Considero que los prejuicios son hijos dilectos de la ignorancia.
Aunque muchas veces son influenciados por su tía “ideología”.
En los últimos y covidianos tiempos han aflorado a mansalva.
Y la caja de Pandora puso a la vacuna entre todos los males.
Vivimos durante semanas las campañas reclamando por el atraso
notorio de nuestro país en este aspecto comparado con otros.
También supimos disfrutar de la cata de inyectables donde millones
de “sommeliers de jeringas” daban lecciones a diestra y siniestra.
Llegamos a escuchar que no se compraban vacunas rusas por
motivos políticos, como si Putin fuera la reencarnación de Lenin.
No faltó a la cita la comparación entre un auto chino y un alemán.
Y una vez que empezaron a llegar los embarques se cuestionó el
precio, generando suspicacias sobre posibles coimas por la compra
Ahora bien, Uruguay empezó a vacunarse en forma bastante rápida
Y ya afloran las quejas porque el mecanismo de la agenda colapsó.
Pero no todo es una buena noticia, porque hay un montón de gente
que pudiendo vacunarse, le saco literalmente el brazo a la jeringa.
Así vemos que solo el 60% de los docentes recibieron el pinchazo.
Y también faltaron a la cita con Pfizer muchos militares y policías.
Asombra escuchar que hubo un 40% del personal de los geriátricos
y casas de salud que rechazó la chance brindada de inmunizarse.
Peor es enterarnos que en Rivera, zona roja si la hay, hubo un
86% de capacidad ociosa en los vacunatorios contra el Covid.
Las cifras mencionadas más arriba muestran que algo no está
funcionando en nuestra sociedad con respecto a la vacuna.
Porque muchos de los grupos que se abstienen tienen
formación e información suficiente como para no negarse.
Por supuesto que existen los fundamentalistas, incluso entre los
Intelectuales, que caen en teorías conspirativas de dominación
mundial o creen que les van a introducir un chip que cambia el ADN
Seguramente urge una campaña masiva de publicidad instando a la
población a vacunarse, aunque mas no sea por solidaridad social.
Y espero que muchos que boquillearon no queden presos de sus
dichos y se atrevan a dar el paso para cuidarse y cuidar a todos.
En el siglo XIX Latorre definió a los orientales como ingobernables.
Que en el futuro no digan que los del siglo XXI fuimos estúpidos.
Alfredo García
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