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Ecos de la antigüedad

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Imperialismo, clase y patriarcado en la antigüedad clásica

Afirma Karl Marx en la Introducción a la Crítica de la economía política: “El arte griego presupone la mitología griega, es decir, la naturaleza y las fuerzas sociales mismas ya elaboradas por la fantasía popular de manera inconscientemente artística”. La elaboración de la relación entre las fuerzas sociales en forma de mitos está particularmente presente en las tragedias de la antigüedad, en particular en el dramaturgo clásico más “religioso”: Esquilo. Johann Jakob Bachofen en 1861 presentó un estudio sobre el matriarcado (El matriarcado: una investigación sobre el carácter religioso y jurídico del matriarcado en el mundo antiguo) y detectó en la obra de Esquilo una lucha entre el orden patriarcal, representado por Agamenón y Orestes, y el matriarcal, que tenía entre sus representantes a Clitemnestra y las Erinnias. El propio Marx rescatará, más allá del misticismo, la capacidad de Bachofen para detectar las tensiones sociales concretas escondidas detrás del complejo anecdotario de la Orestíada de Esquilo.

No es el único conflicto que asoma en las obras de la antigüedad, el imperialismo de la cultura griega es manifiesto en la propia expedición de Agamenón y Menelao hacia Ilión por ejemplo. Y en la relación entre clases sociales se manifiesta el carácter aristocrático de la cultura helénica. Como indica Manacorda, en la Ilíada: “el pueblerino Tersites es descrito como un bruto animal ‘odioso’, al cual, cuando se atreve a hablar de los reyes en la asamblea, Ulises dirige injurias y golpes”.

Ahora, la paradoja surge sobre cómo es que esas elaboraciones que responden al orden social y económico de una parte de lo que hoy es Europa hace más de dos mil años nos siguen hablando hoy. Volviendo a Marx: “la dificultad no está en entender que el arte y el epos griego están ligados a ciertas formas del desarrollo social. La dificultad está representada por el hecho de que ellos siguen suscitando en nosotros un goce estético y constituyen, en cierta manera, una norma y un modelo inalcanzable”

 

Los ecos contemporáneos

Esquilo en la Orestíada trabajó sobre la historia del asesinato de Agamenón a la vuelta de Troya por parte de su esposa Clitemnestra y de su amante Egisto. También trabajó sobre la venganza de Orestes, quien para vengar a su padre asesinó a su madre, lo que para Bachofen simboliza el pasaje de la estructura matriarcal a la patriarcal. Sófocles y Eurípides posteriormente tomarán otros ángulos de la historia, por ejemplo la de Electra, hermana de Orestes, que siente el gobierno de Clitemnestra y Egisto como una tiranía. Justamente este hecho ha sido tomado como símbolo para representar, bajo regímenes dictatoriales contemporáneos, la lucha contra las dictaduras. Las tragedias de la antigüedad han servido infinidad de veces para hablar de situaciones contemporáneas. En nuestro país recientemente podemos recordar la versión de Las Traquinias de la Comedia Nacional (dirigida por Adel Hakim en 2006), con un Aquiles representado como un marine norteamericano, o la reelaboración de Antígona de Sófocles que dirigiera Volker Losch en 2012 (Antígona Oriental, con dramaturgia de Marianella Morena). También, infinidad de veces, se han tomado personajes de la mitología clásica para re-significarlos a la luz de nuestra época histórica. El año pasado Sandra Massera reestrenó El regreso de Ulises (obra de Denis Molina estrenada en 1948) mientras que Mariana Percovich ha retomado en varias oportunidades estos mitos para hablar del presente, ejemplos de esto son Yocasta (2003), Medea del Olimar (2009) o Clitemnestra (2012).

Clitemnestra también es el personaje central de la obra La sangre de las sombras, escrita y dirigida por Luis Vidal, que se estrenara hace dos meses en el Teatro Victoria. En este caso la reina es presentada como prisionera en espera de ser juzgada por su regicidio. Un primer aspecto interesante de la propuesta de Vidal es justamente presentar la visión de Clitemnestra, motivada en su venganza por el asesinato de su hija Ifigenia, sacrificada para que el ejército de Agamenón pudiera partir hacia Troya. Egisto aparece como un pusilánime en La sangre de las sombras, y es la reina misma quien narra como ejecutó a Agamenón. Pero la gran novedad de la propuesta de Vidal en este caso es el espectro de Casandra, la esclava troyana que Agamenón se llevó como parte de su botín. Casandra, que es capaz de ver el futuro pero es considerada loca y nadie le cree, aparece en esta versión como una representante de las colonias que siglos después pondrán sus ojos en Europa para emigrar, generando el miedo cobarde que se manifiesta como racismo. Casandra representa a los pueblos oprimidos por la cultura europea, y desde ese lugar cuestiona los privilegios de la reina, conseguidos a costa de pueblos aplastados. Así como Virgilio hacía que Eneas viera el futuro de Roma en la Eneida, Vidal hace que Clitemnestra se entere, por boca de Casandra, de las guerras y sufrimientos que azotarán a Europa, guerras generadas por esas ansias de dominar el resto del mundo. Ese juego temporal, más la inclusión del punto de vista de los conquistados, nos resultaron los puntos más interesantes de esta reelaboración de Vidal.

Fabiana Charlo y Alejandra Aceredo encarnan a Clitemnestra y Casandra respectivamente, entregando actuaciones intensas, potentes, ajustadas a las intenciones dramáticas de una puesta que intenta retomar el poder de algunos de los mitos fundantes de la civilización europea para interpelarnos hoy. La sangre de las sombras estuvo muy poco tiempo en cartel, esperemos se reponga el año próximo.

 

La sangre de las sombras. Texto y dirección: Luis Vidal Giorggi. Elenco: Fabiana Charlo y Alejandra Aceredo.

 

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Leonardo Flamia Periodista, ejerce la crítica teatral en el semanario Voces y la docencia en educación media. Cursa Economía y Filosofía en la UDELAR y Matemáticas en el IPA. Ha realizado cursos y talleres de crítica cinematográfica y teatral con Manuel Martínez Carril, Miguel Lagorio, Guillermo Zapiola, Javier Porta Fouz y Jorge Dubatti. También ha participado en seminarios y conferencias sobre teatro, música y artes visuales coordinados por gente como Hans-Thies Lehmann, Coriún Aharonián, Gabriel Peluffo, Luis Ferreira y Lucía Pittaluga. Entre 1998 y 2005 forma parte del colectivo que gestiona la radio comunitaria Alternativa FM y es colaborador del suplemento Puro Rock del diario La República y de la revista Bonus Track. Entre 2006 y 2010 se desempeña como editor de la revista Guía del Ocio. Desde el 2010 hasta la actualidad es colaborador del semanario Voces. En 2016 y 2017 ha dado participado dando charlas sobre crítica teatral y dramaturgia uruguaya contemporánea en la Especialización en Historia del Arte y Patrimonio realizado en el Instituto Universitario CLAEH.