La sociedad norteamericana engendró y legó a la cultura popular el comic tal como lo conocemos. Superman, creado por dos jóvenes estadounidenses hace más de 80 años, se convirtió en el arquetipo del superhéroe. El actor Christopher Reeve, quien lo interpretó en cuatro filmes, se erigió así en ídolo de toda una generación. Su trayectoria, el accidente que lo dejó cuadripléjico y su activismo en pos de ayudar a las personas que padecían su misma patología, son la base de “
Super/Man: la historia de Christopher Reeve”, documental actualmente en carteleras uruguayas.
Para alguien de mi edad, no es sencillo referirse objetivamente a Christopher Reeve. Siendo quizá la última generación analógica, la lectura de historietas era un entretenimiento fundamental en la vida de todo niño de los años setenta y ochenta. En dicho contexto, Superman siempre ocupó un lugar preponderante en nuestros gustos, nos formamos leyendo sus aventuras y crecimos admirando sus valores, su ética y su concepto de justicia.
El primer filme dedicado al personaje, si dejamos de lado la película de 1951, fue estrenado en 1978, dirigido por Richard Donner, y protagonizado por Christopher Reeve. Yo tenía apenas un año cuando se estrenó, pero gracias a una reposición, pude verlo en 1982 o en 1983. Yo no leía bien por mi corta edad y como en aquella época no existían casi las películas dobladas, mi padre me hablaba al oído y me ayudada a reproducir y a entender los diálogos.
El actor tenía el físico, la sonrisa y transmitía la nobleza y la confianza del ícono del comic. Mi generación creció admirándolo y queriéndolo. La primera película fue un gran éxito, al igual que la segunda. La tercera, más volcada hacia la comedia, no obtuvo la recepción esperada. Warner Bros ya no quería saber de nada con el personaje, y por eso vendió sus derechos al estudio de películas clase B “Cannon Group”, el cual realizó una cuarta parte. Reeve no estaba muy convencido, pero aceptó a cambio de poder participar en el guión. Vista ahora, esta cuarta entrega es atroz, pobremente hecha e insalvable, a pesar del carisma del protagonista.
Luego, Reeve interpretó variados papeles en distintos largometrajes, incluyendo dramas, comedias románticas, de terror y también encarnando a héroes o villanos. Paralelamente, se había casado dos veces, engendrado hijos, practicado diversos deportes, y nunca había abandonado su militancia a favor de causas como los derechos de los animales, la ecología o los derechos de los discapacitados, como un presagio del accidente que lo marcaría.
El documental avanza y retrocede deteniéndose en todos estos aspectos. Sus matrimonios, sus amistades, su breve pero fructífera trayectoria cinematográfica y su preocupación por ayudar a los más necesitados, lo cual trasuntaba un heroísmo que trascendía al personaje que lo hizo célebre.
Son inevitablemente dolorosas sus propias reflexiones sobre la vida luego del accidente que lo dejó cuadripléjico. Aun recuerdo el dolor que me provocó enterarme, y la emoción al verlo aparecer en su silla de ruedas un año después en la ceremonia de los Premios Oscar. Siendo una persona inquieta y activa, el hecho de no poder movilizarse lo hizo pensar anticipadamente en la muerte.
Pero el incondicional apoyo de su familia lo sostuvo, y la fundación para tratar a las personas con lesión de médula espinal, que fundó y dirigió junto a su esposa y entrañables amigos como el gran Robin Williams, fueron la razón de su existencia en sus últimos años de vida. Reeve nunca dejó de pelear por sí mismo y por los demás, convirtiéndose en un emblema de la lucha para curar la parálisis.
Puedo decir que porto, con orgullo, desde hace más de veinte años, un colgante con el logo de la “Christopher Reeve foundation”, que actualmente lleva no solamente su nombre sino también el de su esposa. Sin poder moverse, pero activo y lúcido mentalmente, llegó a dirigir un filme y actuar en otros tantos. En ese contexto, abogó por una legislación integral para la atención de las personas con parálisis. Su sueño tardó en concretarse y la ley fue aprobada ocho años después de su muerte, pero se convirtió, junto con la fundación, en su legado a la sociedad.
Este conmovedor documental rescata la vida de un hombre que siempre luchó por los demás, tanto antes de su trágico accidente como después, que nunca se doblegó ante la dramática situación que destrozó su existencia, y que siempre transmitió amor y esperanza a todos los que lo rodeaban. Fue un hombre que, al igual que Superman, no se rindió nunca.
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