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Discurso de Pepe Mujica: No traicionamos al muchacho que llevábamos dentro

Discurso de Pepe Mujica:  No traicionamos al muchacho que llevábamos dentro
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En la cabeza me pasan rostros, una multitud de compañeros que ya no están. Pero están. El precio de la vida de todos estos años. Estoy al borde de los 89 años y milito consecuentemente desde que tenía 14. No concibo la vida sin militar. El premio más grande para cada uno de nosotros es haber nacido, tener la aventura de vivir. Pero la vida es un bien que se va, que no se renueva. Y la gran pregunta es: ¿la vida tiene un sentido?
Algunos encontramos que para vivir hay que tener una causa. No nacimos solo para pagar cuentas, consumir, gastar, comprar cosas. Nacimos también para gastar tiempo de nuestra vida atrás de intentar construir un mundo un poco mejor porque es una deuda enorme la que recibimos cuando nacemos. De la larga peripecia humana de aquellos que, hace mil años, descubrieron el fuego e inventaron la rueda, y construyeron esto que se llama “civilización”.
Y no podemos conservar la vida, se va. La gran pregunta: ¿intentamos retribuir siquiera en parte lo mucho que recibimos a favor de los que vienen luego de nosotros? Militamos por eso porque la militancia nos dio una causa para vivir. Un sueño para vivir, que nos ha sostenido. Somos viejos y ancianos y estamos “por una” para irnos. Pero somos felices porque hemos vivido coherentemente con los sueños apretados de nuestros años juveniles. No traicionamos al muchacho que llevábamos dentro.
Entonces, más viejo, con menos fuerza y más experiencias, cumplimos el papel que le corresponde a los ancianos: aconsejar y que otros hagan el camino. Porque la lucha no termina con una generación, continúa. Porque el mundo no es perfecto y no será perfecto, es siempre mejorable.
Pero, queridos: ningún cordero se salvó balando. El progreso humano surge con gente organizada, con gente que milita, con gente que se compromete. El progreso humano no es un regalo que cae como propina que viene del cielo, es una conquista colectiva de gente organizada que gasta parte del tiempo de su vida atrás de la intención de mejorar la sociedad en la cual ha nacido.
¿Y cuál es el premio? Está dentro de las ganas de vivir sin darse cuenta de que si bien la vida se nos va es hermosa y uno tiene que gritar: “gracias a la vida por haber vivido y haberme comprometido con un cacho de esperanza”.
Y esto no es un discurso de política. Es de filosofía humana. Una cosa que no está de moda. Pero yo quiero ayudar a pensar y a sentir. Tenemos que bajar a lo concreto.
Estamos en una coyuntura histórica. Todos sabemos que este es un país con mucho veterano y mucha veterana. Todos sabemos que la natalidad es bajísima en este país. Que la reposición es pobre. Todos sabemos que el grueso de los gurises y gurisas nace allí donde están los más pobres y, fundamentalmente, todos deberíamos saber que el grueso de los gurises que se hagan hombres y mujeres en el futuro se están criando en el marco de una cruda pobreza. Porque, a los tumbos, el país crece y multiplica su riqueza. Pero distribuye mal.
Y cuando hablamos de pobreza infantil tenemos que recordar que, en primer término, es pobreza femenina de las madres que quedan solas y abandonadas. Que precisamos de un feminismo que se acuerde de las que están sumergidas, con tres o cuatro hijos, con hombres que disparan por cobardía y ellas tienen que pelear por la comida y el mantenimiento. La gran pregunta es esta: si el grueso de los orientales del futuro nace y se tienen que criar en la pobreza, por qué la ciencia, no el Pepe ni los luchadores sociales y políticos, la ciencia nos grita hoy, que lo que pierde un gurí o gurisa desde el vientre, cuando se está gestando, hasta los tres primeros años de vida, no los recupera más, aunque después tenga todo. Porque biológicamente hay tiempos decisivos.
Cualquier ganadero sabe que una vaca, que es un mamífero, si está entecada y flaca difícilmente entore. Y si entora, es casualidad y va a generar una desgracia. Los incas ya sabían que cuando se constituía un matrimonio nuevo, reforzaban de inmediato la comida de la mujer con pescado. Porque sabían que había un problema nutricional insustituible. Esta es la vida.
Entonces, queridos, el problema de la pobreza infantil también tiene el rostro de mujer pobre y esta tiene que ser una preocupación central. Que no se arregla con un plato de comida porque esto significa contribuir a arrancar de la circunstancia de la pobreza, no dando indefinidamente, sino haciendo emerger, mejorando la calidad laboral, la instrucción, de esa familia, de esa madre, para que se puedan valer por sí mismas y le puedan aportar a la sociedad.
No de lástima que hay que ayudarlas, es de conveniencia. Porque si no lo hacemos nos va a costar el doble a las generaciones futuras. Entonces, compañeros, se necesita buena orientación política, buena preocupación, buena cabeza. Pero se necesitan medios y esto hay que tenerlo claro.
Le voy a pedir al próximo ejecutivo, sea el que sea, empezando por el que esté en la presidencia, que ponga el 40% como mínimo de lo que le paga el Estado y que además obligue a toda la burocracia de confianza, desde los ministros hasta el portero, que pongan algo. No porque con eso se arregle, eso no es suficiente, pero hay que tener autoridad moral para agarrar del cogote a los que tienen que colaborar para sacar ese mundo que está sumergido.
No se puede pedir solidaridad si no empezamos por quienes tienen responsabilidad. Porque he aprendido, a base de vivir, que los seres humanos somos malos y buenos en dos cosas a la vez: somos egoístas porque hemos vivido milenios de nuestros antepasados luchando por la vida, pero también somos altruistas porque somos animales sociales y no podemos vivir en soledad. Y si la sociedad no nos ampara, no podemos vivir. Llevamos adentro una contradicción y yo conozco esta historia.
Cuando fui presidente ponía hasta el 80% de mi sueldo y esperaba y esperaba. Pero tengo en la memoria ese viejo, que ya no está vivo que era dueño de Tienda Inglesa, vino y se puso fuerte. Unos, que arman autos allá por Garzón, regalaron un camión nuevo. Un paisano de Minas que es medio herrero hizo una caja, los tengo todos en la memoria, los que colaboraron. Pero yo estaba en la Torre Ejecutiva, rodeado de un gobierno y se hicieron todos los sota y no quiero que un nuevo gobierno le pase lo mismo. Que aprenda, lo tengo que decir claro y terminante. Porque todos jeteamos: hay que ser solidario.
Solidario es poner una mano en el bolsillo y darle una mano a los que están más jodidos que nosotros. Pero hay que entender que la cosa no queda ahí.
Hay que ayudar y empujar,para que puedan arrancar y progresen y esto significa casa, CAIF de 24 horas al pie del cañón, no con horario, pal dia y pa la noche, significa políticas de promoción para que esas familias tengan mejor trabajo. Significa muchas cosas, no solo la comida y la atención de los gurises. Porque tenemos que estar en guardia con los egoístas que llevamos dentro, porque también hay gente que se acostumbra a vivir de dádivas, de lástima y generan el oficio del mangueo sistemático y nosotros tenemos que sacar nuevos trabajadores. Gente con dignidad, que se defienda a sí mismos. Una batalla cultural que no se viene a la vida a vivir de garrón, hay que ayudar al que está jodido para promoverlo y a los viejos destruidos que no se pueden mover y a los niños infelices.
Y cumplir con aquel mensaje artiguista: que los más pobres sean los más favorecidos.
Y tenemos que entender que esto significa recursos. Hay muchas deudas sociales. Estas cárceles que tenemos son una fábrica de desgracias. No puede ser que alguien que salga en libertad no tenga una casa donde refugiarse, n i siquiera un lugar donde comer un plato de comida y queda tirado en la calle. Este va de cajón otra vez preso. No podem os tirar a la gente así. Tenemos que luchar por recuperarla. Ese es otro problema que no tiene solución del cielo. El Comcar está lleno de gurises que se pudren. Esto es también una causa social. Y hay otras, no las puedo tocar, no tengo tiempo.
Es fácil plantear problemas, pero, para que tengan solución, se necesita voluntad política, coraje y sabiduría. Pero se necesitan medios, por lo tanto, hay que pelear para que la economía funcione. Con un país que crece al 1 o 2% no vamos a ningún lado, necesitamos varios años de crecer por encima del 4% como mínimo y eso significa tener el coraje de invertir e invertir. Esta es una batalla.
Y yo sé qué me van a decir: “hay que ponerle más impuestos a los que tienen plata…”. Ah, si macanudo, pero sos mágico. Mirá que son como la vaca lechera que tiene el ternero y esconde la leche cuando la vas a ordeñar. No te podés pasar con impuestos, no hacés lo que querés. Tenemos que hacer crecer la economía para que nos de medios y aumente lo que tenemos para repartir. Sin crecimiento, no hay medios. Por lo tanto, el crecimiento es fundamental.
Y ahí precisamos políticas. Llevo diez años peleando por el riego porque soy campesino de alma. Elegí un ministro arrocero y me peleé con todos los míos. Porque el manejo del agua es la historia de la humanidad. ¿De donde salieron las pirámides de Egipto? Del manejo del Nilo.
¿De dónde salió la cultura de la Mesopotamia? ¿Donde se inventó la agricultura que utilizamos? Del manejo del Eufrates y el Tigris.
La historia del río Amarillo, los acueductos Romanos, la historia del manejo del agua en los Incas en la montaña. Es más viejo que el agujero del mate. El manejo del agua tiene que ver con la vida. Es algo tan importante que no lo puedo resumir. Pero le quiero decir lo siguiente, cuando era pibe que iba a la casa de mi abuelo, hace ochenta años, el maíz cuando te daba mil kilos, estaban contentos.
Hoy cualquier maíz da cuatro o cinco mil kilos, pero con riego da doce o catorce mil kilos. Si tuviéramos el rendimiento de mil kilos, tendríamos que plantar más que todo un departamento como Colonia de maíz solo, sería un desastre ecológico. ¿Qué pasa con la agricultura moderna? Es débil. Es muy productiva pero riesgosa porque si te falta el agua en el momento oportuno, todo lo que invertiste lo perdés. Aquel maíz que plantaba mi abuelo, guardaban la semilla de un año para el otro. El maíz de hoy es una semilla cara, porque está cruzada, tiene mucha ciencia adentro. Tenés que ponerle fertilizante, la tenés que curar, etc. etc. Entonces el riesgo es mayor. El que plante una hectárea de papa tiene que poner nueve mil dólares contado en el mes de diciembre y si te falta el agua marchaste.
En tiempos de cambio climático para un país agroexportador esto es estratégico. Para los chicos, los grandes y los medianos. Los grandes se pueden arreglar, hay que preocuparse de la inmensa mayoría que es el mundo de los chicos. Y el país tiene que hacer un esfuerzo.
¿Desde el punto de vista industrial? Estoy peleado con medio Uruguay. Porque le vendemos más a San Pablo que a cualquier país europeo y no lo digo yo, el embajador actual, colorado como sangre de toro, me dio un informe incuestionable. Vivimos al lado de un país colosal que está llamado a ser potencia. ¿Y qué pasa? Algunos tipos corajudos descubrieron renglones comerciales que se cuelan. El Uruguay le vende chocolate a San Pablo, que es más o menos como venderle hielo a los esquimales, porque el chocolate no se produce en el Uruguay, es un producto de un país tropical. Los garotos que contrabandeamos, la materia prima se hace en m i barrio y se va en tanques para Brasil. Lo que le vendemos es el valor agregado, el valor industrial que tiene. No quiero hablar de Conaprole. Si a Conaprole le cortan el mercado en Brasil le dan un mazazo, es el principal cliente que tiene. Y esto va seguir creciendo. Pero esto ha surgido espontáneamente. Tenemos que darnos cuenta que vivimos al lado de un país colosal. Hizo bajar el precio mundial de la soja por la cosecha que tuvo, hizo bajar el precio mundial del maíz.
Brasil tiene dimensiones continentales: es el primer país ganadero del mundo, primer exportador de carne del mundo, los chinos y japoneses van a hacer autos eléctricos; tenemos que estudiarlos y hacer economías complementarias. Esto no va en contra de hacer acuerdo con el que fuere. Pero llevamos 22 años discutiendo un acuerdo con Europa que va a llegar el año del golero mientras a Brasil lo tenemos al lado. Tenemos que darle importancia, porque Brasil tiene escala y nosotros podemos contribuir en parte del producto que entre en esa escala. Tenemos que aprender que para que los negocios sean firmes, ganar-ganar, comprarle en lugar de comprarle a los coreanos o a cualquiera, comprarle más a Brasil. ¿Por qué? Porque para que los negocios duren tiene que convenir a las dos puntas. Porque nadie es bobo y los brasileros también se rascan pa´ adentro igual que nosotros. En fin, lo que quiero es llamar la atención en bioquímica. Estamos en medio de la última reserva agropecuaria que le queda a la humanidad y la salud humana y animal son importantes. Se consumen millones de vacunas animales, pa los cerdos, los pollos y las vacas y ahí hay trabajo calificado de laboratorio y hay que meter investigación. No podemos hacer todo, pero tenemos que cambiar. ¿Qué hacemos con la ciencia? Lo ponemos en la cola cuando hacemos el presupuesto y la ciencia no tiene lobby, y no le damos un carajo. Tenemos que hacer como los holandeses: que una parte de lo que vendiste vaya para la investigación, ¿por qué?, porque hay que venderles talento.
¿Qué les quiero transmitir? Que el Uruguay puede. Podemos. Hay que tener una visión positiva. Podemos ser mucho mejores, los países que viven mejor en el mundo son todos pequeños: Finlandia, Dinamarca, Suecia. Es más fácil arreglar en un país pequeño que grande. Pero hay que ser inteligente. Somos el mejor país de América Latina en materia de reparto. No somos perfectos. Tenemos que modificar el Estado, tener claro el impacto de la civilización digital, hay gente en el Estado que hay que darle licencia formativa. Tienen que aprender el teclado rápido a cara de perro y tenemos que cambiar la administración. Cuando fui a Nueva Zelandia fui a ver a una uruguaya que estaba de profesora y le pregunté por la casa donde vivía. Me dijo: “acá es facilísimo, haces un recibo, lo mandas por el correo. Comprás una casa o un auto así.” Yo me horroricé, porque acá dios me libre. ¿Y que son, más inteligentes que nosotros? Tenemos que cambiar. Al ciudadano hay que creerle lo que dice y ser expeditivo y rápido. Y si miente hay que matarlo, dejarlo acalambrado con una multa.
Pa acostumbrarnos a que es mejor ser rápido y derechos, y no que te vuelvan loco con los papeleos. Pero eso significa un cambio cultural en nuestro estado. Hay muchísimo que hacer compañeros. No podemos hacer milagros, pero peleen porque el Frente llegue al gobierno. ¿Saben por qué? Peleen por ustedes, por gastar una parte del tiempo de su vida en una causa que contribuya a ennoblecer la vida, es lo que podemos dejar a los que van a venir después de nosotros: una patria mejor que la que nos tocó nacer.
No odien. Cultiven el amor. No insulten. No agredan. Aprendan de los indios pampa que no sabían domar y aprendieron a domar a caricias. La ventaja que tenía es que cuando el indio caía, el caballo se quedaba al lado, porque era un amigo. No se gana gente a palo: se gana con actitud ética. Que vale la pena, a la larga, ser bueno, en el noble sentido del término. Aunque algunos apresurados te agarren por gil. Pero la cárcel está llena de inteligentes. Hay que generar laburo y esperanza, y hay que mirar la salida del sol, de la naturaleza, amar la vida por encima de todo y gritar con pasión “gracias a la vida, gracias porque nos ha dado tanto”.
No ofendan, quieran al país. Quieran a los retoños que hemos convocado a la vida. Y sepan que no somos perfectos. Somos, apenas, mejorables. Tengan fe y esperanza.
Arriba corazones. Y a militar, y a militar, y a militar. Hasta siempre.

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