Me preocupa la salud de la ministra de Azucena Arbeleche.
Ahora que se acerca la rendición de cuentas, me la imagino como la
versión criolla de Tupac Amarú que en lugar de estar tironeada de
brazos y piernas por caballos, le tironean socios y adversarios.
Que los sindicatos públicos exijan aumento no es muy novedoso.
Que el Frente Amplio reclame mejoras tampoco sorprende a nadie.
Pero llama la atención que los socios de la coalición exijan también.
Así vemos a los de Ciudadanos pidiendo rubros para la educación.
Que la cabeza del Codicen sea Robert Silva no es coincidencia.
Cabildo pide para la tropa militar, cantera favorita de ese partido.
Zubia quiere bajar el IASS soñando con ganar votos de jubilados.
Gandini quiere cumplir con el 1% del PBI para investigación y
agrega sacarle el adicional al Fondo de Solidaridad de la UDELAR.
Los muchachos de Por la Patria pescan en la pecera académica.
Parece que el aroma 2024 tiene mucha fuerza este invierno 2022.
Todos sabemos que la situación del país no es fácil y que hay
circunstancias externas que condicionan mucho a la economía.
Pero hay muchos que podemos apretarnos un poco el cinturón,
mientras que otros tantos, hace rato que están en ropa interior.
Y en general son esos que no tienen corporaciones o lobbies que
los respalden y su llanto no llega a oídos de las elites políticas.
A fuerza de ser cargoso, insisto con aquello de tratar desigual a los
desiguales y es sabido que los recursos no alcanzan para todos.
Reitero, con 100 palos de sueldo o jubilación $3000 no es nada.
Y para mucha gente esa cifra puede significar comer todos los días.
Nadie quiere perder plata o que le cobren más impuestos, se sabe.
Pero Solidaridad no es una mala palabra como alguno piensa.
Y sería bueno que partidos, sindicatos y empresarios se aunaran en
un esfuerzo para lograr sacar de la malaria a los más jodidos.
Ya habrá tiempo para campañas electorales, no tengan dudas.
Pero las urgencias de la gente hoy, pasan por otro lado.
Alfredo García
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