Según The Economist, solo el 6,4% de la población mundial vive en una democracia plena.
En esa categoría figuran en el informe 21 países, Uruguay ocupa el puesto 13 de ese grupo.
Además de nosotros, en la región solo entra Costa Rica, en el lugar 20 de la tabla de posiciones
Ahora bien, en estos días nos enteramos que, para la ONG, Reporteros Sin Fronteras, nuestro
país cayo del lugar 18 al 44, o sea 26 lugares más abajo en relación a la libertad de prensa.
República Dominicana, Timor Oriental, Argentina, Burkina Faso, Republica Checa, Guyana,
Cabo Verde, Moldavia y Taiwán entre otros nos superan en libertad. ¿No será demasiado?
Por otro lado, también se difundió el informe de CAINFO donde se comunica que existieron 69
casos de amenazas o restricciones a la libertad de expresión de los periodistas entre el 1 de
abril de 2021 y el 31 de marzo de 2022, más de un episodio por semana en promedio.
Con estos datos de ambos informes, inmediatamente se nos prenden todas las alarmas.
Parece que estamos perdiendo democracia a pasos agigantados en los últimos tiempos.
Pero si analizamos los casos detenidamente, nos entran algunas dudas razonables.
Considero sí que es una amenaza a la libertad de expresión cuando se denuncia penalmente a
periodistas como hizo Andrea Valiente a Eduardo Mérica o Joselo López a Ana Laura Pérez.
Me recuerdan los casos de años atrás cuando la presidenta de ASSE, Susana Muñiz denunció a
Gabriel Pereyra o el Director de Aduana, Enrique Canon denunció al periodista Ignacio Álvarez.
Esos casos son graves y corresponde catalogarlos como un ataque a la libertad de prensa.
Pero que una cantidad de organismos estatales no contesten a los pedidos de acceso a la
Información, me parece que es más una inercia burocrática que una decisión política.
Si consideras que los incendiarios mensajes por twitter de la senadora Graciela Bianchi son una
amenaza a tu integridad o ejercicio periodístico, me parece que le erraste feo a la profesión.
Con ese criterio, mi amiga Patricia Madrid huiría despavorida, por que le dan con un caño.
Y los colegas de Búsqueda andarían llorando porque Manini Ríos los catalogó de sicarios.
Estoy convencido que en nuestro país existe irrestricta libertad de expresión ahora y con los
gobiernos anteriores, más allá de algunos trasnochados censores que aparecieron a veces.
Es demasiado importante la libertad de prensa en una democracia para andar aullando como
vestales ultrajadas frente a cualquier crítica o comentario que sufra un periodista.
E intentar sacar redito partidario con este tema, es mostrar una hilacha muy mezquina.
A las organizaciones que monitorean y difunden cabría pedirle un poquito más de profundidad
en sus análisis porque pueden acabar como el famoso cuento del pastor mentiroso.
Ojo que, si alguna vez viene de verdad un lobo a atacar a la prensa, sus denuncias sean creíbles
Alfredo Garcia
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