Todos tenemos pensamientos y convicciones profundas.
A veces ni siquiera somos conscientes de nuestras creencias.
A nivel político o ideológico eso se reafirma muchísimo más.
Y eso quizás se agudiza al atribuir posturas de los adversarios.
Todos vivimos en nuestra propia burbuja que nos muestra el
entorno con determinados tintes, opiniones y prejuicios.
No es fácil desterrar estereotipos, es demasiado complicado.
Y muchas veces caemos rápidamente en validar aquello de: “si la
realidad no se adapta a nuestra teoría, que se embrome la realidad”
Lamento decirlo, pero la situación es un poquito más compleja.
Hace ochenta y dos días que asumió un nuevo gobierno nacional.
Seguramente todos, a favor y en contra, tenían ciertas expectativas.
Pero en diversos aspectos se está saliendo del molde esperado.
Con la pandemia del corona virus a las pruebas me remito:
Un presidente “neoliberal” reivindicando públicamente a Keynes.
La utilización del estado para enfrentar la situación de crisis de
mucha gente y que la ministra de economía diga: “la plata está”.
La negativa pese a las presiones de declarar cuarentena obligatoria.
La convocatoria a los científicos de todo el espectro ideológico.
No autorizar la cadena nacional de medios a ninguna organización.
Nombrar a Matilde Rodríguez en la dirección de Derechos Humanos
Dar marcha atrás con respecto a los fondos asignados del Pedeciba
Aceptar al hijo de Sanguinetti como vicepresidente de la UTE.
Que la vicepresidenta Beatriz Argimón y Martín Lema ofrezcan
reunión a manifestantes contra la LUC para discutir sus reclamos.
Que se destituya al recién nombrado presidente de Antel por la
presupuestación de alrededor de 900 funcionarios contratados.
Que la bancada nacionalista vote el llamado a cuatro ministros.
Seguramente hay muchos otros ejemplos, pero con estos alcanza.
Los blancos son raros, son medio anarcos, discuten todo en
público y marcan a todo nivel un personalismo rayano en el exceso.
No tienen ese manejo del secreto institucional de los colorados.
Ni tampoco el “lavar los trapos sucios en casa” de la izquierda.
Pueden parecer caóticos, pero planifican muy bien sus tareas.
No son fáciles de encasillar y con frecuencia nos van a sorprender.
Subestimarlos y creer que el “joven de baja estatura” y “poca
formación” no tiene capacidad de liderazgo es un profundo error.
Se trata de abrir la cabeza, pues auguro que este gobierno seguirá
trabajando “fuera de la caja”, destrozando nuestros esquematismos.
Alfredo García
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