“…Yo por la única cosa que estoy tranquilo,
es porque sé que “atriqui”, anda Danilo”
Agarrate Catalina, 2010
Existe varias generaciones que fuimos marcadas por este hombre.
Ese joven radical que fue electo en 1973 decano de su facultad, nos
explicaba los misterios de la economía desde las páginas de Opinar
y de su audición radial en la 30 durante los años de la dictadura.
Con el retorno de la democracia entró en la actividad partidaria
cuando fundó los Núcleos de Base, que abandona al perder una
votación interna, su cercanía con la IDI y su candidatura junto a
Seregni en 1989, encabezando todas las listas del Frente al senado
Cuando en 1994, logra con su Asamblea Uruguay, ser el grupo
mayoritario del FA, despertó el embrión de sus futuras derrotas en
los debates de la izquierda, como, por ejemplo: en la reforma
constitucional de 1996 y el referéndum de ANCAP en 2003.
Lo acusaron de traidor, de neoliberal, de blando y se lo bancó.
Tuvo la osadía de enfrentar a Tabaré, de plantear la renovación
Ideológica de la izquierda y de criticar la estructura frentista.
Tuvo luces y sombras por supuesto, y no toleraba mucho que se le
llevara la contra, porque no le gustaba perder ni a la bolita pero
jamás estuvo planteado abandonar su condición de frentista nato.
Tenía la apertura mental para cambiar su pensamiento, de ver la
realidad con estricto pragmatismo sin olvidar principios básicos.
Muchas veces, los que lo defenestraron lo fueron a buscar, porque
precisaban de su capacidad y su visión del futuro Uruguay.
Fue un pilar durante los tres gobiernos del Frente Amplio.
Y no es fácil imaginarnos la actividad política con su ausencia.
Se fue un compañero generador de certezas y nos deja huérfanos
de contar con su mirada estratégica del proyecto a largo plazo.
Nos queda su ejemplo de pensar un proyecto nacional con cabeza
libre y reivindicamos su frase: “Esto se sigue llamando revolución”.
Alfredo García
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