Seguramente, como todo el mundo, estoy influido por el entorno que me rodea.
Pero no paro de encontrarme con frentistas indignados o decepcionados que no saben
lo que van a hacer en las próximas elecciones ni que opción van a elegir con su voto.
Porque todos tienen claro que a la oposición no la votan ni mamados, que la ultra
izquierda vive en el pasado, que la alternativa de Mieres y compañía no ofrece nada
nuevo y que el Frente está desgastado por sus errores en el ejercicio del gobierno.
El voto en blanco o anulado se plantea como posibilidad en octubre y en el inevitable
ballotage de noviembre, votarían al candidato frentista asumido como el mal menor.
Las últimas encuestas muestran que el piso del Frente Amplio anda en un 30%.
El Partido Nacional con unos puntos menos de preferencia ronda el 27%, el Partido
Colorado oscila en un entorno de 10% y los otros se mantienen alrededor del 2%.
Esta situación es similar a lo que ocurrió en el año 1999, cuando el Frente tenía el
mayor porcentaje de adhesión, pero la oposición logró imponer a Batlle de presidente.
Si la dirigencia frentista no visualiza esto: “Torre Ejecutiva tenemos un problema”.
Les puedo asegurar que a los blancos les vuela la bata, ya se sienten gobierno.
Y no es para menos, porque sus actos son grandes y llenos de fervor partidario.
Dicen que para muestra alcanza un botón, y les aseguro que el acto de la lista 404 en
el club Cordón, llevó más gente que el MPP en el Platense con el Pepe de orador.
Y los colorados sacudiéndole la naftalina a Sanguinetti, se mueven como locos.
Por supuesto que hay una mayoría silenciosa que no concurre a ningún acto, pero se
han invertido los papeles, y el entusiasmo de los frenteamplistas brilla por su ausencia.
El esmirriado congreso del fin de semana fue una clara demostración de ello, ¿o no?
¿Ahora bien, que ha hecho mal el Frente en el gobierno para llegar a esta situación?
¿Cómo es posible que 13 años de crecimiento económico y desarrollo no cuenten?
¿No le importa a la gente los cambios estructurales que se hicieron en algunas áreas?
¿Se generó el imprescindible cambio cultural en todos nuestros ciudadanos?
A juzgar por los resultados, las respuestas a estas interrogantes están cantadas.
Hoy se visualiza a la izquierda como soberbia, acomodada y arriando viejas banderas.
No se le identifica como los paladines de la ética, la moral y la igualdad que fue otrora.
Falta autocritica, por los múltiples errores cometidos y por todo lo no hecho aún.
No estoy en contra de la natural alternancia en el poder en una democracia.
Pero con los valores que encarna históricamente el Frente Amplio con un proyecto
de patria para todos, libre y soberana, Uruguay no se merece que pierda el FA.
Alfredo García
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