La agenda social, medios de comunicación mediante, se ha ocupado de varios temas.
Por un lado la prematura campaña electoral de los partidos políticos saliendo al ruedo.
Faltan once meses para las elecciones internas y ya todos, nos están tirando candidatos.
No se da cuenta la dirigencia partidocrática que la danza de nombres satura y desgasta.
No se percatan que las preocupaciones actuales del ciudadano de a pie van por otro lado.
Esta efervescencia electorera existe exclusivamente en las cerradas burbujas partidarias.
Por el otro lado, se colaron en el debate público tres temas sobre la enseñanza pública.
A juzgar por la trascendencia que tuvieron son pilares en el mentado cambio de ADN.
Color de las túnicas, lenguaje inclusivo y elección de los abanderados en la escuela.
¡Se armó quincho! Parecía que cualquiera de estos puntos ponía en riesgo las tradiciones
más puras de nuestro país y la estabilidad democrática por el avance totalitario de algunos.
Como será que hasta el presidente llegó a comparar la túnica y la moña con la bandera.
Otros vieron la amenaza de premiar a los vagos con llevar un mástil y un trapo en las fiestas
patrias dejando de lado a los inteligentes y esforzados alumnos que anhelan ser elegidos.
¿Se imaginan la cantidad de padres “barrabraveando” en las escuelas a favor de sus hijos?
Lo del lenguaje inclusivo es de Ripley, llegando seguramente al top del ranking de lo frívolo.
La pregunta que se nos viene a la cabeza es si los promotores de todos estos temas, llámense
políticos, docentes, militantes estudiantiles, padres, feministas viven en nuestra realidad.
No visualizan que hay temas prioritarios para la enorme mayoría de los uruguayos que están
rompiéndose todos para llegar a fin de mes, tratando de conseguir ingresos decorosos.
Que cada día vemos más compatriotas en situación de calle y que el frío esta bravo.
Que hay un montón de gurises de túnica blanca que no tienen que comer algunos días por mes
Que la educación escupe a muchos pibes que son los futuros ciudadanos uruguayos frustrados
Uno espera que los líderes y formadores de opinión estén a la altura de las circunstancias.
Y realidad cotidiana marca prioridades claras que están lejos de las banalidades y ridiculeces.
Alfredo García
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