En los últimos tiempos se escucha con frecuencia de diversos
actores políticos que el Frente Amplio está dominado por radicales.
Algunos son para dar manija a lo Heber Pinto y atemorizar incautos.
Otros lo creen de buena fe, y muestran desconocer a la izquierda.
El invento del FA-PIT confunde afinidades con dependencia política.
Y cae por su propio peso, si analizamos la historia de todos los
conflictos que hubo durante los quince años de gobiernos frentistas.
El último hecho que demuestra la falacia de esa concepción son las
diversas posturas que existen frente al plebiscito por las jubilaciones
No hay unanimidad y ya varios dirigentes de primera línea, de
diversos sectores, han rechazado que se impulse esta medida.
Nadie duda de la fuerza del aparato militante del partido Comunista,
pero eso no condice con el histórico caudal electoral que logran.
Por otro lado, el MPP, organización que ha sido mayoría durante
muchos años, nunca forzó medidas radicales de ningún tipo,
garantizando muchas veces la unidad del Frente, incluso cuando
tuvimos de presidente a su líder el tupamaro José Pepe Mujica.
Entonces hablar de que el Frente Amplio no es el mismo de antes y
que ahora está dominado por tupas y bolches, es una fantasmada.
Muchachos, la vocación democrática de la izquierda uruguaya tiene
credenciales de sobra y no se modifica por cambios en la interna.
Está claro que las encuestas asustan a más de uno y que las
posibilidad de perder el gobierno les preocupe mucho, pero con
slogans de los 70, tipo “el oso ruso” y “los tanques soviéticos” no
van a lograr convencer a mucha gente para vencer al Frente Amplio
Hay una inmensa mayoría de frentistas de a pie, que superamos
ampliamente a todos los aparatos partidarios y que marcan con su
voto un equilibrio interno, donde nadie es más que nadie, ni pueden
imponerse posturas radicales en contra de la tradición frentista.
Esperemos que los adversarios levanten un poco el nivel de
argumentos y tengamos un debate político un poco más profundo.
Hay demasiados problemas a resolver para entrar en chicanas de
baja estofa, e inventar cuentos que no son más que pura fantasía.
Alfredo García

