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De todas artes vienen

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La importancia de las manifestaciones artísticas “presenciales” en celebraciones populares e incluso en manifestaciones políticas no puede minimizarse. Ya durante las fiestas “mayas” celebradas en Montevideo en 1816, único momento en que el artiguismo gobernó la actual capital uruguaya, un cronista anónimo señalaba la importancia de estas manifestaciones. El 24 de mayo, por ejemplo, “a las siete rompió la música”, mientras que por la tarde “aparecieron en la plaza principal (hoy la plaza Matriz) algunas danzas de negros, cuyos instrumentos, trajes y baile eran conformes a los usos de sus respectivas naciones”. A la noche el evento principal fue “la célebre tragedia moderna americana, titulada: El Siripo, cacique de los Timbues del Paraná”. Al día siguiente, entre coreografías y espectáculos musicales, el teatro volvió a tener un lugar destacado cuando se “ejecutó en el teatro la célebre tragedia nueva en cinco actos, modelo del heroísmo republicano, titulada: Roma libre, o El Bruto”.

Crónicas similares se encontrarán en diversos puntos del Río de la Plata, señalándose la importancia que las manifestaciones artísticas tenían para consolidar esos embrionarios movimientos de emancipación política. Pero si desde la política siempre se fue consciente del poder de las manifestaciones artísticas, también es cierto que siempre se tuvo desconfianza hacia las y los artistas singulares, protagonistas de esos “montajes” y “puestas en escena”. Como máximo se ha considerado el valor del “autor”, pero casi nunca de quienes ponen sus cuerpos y sus conocimientos para que esas manifestaciones se concreten en el espacio.

Presentes y en alerta

Esta semana íbamos a intentar desarrollar algo de esta tensión entre poder político y comunidad artística cuando nos enteramos de una convocatoria realizada por artistas de diversas áreas para concentrarse el martes 9 de junio en la Plaza Independencia y desde allí interpelar, partiendo de sus propias prácticas, a un poder político que parece ignorar su problemática.

Bajo la consigna “¡El sector cultural presente y en alerta!” un colectivo de “trabajador@s independientes de la cultura” invitaba a participar de una intervención artística ante la necesidad de “hacer visible la situación de emergencia económica por la que estamos pasando quienes trabajamos en el sector artístico y cultural”. Como se sabe, los espectáculos públicos fueron los primeros en suspenderse cuando se decretó la emergencia sanitaria, lo que incluye desde grandes conciertos hasta monólogos en un boliche, desde recitales en salas teatrales hasta espectáculos callejeros. Ninguna actividad que implique “aglomeración” está permitida, y esto ha impactado frontalmente no solo a artistas, sino también a quienes trabajan en roles técnicos, y en diversas áreas de soporte de las manifestaciones artísticas presenciales. Si agregamos que también permanecen cerradas las escuelas de formación, se entiende la situación de emergencia que atraviesa el sector.

Es para destacar, como se señaló luego, que la convocatoria fue hecha de forma independiente, y que si bien había integrantes de instituciones diversas o de espacios de formación, no era desde ninguna institución en particular que se realizaba la acción. Por otro lado indicaron que, como indica el sentido común, no se entiende que hoy en día la población pueda volver a viajar en ómnibus repletos y a la vez permanezcan los teatros cerrados.

“Tenemos cosas para decir”

Pocos minutos después del mediodía ya se podía ver en la plaza, sobre el sector que da a 18 de julio, a un conjunto diverso de personas integrado por artistas de diversas áreas: teatro, danza, música, circo, títeres, entre otras. También era visible, a partir de carteles, que no solo eran de Montevideo, sino que había representantes de Canelones, de Rocha, y seguramente de otros puntos del país. Algunas personas llevaban la voz cantante para organizar la intervención, señalando que la misma había sido ensayada previamente, y también que se haría en silencio.

Pasadas las 12:30, dirigiéndose hacia la misma plaza Matriz en la que hace dos siglos se celebraban las fiestas mayas artiguistas, las y los manifestantes se dividieron en dos columnas que, luego de rodear el monumento a Artigas, conformaron un bloque que se ubicó entre el monumento y la Torre Ejecutiva. Tomando una distancia acorde a las exigencias de estos tiempos de pandemia, utilizando los tapabocas correspondientes y portando carteles referentes a las diversas ramas de trabajo artístico afectado, este colectivo de trabajador@s de la cultura puso sus cuerpos en el espacio para interpelar al gobierno y reclamar que se deje de ignorar su situación. Un aplauso dio por terminada una manifestación que se cargó de signos vinculados principalmente a las artes escénicas.

Consultada acerca de cómo había surgido la intervención Verónica San Vicente narraba: “En realidad nos empezamos a reunir y lo primero que surgió, ya que somos artistas, amamos lo que hacemos y teníamos muchas ganas de salir a escena, fue pensar en una forma de comunicarnos vinculada a lo que sabemos hacer. Y es esta, una intervención artística que se diseñó, con ensayos, con pautas, con dirección, con todo lo que tiene un espectáculo. Los espectáculos están prohibidos, pero la creatividad no para, el arte no para.” La manifestación, titulada Primer ensayo, en realidad es la primera aparición en escena del colectivo, y San Vicente agregaba que además de ensayar realizaron asambleas “porque estamos profundizando en cuál es el sustento de lo que queremos decir. Estamos encontrando la forma desde la que queremos hablar en sociedad, dialogar, y encontramos que en este caso era desde el cuerpo, desde la presencia, desde el silencio y el impacto visual. Sentimos que iba por ahí más que porque que alguien leyera una proclama, que está muy bien que se haga, pero decidimos ir por otro lugar. Y salió esto para hoy que es la primera de una serie de varias intervenciones, porque queremos que tenga continuidad nuestra presencia. Y también que tenga cada vez más sustento en lo que queremos decir. Yo soy actriz, lo que digo en escena en una obra tiene un sustento, y acá es lo mismo, tenemos cosas para decir”.

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Leonardo Flamia Periodista, ejerce la crítica teatral en el semanario Voces y la docencia en educación media. Cursa Economía y Filosofía en la UDELAR y Matemáticas en el IPA. Ha realizado cursos y talleres de crítica cinematográfica y teatral con Manuel Martínez Carril, Miguel Lagorio, Guillermo Zapiola, Javier Porta Fouz y Jorge Dubatti. También ha participado en seminarios y conferencias sobre teatro, música y artes visuales coordinados por gente como Hans-Thies Lehmann, Coriún Aharonián, Gabriel Peluffo, Luis Ferreira y Lucía Pittaluga. Entre 1998 y 2005 forma parte del colectivo que gestiona la radio comunitaria Alternativa FM y es colaborador del suplemento Puro Rock del diario La República y de la revista Bonus Track. Entre 2006 y 2010 se desempeña como editor de la revista Guía del Ocio. Desde el 2010 hasta la actualidad es colaborador del semanario Voces. En 2016 y 2017 ha dado participado dando charlas sobre crítica teatral y dramaturgia uruguaya contemporánea en la Especialización en Historia del Arte y Patrimonio realizado en el Instituto Universitario CLAEH.