Cada vez que llega el 1 de mayo se polemiza sobre el sindicalismo.
De sus divisiones, de su obsecuencia con el gobierno, del poder
que tiene en la política nacional y de sus reclamos injustificados.
Algunos piensan que es bueno que haya varias centrales, otros lo
pintan como una empresa lucrativa para sus dirigentes y delegados.
Muchos no entienden para que existen los sindicatos y unos
cuantos desearían que desaparecieran para siempre de esta tierra.
Ser objetivo en esta cuestión me resulta imposible, soy de los que
creen en los gremios como herramientas sociales imprescindibles.
Considero que una verdadera democracia no puede funcionar bien
sin que los trabajadores de todos los pelos estén organizados.
No me gustan las centrales sindicales que responden a tal o cual
partido o fracción como sucede en la mayor parte de los países.
Uruguay es una excepción mundial con su central única y lograr esa
unión no fue fácil, porque no es sencillo unificar esa gran diversidad.
Dentro de nuestro sindicalismo conviven todas las tendencias y
matices políticos y eso es lo que lo vuelve poderoso y democrático.
No voy a hablar de los logros alcanzados y que muchas veces, las
nuevas generaciones los consideran derechos adquiridos, que son
intocables, y que para muchos jóvenes parecen caídos del cielo.
No voy a debatir con esa visión lirica de la realidad que convierte a
todos en buena gente y en que no existen obreros sin empresas.
Las clases sociales son como las brujas, que las hay las hay.
Que hay intereses contrapuestos es indudable, lo que no quita que
los diferendos se deben resolver dialogando todo lo más posible.
Que nuestros sindicatos cometen muchos errores, por supuesto.
Que existen algunos burócratas que se acomodan, es cierto.
Que no siempre se pelea a fondo por algunos reclamos, es verdad.
Pero no es justo desacreditar al movimiento sindical en su conjunto.
Nuestro país no sería lo que es sin la historia de luchas sindicales.
Si siempre nos jactamos que en la escuela pública vareliana,
nuestros niños aprenden lo que es la igualdad entre pares,
podemos decir sin temor a equivocarnos, que los jóvenes y adultos,
en el fragor de asambleas y peleas sindicales aprenden a valorar,
ese maravilloso sentimiento entre las personas llamado solidaridad.
Alfredo García
POR MÁS PERIODISMO, APOYÁ VOCES
Nunca negamos nuestra línea editorial, pero tenemos un dogma: la absoluta amplitud para publicar a todos los que piensan diferente. Mantuvimos la independencia de partidos o gobiernos y nunca respondimos a intereses corporativos de ningún tipo de ideología. Hablemos claro, como siempre: necesitamos ayuda para sobrevivir.
Todas las semanas imprimimos 2500 ejemplares y vamos colgando en nuestra web todas las notas que son de libre acceso sin límite. Decenas de miles, nos leen en forma digital cada semana. No vamos a hacer suscripciones ni restringir nuestros contenidos.
Pensamos que el periodismo igual que la libertad, debe ser libre. Y es por eso que lanzamos una campaña de apoyo financiero y esperamos tu aporte solidario.
Si alguna vez te hicimos pensar con una nota, apoyá a VOCES.
Si muchas veces te enojaste con una opinión, apoyá a VOCES.
Si en alguna ocasión te encantó una entrevista, apoyá a VOCES.
Si encontraste algo novedoso en nuestras páginas, apoyá a VOCES
Si creés que la información confiable y el debate de ideas son fundamentales para tener una democracia plena, contá con VOCES.
Sin ti, no es posible el periodismo independiente; contamos contigo.
Conozca aquí las opciones de apoyo.