Esta semana conocimos el resultado de un censo realizado por el MIDES en Montevideo.
Según los datos oficiales hubo un aumento de personas viviendo en situación de calle.
2038, sí, dos mil treinta y ocho compatriotas, mayoritariamente hombres con un promedio de
edad de treinta y ocho años, 59% son consumidores problemáticos de sustancias y 30% negros
46% cursaron solo educación primaria, 94% trabajan informalmente y 60% son cuidacoches.
Hoy viven en la calle 304 personas más que en el año 2016, hubo un 18,4 % de aumento.
Lo lógico sería que se prendieran las alarmas en la dirigencia del gobierno frenteamplista.
Ahora bien, la ministra Arismendi habla de la honestidad de su cartera al realizar un censo y de
difundir sus resultados en pleno año electoral, aun siendo adversos a su gestión ministerial.
Bueno fuera que se ocultara o se mintiera para que no lo use la oposición en su campaña.
Pero hubo más, lamentó que la gente se queja por tener gente viviendo en la puerta de su casa
y recordamos cuando enrejaron la escalinata del Mides para evitar su uso por algún indigente.
Pero hay más noticias para este boletín: nuestra inefable vicepresidenta justificó la existencia
de esta situación argumentando que sucede en todas partes y citó como ejemplo Tokio o Paris.
Será por aquello de “mal de muchos, consuelo de tontos”, esos dichos me calentaron mucho.
No sé bien, quién gobierna en Tokio o en Paris, pero en Montevideo el Frente lleva casi treinta
años en la intendencia y estamos pronto llegando a quince años de gobierno nacional.
Si no somos capaces de remediar la situación de dos mil compatriotas estamos en el horno.
No me hago eco de los discursos banales de los que plantean que los “pichis” afean la ciudad o
dan una muy mala imagen para los miles de turistas que llegan a nuestra capital anualmente.
Me refiero al escaso respeto a la dignidad de estos seres humanos que viven en la calle.
No es lógico que no seamos capaces de solucionar la problemática de estos uruguayos,
ayudándolos a salir de las adicciones, a insertarse a la vida laboral y a acceder a un techo.
No creo en los lirismos que dicen que es un derecho humano la libre opción de vivir en la calle.
No creo que nadie se pueda apropiar del espacio público que nos pertenece a todos por igual.
No nos hace bien como sociedad tener esta situación sin resolver de una vez por todas.
No precisamos excusas o pretextos, reclamamos soluciones para terminar con esta vergüenza.
Alfredo García
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