron el cerno primigenio de la guerra fría en la región y crearon el modelo que se repetiría en los años sucesivos en América Latina. El Che fue un personaje de primera relevancia en los años de la guerra fría, que lo confirmó en sus ideas y lo radicalizó. A su modo, convirtió su vida en una respuesta al atropello de los países más débiles …….. solo, lamentablemente, cuando la invasión provenía de EEUU.-
Guevara, quien simpatizaba con las ideas comunistas, nunca se afilió al PC argentino y tampoco al guatemalteco. Pero mantuvo, desde muy temprano y hasta el final de sus días, una fe inquebrantable en el porvenir socialista de la humanidad y una aproximación a la visión comunista de las cosas. Carlos Franqui conoció al Che en 1956. En ese momento estaba leyendo “Los fundamentos del leninismo según Stalin” y Franqui le preguntó si había leído el informe de Krusthev al XX Congreso del PCUS(el de la desestalinización). Guevara contestó que eso “era propagando imperialista” (relato de Franqui, en 1995, a Castañeda)
¿Qué sabemos de su reacción ante la invasión soviética de Hungría, en 1956? Según Roberto Luque (“Yo el mejor de todos”) el Che mantuvo fuertes discusiones con otros compañeros porque defendía la intervención. Y en un cable de la embajada de EEUU al Departamento de Estado, del 31 de julio de 1959, se dice que el Che había defendido, ante el corresponsal Andrew St George (muy probable informante de la CIA) la intervención soviética en Hungría y había afirmado: “La insurrección en Budapest fue una conspiración fascista contra el pueblo” (Ernesto Che Guevara Politicas Orientation: US State Department. Files Vol VIII. Despatch 163) (La información de estos dos párrafos sobre la orientación del Che proviene de Jorge Castañeda: La vida en Rojo, una biografía del Che Guevara)
Este hombre que cinceló su voluntad con dedicación de artista; que fue consecuente hasta el final con sus ideas y con los compromisos asumidos; que se mantuvo alerta hasta el final para no ceder ante conductas, hábitos o celadas que amortiguaran sus convicciones más firmes, dejó el poder en Cuba, según fuentes confiables (Anderson, biógrafo del Che) , porque el camino de aproximación hacia la URSS comprometía, en su visión, la esencia transformadora y creativa de la Revolución Cubana. No rompió por cierto con Castro ni parece haber sido víctima de alguna posible maquinación (como en su momento se dijo). Se fue, camarada de sus camaradas, a cumplir con lo que creyó su compromiso.
Hay algo religioso en la figura del Che. Su paso por este mundo recuerda la vida del sacerdote Cimourdain, devoto revolucionario de la novela “1793”de Victor Hugo, quien fue enviado por Robespierre, Danton y Marat al frente de batalla como comisario político de la Convención. Justo y puro, valiente y decidido, entregado en cuerpo y alma, Cimourdain era un inflexible revolucionario, incapaz de claudicar pero susceptible, quizá, de convertirse en una “máquina de matar” para cumplir con las urgencias y la inexorabilidad de la revolución.
No sorprende entonces que haya emprendido la descabellada operación guerrillera en Bolivia con intenciones de incendiar la pradera y llegar hasta su patria de nacimiento Argentina. Muchos, incluso más de un boliviano, le advirtieron con antelación que la empresa se dirigía al fracaso. Pero el voluntarismo del Che, en parte convencido de la capacidad catalizadora de su figura y, en parte, seguro de que la pobreza es una fuente inagotable de donde reclutar guerrilleros, lo mantuvieron firme en su empresa. Sucumbió ante enemigos superiores y ya advertidos de las tácticas insurgentes, pero fiel a sus creencias profundas- “El Che – dice Jon Lee Anderson autor de “Che Guevara: Una vida revolucionaria” — consideraba que formar parte de una guerrilla era la máxima expresión del género humano”
Para la formación y proliferación del mito murió en el momento justo. A cincuenta años de su caída en Bolivia no hay que perseverar en el camino del Che ni en su visión sesgada de los acontecimientos políticos, pero es legítimo rescatar su integridad, su desinterés por los bienes materiales, su ausencia de autobombo, su entrega y su coraje.
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Ni mito ni leyenda por José Luis Perera
Si un mito es una historia imaginaria que altera las verdaderas cualidades de una persona o de una cosa y les da más valor del que tienen en realidad, y si leyenda es una narración popular que cuenta un hecho real o fabuloso adornado con elementos fantásticos o maravillosos, el Che no es ninguna de las dos cosas. El Che es un ser humano ejemplo de revolucionario, y cuya vigencia se expresa en una de las mayores obras de la que fue partícipe: la revolución cubana.
Cuando Fidel dice -entre otras cosas- que “si queremos expresar cómo aspiramos que sean nuestros combatientes revolucionarios, nuestros militantes, nuestros hombres, debemos decir sin vacilación de ninguna índole: !que sean como el Che!, está expresando no solo un deseo, sino una necesidad. Porque si algo está siendo demostrado medio siglo después de su muerte es que sin hombres como él difícilmente cualquier intento revolucionario llegue a buen puerto.
Sin duda era un hombre de acción, pero también de un muy elaborado pensamiento, un hombre de ideas, de una insuperable sensibilidad humana, pero sobre todo de una intachable conducta y virtudes morales, y a esto quiero referirme, por tomar algún aspecto de su vida.
El Che dijo: “El socialismo económico sin moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria, pero al mismo tiempo luchamos contra la alienación… Si el comunismo descuida los hechos de conciencia puede ser un método de repartición, pero deja de ser una moral revolucionaria”.
Esta idea, que el che asumía para su práctica cotidiana, implicaba que toda acción humana, desde la más cotidiana hasta la más compleja, es una acción en potencia revolucionaria, transformadora y liberadora, y que la revolución de los oprimidos en contra del sistema es una revolución que, para frenar y extinguir el capitalismo, tiene que atravesar y transformar todos los ámbitos de la vida humana.
Todo el accionar y la concepción revolucionaria del Che, su lectura crítica y creativa de los clásicos del Marxismo Leninismo, está impregnado absolutamente de una intención permanente de forjar al Hombre Nuevo, de construir la nueva moral comunista.
En su ensayo “el Socialismo y el Hombre en Cuba decía: “Para construir el comunismo, simultáneamente con la base material hay que hacer al hombre nuevo. De allí que sea tan importante elegir correctamente el instrumento de movilización de las masas. Este instrumento debe ser de índole moral, fundamentalmente, sin olvidar una correcta utilización del estímulo material, sobre todo de naturaleza social”.
Cuando se multiplican por dos los salarios de los ministros de un gobierno porque “no se les puede pedir tanta poesía”, o cuando se exponen como grandes logros porcentajes de crecimiento, obtención de grado inversor, aumentos del PBI o puntos de más o de menos en el empleo o en la pobreza, pero se dejan de lado como valores la honestidad, la rectitud, la entrega y la austeridad, se está yendo en el sentido contrario de lo que el Che predicaba. “No me interesa” diría el Che.
Nos interpela. Hoy por Gustavo Melazzi
1) Una extraordinaria personalidad. De repercusión mundial. Al igual que pocos días atrás, que conmemoramos los 150 años de la primera edición del Tomo I de El Capital de Marx, también él es sistemáticamente “defenestrado” por los grupos dominantes. Lógico: en la lucha de clases, ambos comprometieron vida, obra y militancia con los trabajadores.
Es usual destacar al “guerrillero heroico” (lo fue, obvio). Hasta la derecha lo admite, aunque lo hace para criticar el carácter violento de su acción, mientras niega la violencia intrínseca del sistema capitalista. Incluso muchos en las izquierdas lo relegan al foquismo; a extremar los valores morales; a ser un soñador.
Pero el Che es mucho más que eso.
2) Hay que ser valiente para, desde Cuba, criticar a la URSS y pronosticar, en 1965 y 1966, su derrumbe. Criticó el determinismo y señalar como “único” a su modelo; no dando lugar a la participación y a la conciencia. Asimismo, no aceptó los Manuales soviéticos y su sistema de planificación (el Cálculo Económico), y propuso el Sistema Presupuestario de Financiamiento.
El tema era y es de fondo; gira en torno a una imposible perspectiva: usar las leyes del mercado para construir una sociedad cuyo objetivo es negarlas. Mecanismos que se venían introduciendo en la sociedad, formando un híbrido que tarde o temprano debería resolverse. Ya conocemos el resultado de tal mercantilización.
El Ché defendió la planificación como ineludible contraposición a la anarquía y ferocidad de las leyes mercantiles, así como para posibilitar (y al mismo tiempo ser requisito) de la real democracia participativa de todos en las decisiones fundamentales del país.
3) Al analizar la totalidad de su obra y gestión gubernamental, surge un pensamiento humanista al máximo; basta ver su Carta a Carlos Quijano. Al igual que en Marx, el avance de su producción teórica (escasamente estudiada) marcha a la par de su decisión de lucha y heroísmo. Ejemplo directo del imprescindible enfoque internacional del socialismo.
Para él, la producción y reproducción económica, y la del conjunto de las relaciones sociales, es decir, la vida humana, están indisolublemente ligadas. De este modo, las formas del trabajo; la planificación; la educación; la cultura; la participación, deben formar parte sin concesiones de las propuestas revolucionarias. Soñar es preciso; pero basado en el rigor conceptual y el compromiso en la acción.
El rigor de ser un creador más, dentro del marxismo. Basarse sin claudicaciones en sus categorías centrales, para lo cual lo estudió a fondo (son famosas sus discusiones en los cursos con el Profesor A. Mansilla), construir sus propuestas, y llevarlas a la práctica.
4) Hoy. ¿Renunciamos al objetivo de una sociedad justa; un mundo nuevo? Pensamiento, rigor y compromiso. El Ché tiene plena vigencia, y debe estudiarse para los proyectos de ese futuro que hoy debemos construir entre todos.
Medio siglo de su muerte: innumerables posturas individuales son posibles. En lo personal, prefiero sentirme interpelado.
Tal como lo señala el final de un poema de Miguel Ángel Olivera. En él se cuenta, se sueña, que en su catre de campaña pasa lista de anónimos militantes y, entre otros, destaca:
este pibe sigue más firme que nunca.
(recorta su foto y la pega, con otras, en un póster)
y se dice, señalándolos:
“éstos son
los que me aguantarán la mirada”.
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Una entrañable transparencia por Benjamín Nahoum
La muerte, hace cincuenta años, del revolucionario latinoamericano y mundial Ernesto Guevara -el “Che” para los cubanos por su nacimiento y decir argentinos- no fue una casualidad, una anécdota del campo de batalla. Guevara fue asesinado por el ejército de la dictadura boliviana en connivencia con la CIA estadounidense, porque sus enemigos tenían claro que si bien las ideas no se fusilan, un revolucionario de esa talla era un peligro para el Imperio, y él y sus compañeros ya habían demostrado cómo desde la cárcel se puede seguir peleando por la libertad y la justicia.
El asesinato del Che se inscribe así en una larga lista de crímenes políticos, que a nosotros nos golpearon muy de cerca con los de Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz, parte del ”Plan Cóndor” que urdieron las dictaduras latinoamericanas y la CIA para desembarazarse de sus enemigos, y del que también fueron víctimas, entre otros muchos, el patriota chileno Carlos Prats, ex comandante del Ejército de su país y ex ministro del Presidente Salvador Allende, y el patriota boliviano Juan José Torres, ex presidente de Bolivia y también militar, y asesinado como los otros en la Argentina.
¿Qué decir, qué faceta abordar en este breve espacio, de la vida de este hombre, que pasó por experiencias tan distintas como ser Presidente del Banco Nacional y Ministro de Industria de Cuba, y guerrillero en tres continentes? Parafraseando a Zitarrosa, ¡tanta vida en tres mil caracteres!
No puedo sino quedarme con lo que mí más me impacta: la decisión que toma a mediados de los sesenta, convencido -como Marx respecto al socialismo- que la revolución sería en todos lados o en ninguno, de dejar todo lo que tenía en Cuba (su familia, su puesto, su posición, su prestigio) para irse a insurreccionar en la sufrida Bolivia, sólo con su asma puesto. Su meta era crear “dos, tres, muchos Vietnam” donde se diera pelea al imperialismo, obligándolo a combatir y desgastarse en muchos frentes.
Así lo dice en su carta de despedida a Fidel: “Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te está negado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos. Sépase que lo hago con una mezcla de alegría y dolor; aquí dejo lo más puro de mis esperanzas de constructor y lo más querido entre mis seres queridos… y dejo un pueblo que me admitió como su hijo: eso lacera una parte de mi espíritu. En los nuevos campos de batalla llevaré la fe que me inculcaste, el espíritu revolucionario de mi pueblo, la sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes: luchar contra el imperialismo dondequiera que esté; esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura.”
Muere poco después y en ese mismo momento se hace inmortal, volviéndose símbolo de la revolución, de la lucha por una sociedad mejor y de la rebeldía contra la opresión y la injusticia.
Con sus ideas, sus escritos, sus acciones, uno puede desde cualquier posición ideológica estar de acurdo, o no. Con su convicción, con su valor, con su sacrificio, uno no puede hacer otra cosa que emocionarse.
* “(…) Tu amor revolucionario/te conduce a nueva empresa/donde esperan la firmeza/de tu brazo libertario.
Aquí se queda la clara/la entrañable transparencia/de tu querida presencia/Comandante Che Guevara (…)” (Carlos Puebla, “Hasta Siempre, Comandante”)..
Puro movimiento y acción por Esteban Pérez
Ni mitos ni leyendas, tan sólo hombres y mujeres de carne y hueso como cualquier humano con virtudes y defectos.
No me gustan los mitos, ellos encapsulan a los revolucionarios y los vacían de contenido siendo utilizados incluso en contra de sus propias convicciones cómo sucedió, por ejemplo, con Cristo y El Che.
A Cristo lo fijaron en su imagen en la cruz y en su nombre se masacraron pueblos enteros y casi nada quedó de aquel que enseñó a vivir en comunidad jugándose por los pobres y oprimidos de su tiempo.
Al Che lo congelaron con el título de “El hombre nuevo” vaciando el sentido de su lucha. Lo transformaron en boina y lo estamparon en camisetas; en realidad era todo lo contrario: puro movimiento y acción.
Se curra comercialmente con él de miles de formas: películas, llaveros, insignias, etc., pero también políticamente: “voten mi agrupación política porque El Che es nuestro”, “somos seguidores del Che”, etc.
Esto sucede aunque los objetivos sean otros, aunque los objetivos sean personales.
No se habla o no se quiere hablar de las condiciones socio-económicas ni de las injusticias que han generado decenas de miles de Che en toda América Latina; incluso antes de la existencia de Ernesto y por supuesto, también después de su muerte.
Decenas de miles de Che fueron desaparecidos, muertos en combate, torturados y encarcelados.
Si analizamos fríamente la realidad actual veremos que más allá de algunos elegantes quiebres de cintura del sistema, sigue siendo similar a la década del 60 o peor aún, porque no existen contrapesos que detengan las ambiciones imperiales.
Hoy se homenajea al Che por parte de gobernantes que se dicen sus seguidores y que tienen discursos de izquierda pero si observamos (sin preconceptos previos) la diferencia entre los que dicen y lo que hacen, veremos que gobernaron y gobiernan a favor de los centros de poder económico, de las oligarquías y burguesías criollas; lejos, muy lejos de una estrategia de acumular poder popular y meter cuchillo a las imprescindibles reformas estructurales y sociales; se coquetea incluso con el imperialismo.
Vendrán en este octubre como en otros, homenajes y alabanzas a su figura, casi como ritos religiosos llenos de loas y rimbombantes discursos, pero escasísimos de compromiso y sensibilidad con los desposeídos y explotados.
Pero, igual que lo que le pasa a la Iglesia, esos “templos del Che” están cada vez más vacíos, cada vez menos concurridos. Es simple, la vida y las necesidades corren por otros carriles.
Ernesto Guevara no es mito ni tótem, tampoco es sinónimo del método de lucha en el que él se destacó.
La generación a la que perteneció fue de organización y lucha ante las injusticias y las diferencias de clases sociales.
Pese al actual retroceso ideológico seguramente muchos nuevos Che están analizando y buscando caminos.
La lucha de clases continúa y el imperialismo está cada vez más agresivo.
Es necesario hilar e ir armando la trama que actúe como catalizador, de forma que los nuevos y auténticos revolucionarios se vayan juntando.
El tiempo y las coyunturas irán mostrando los caminos de liberación nacional y socialismo.
La estrategia hoy por hoy es necesariamente de largo plazo, pero hay a su vez en nuestro pueblo urgencias y necesidades inmediatas…..
CHE: hombre, mito y leyenda Por Eduardo Vaz
¿Qué puedo yo cantarte Comandante?´
Si el poeta eres tú
como dijo el poeta
y el que ha tumbado estrellas
en mil noches coloridas eres tú.
(Pablo Milanés)
Millones de oídos fueron, son y serán receptivos desde aquel 8 de octubre de 1967 en La Higuera. Murió el hombre, fiel a sus ideas y palabras -que no tenían mayores diferencias entre si- y nacían el mito y la leyenda. Aunque es justo decir que desde una década atrás, ya en la Sierra Maestra, el argentino y cubano, el médico y guerrillero, se ganaba el grado de comandante por mérito propio con sus hazañas militares, su inteligencia culta, su capacidad de liderazgo y de sobreponerse a todos los problemas. Su acción y pensamiento ya iban abonado el inicio de esta historia fabulosa.
Lo es en todo sentido. ¿Cómo creer, al inicio, en aquella revolución dado el fracaso del Moncada en 1955 o el desembarco del Granma en 1956 y sus 12 sobrevivientes, entre ellos el Che? Nadie soñaba que el 1º de enero de 1959 entraba victorioso en La Habana el Ejército Rebelde con los comandantes barbudos al frente.
Nadie imaginó que en dos años Fidel proclamaría la república socialista, a la vez que derrotaba la invasión gusana/yanqui ni que el médico sería presidente del Banco Nacional, director del Departamento de Industrialización del Instituto Nacional de Reforma Agraria y ministro de Industria. Además de encabezar trascendentes misiones diplomáticas ante ONU, OEA, URSS y otras.
Tampoco que en 1965 abandonaría todos sus cargos en el Partido, en el estado, incluso su ciudadanía cubana, para andar por el mundo haciendo otros Vietnam. Fracasó en el Congo ese año y murió en Bolivia en una campaña que no llegó al primer aniversario, algo que tampoco se podía concebir para el guerrillero invencible. Los revolucionarios, los artistas populares, multitudes de obreros, campesinos, estudiantes y jóvenes del mundo lloraron su pérdida como algo irreparable, ¿quién encabezaría la guerra sin tregua contra el imperialismo yanqui y las dictaduras subsidiarias?
Su cara es de las más conocidas del mundo actual. Anda enredado en cuanta protesta contra la injusticia haya, sin importar historias ni geografías, religiones o pasiones deportivas. Che renace en cada primavera.
Como suele ocurrir con los grandes personajes de la historia, la inmensa mayoría de sus seguidores no tienen mayor idea de lo que hizo ni de lo que escribió, a ciencia cierta. Es su legado simbólico, el mito y la leyenda, el que atraviesa las generaciones, depurado de errores, fracasos y contradicciones. El Che encarna los ideales de emancipación de la explotación en todas sus formas, de enfrentamiento a la injusticia en cualquier lado, de entrega total a las causas nobles, de dignidad y desprendimiento personal sin dobleces. Y eso lo ganó en buena ley y es una necesidad cultural y espiritual de la humanidad tener estas referencias.
Lo que resulta más controvertible es el “guevarismo” como concepción política vigente en el siglo XXI, cosa que no es de su responsabilidad, obviamente. Debe leerse al Che, conocer su peripecia y entenderlo en su época. Es tan ridículo juzgarlo hoy por su violencia revolucionaria de aquellos años como pretender reeditarlo medio siglo después siguiendo al pie de la letra sus posiciones en otro contexto histórico.
No creció el hombre nuevo en Cuba como soñó pero eso no quita el desafío que sigue planteado a una humanidad que necesita renovar los valores de cooperación y solidaridad para construir la casa común, hoy tan llena de injusticias, odios y riesgos.
En todo caso, para los uruguayos y los jóvenes, hay que leer sus inequívocas palabras sobre la democracia y los tiros en el Paraninfo el 17 de agosto de 1961 y hacer guevarismo estudiando y construyendo una sociedad mejor, como le reclamaba a los jóvenes cubanos cuando tuvieron condiciones más o menos potables para hacerlo y él mismo se imponía para poder encarar sus nuevas tareas con mayor propiedad.
Fue un hombre de su época; la diferencia con otras figuras públicas es que los valores que promovió y encarnó con una brillantez, honestidad y consecuencia únicas, trascienden su tiempo y abonan el presente y el futuro y, por si fuera poco, con esa imagen maravillosa que lo inmortaliza.
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