El show de Guido Bochinche

Durante décadas, muchos hicimos sufrir a nuestros hijos

haciéndolos ver por la tele el programa infantil de Cacho de la Cruz.

Allí aparecían personajes que marcaron a varias generaciones:

el payaso Pelusita, el enano Fermín, el tío Víctor y sus marionetas,

Bobalinda y Taraletti, el Loro Bocón y el escalofriante Ultratón.

Cualquier similitud con una novel bancada es pura coincidencia.

Pero dejemos la nostalgia televisiva y analicemos nuestra realidad.

Creo que existe un hartazgo bastante generalizado en la sociedad

sobre la información y discusión en torno al desafuero de Manini.

Otra vez se cae en un maniqueísmo terrible en la esfera política y

vuelan los epítetos a diestra y siniestra por la posición adoptada.

Ni los frentistas son hipócritas que ocultan la verdad, mientras

hacen gárgaras con la defensa de los derechos humanos ni los

blancos son cómplices o mercenarios de los milicos neofascistas.

Le estamos dando un rol protagónico a un partido que solo tiene el

10% de los votos y que se quiere posicionar como decisivo.

Históricamente la derecha tuvo una expresión electoral similar.

En 1971 el Gral. Mario Aguerrondo, pionero de este engendro,

obtuvo un 13,7% de apoyo, votando dentro del partido Nacional.

En 1989, Pablo Millor, ex consejero de Estado de la dictadura, logró

integrando el partido Colorado, dos senadores con la Cruzada 94.

O sea que el alarmismo por la aparición de Cabildo es producto de

ignorar que siempre existieron sectores reaccionarios en Uruguay.

La diferencia es que ahora formaron una agrupación propia, en

lugar de diluirse como antes dentro de los partidos tradicionales.

Lo interesante es como el sistema político rápidamente modifica a

sus protagonistas, y el que hacía ostentación de rectitud y

coherencia, se dio vuelta como un panqueque, en solo seis meses.

“Cambiaron las circunstancias”, “la gente me lo pide” son las nuevas

viejas excusas, quien decía ser el paladín de otra forma de política.

El discurso del general nos retrotrae a aquel febrero de 1973 y el

entonces novel cadete, es la materialización hecha hombre de los

famosos y ambiguos comunicados 4 y 7, en su versión siglo XXI.

Lo trágico, es que muchos se están tragando otra vez de nuevo, la

pastilla por sus menciones al nacionalismo, la soberanía y la patria.

El populismo de izquierda o de derecha ha sido siempre ineficaz.

Así que aquellos que anden medio obnubilados con la actuación

mediática de Guido, aflojen con la Fanta y entreguen sus chupetes

a Ultratón, es hora de crecer, porque la democracia no es un show.

Alfredo García