Se discute fuerte sobre la seguridad social y las jubilaciones.
Nadie cede un tranco de pollo en la defensa de sus intereses.
Desde las cajas bancaria, notarial o profesional hasta el sistema de
retiro militar o policial, ninguno quiere aflojar ni un poquito en nada.
Para complicarla más el movimiento sindical se para de punta.
Y cuando no, los partidos de oposición y de gobierno empiezan a
sacar punta al lápiz, calculando perjuicios o beneficios electorales.
No faltan por supuesto, los eternos reclamos opositores a la AFAP.
Cabildo Abierto hizo su juego exigiendo algunos cambios, el
presidente los acepta y ahí saltan los colorados como pelota,
porque no quieren quedar como “los nabos” de la coalición.
Tenemos un sistema jubilatorio deficitario por muchas razones.
Aparte de múltiples sistemas de cálculo de la tasa de reemplazo,
que favorece en forma desmedida a muchos sectores, están los
años de trabajo exigidos que varían para diversas profesiones.
Tenemos una relación activo – pasivo que lo hace insustentable.
Hay un envejecimiento de la población y una tasa de natalidad que
hace que la pirámide demográfica en Uruguay sea complicada.
Nuestra gente se jubila en promedio a los 63 años voluntariamente.
Mirando todo el panorama global, da la impresión que todos están
peleando por chauchas y palitos, ignorando elementos claves.
Seamos claros, los seres humanos vamos a vivir más años con
mejor calidad de vida, con capacidad y deseo de seguir trabajando.
La imparable revolución tecnológica hará desaparecer millones de
empleos y generará muchos más millones de nuevas profesiones.
No tenemos idea de cómo será el trabajo futuro cercano.
Seguramente la reducción de la jornada laboral será una fija.
Y las actividades de tiempo libre serán fundamentales.
Estar discutiendo hoy por porcentajes u años de trabajo para una
reforma que comenzará a ser operativa dentro de 20 años, es un
poco infantil y nos trae a la memoria la defensa de la telefonía fija
de hace años, en un mundo que vaticinaba el boom de los celulares
La seguridad social y los sistemas jubilatorios van a tener que ser
reformados muchas veces de aquí en más, y la incertidumbre va a
ser la fiel compañera de camino de todos nosotros, en el futuro.
Porque afortunadamente, lo único permanente es el cambio.
Alfredo García
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