El legado benedettiano en clave gráfica Alexandra Waltes
La muestra retrospectiva “Mario Benedetti y las artes gráficas”, que evocó –a través de la intransferible y elocuente impronta de la imagen el itinerario literario del célebre poeta, narrador y ensayista uruguayo en el centenario de su nacimiento- concluyó recientemente en la sala Pedro Figari del Museo Juan Manuel Blanes.
La exposición, que pese a ser cogestionada por la Fundación Mario Benedetti pasó virtualmente sin pena ni gloria en el marco del nutrido calendario de actos de homenaje al extinto autor, se caracterizó por la reproducción de tapas de la vasta producción del emblemático escritor, caricaturas realizadas por artistas nacionales e internacionales y afiches, además de una instalación sobre el texto “Desaparecidos”, que, por razones obvias y por sus implicancias históricas y humanas, estuvo cargada de profunda emotividad.
La curaduría de este merecido tributo a los cien años del nacimiento de una de las plumas referentes de las letras uruguayas, estuvo a cargo de Cristina Bausero, Diane Denoir y Sofía Acone.
La muestra, a escala humana -con un clima cálido y acogedor- puede dividirse en tres ejes, el primero de los cuales atañe a las caricaturas e ilustraciones realizadas por reconocidos exponentes en diferentes momentos, para medios gráficos o para ilustrar afiches en castellano, así como las traducidas a otras lenguas encontradas en su biblioteca.
Las quinientas tapas expuestas testimonian la proyección internacional y universal de la obra benedettiana, incluyendo carátulas en coreano, ruso, neerlandés, árabe, griego, georgiano, polaco, noruego y chino, entre otros idiomas.
El tercer eje lo constituyen los grabados de Antonio Frasconi, quien ilustró la tercera edición de la clásica novela “La Tregua”, la cuarta edición del controvertido ensayo crítico “El país de la cola de paja” y compartió, con el militante escritor, el libro “Los desaparecidos”, que alude a un tema muy sentido por Benedetti.
A pesar de la negación de la pintura clásica, los orígenes de la caricatura pueden rastrearse hasta muy antiguo en la historia de la humanidad, en función de lo cual ya nadie niega que es una expresión artística.
Charles Baudelaire, en su libro “Lo cómico y la caricatura”, argumenta que estos bosquejos de personajes grotescos que dejan ver su propia fealdad moral y física, contienen un elemento misterioso, duradero y eterno que despierta la atracción de los artistas siendo dignos de consideración.
En la muestra se pudieron apreciar trabajos de Fermín Hontou (Ombú), Horacio Guerriero (Hogue), Francisco Graells (Pancho), Jaime Clara, Luis Prada (Tunda), Alfredo Sabat, Hermenegildo Sabat, Julio Esteban Suarez (Peloduro).
En tanto, el segundo eje es el estrictamente relacionado con el título de la muestra. En efecto, además de las tapas de los libros, incluye afiches de puestas en escena de adaptaciones de sus más exitosos y difundidas obras, además del afiche del documental de Ricardo Casas.
Partiendo de la base que la instalación se montó con el criterio de una muestra literaria, esta propuesta quizá sea la más floja desde el punto de vista conceptual, aunque es la más rica en lo que atañe concretamente a lo material. Al respecto, es común que se confundan los conceptos de diseño gráfico y arte gráfico.
Tanto el diseñador como el artista pueden manejar conceptos similares e incluso compartir elementos en su formación académica, pero sus trabajos y objetivos son completamente diferentes, con relación al propósito con el cual se crean, el vínculo con el público o la audiencia que interactúa con ellos y la función que cumplen.
El diseño busca crear una solución a un problema, que refiere a cómo se puede comunicar, a la comprensión del mensaje y a lo qué se espera que la audiencia haga con él.
El diseño no se interpreta, está creado para ser consumido tal como es.
La diferencia entre arte y diseño no radica tanto en cómo se ven, sino en lo que hacen. Ambas tienen diferentes propósitos y procesos.
En ese contexto, el diseñador gráfico busca solucionar problemas de comunicación visual, ya sea para empresas, asociaciones, personas, etc.
La labor de un diseñador gráfico es transmitir un mensaje con el mejor lenguaje, maximizando tanto su comprensión como su impacto. Por ello, muchas veces extraen del mundo del arte sus estéticas.
Muchas de las carátulas expuestas, por referir a obras publicadas y ser parte de una colección, eran reconocibles por la estética y por diseños seleccionados por las diferentes editoriales.
Sin embargo, pude reconocer carátulas diseñadas especialmente para algunas ediciones o editoriales, que tienen como política incluir en la portada alguna obra concebida especialmente. Por ser estos libros la conjunción de dos artes creo que se podrían haber destacado de alguna manera dando a la muestra un criterio más artístico.
Unas líneas aparte merece el excelente catálogo. Una pieza de colección y material de referencia que aún se puede conseguir en la recepción del Museo Juan Manuel Blanes.
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