Esas golosinas
Si supiera que el mundo
Se acaba mañana, incluso
Hoy, plantaría un árbol
Luther King
Hay días en que, como dice el tango en su sabiduría orillera “estás desorientado y no sabés que “trolle” hay que tomar para seguir y en ese desencuentro con la fe…” y una que es humana en sus mayores defectos y, ¿por qué no? en algunas virtudes, una, te decía, se siente consustanciada con el espíritu del autor y corre riesgo de caer en un bajón. Y claro, los años no transcurren en vano, la vida te va pasando facturas y si te descuidás, ¡zás!, la quedás.
Pero (sí, ya sé, siempre hay un pero para todo) aparece alguien que te tira un salvavidas y una, que sigue “subiendo la cuesta” se aferra a el y lo agradece. Y así como Martín lo compartió conmigo yo hago lo mismo con ustedes. Martín opina que es un hermoso poema para quien tiene 50 años o más. Lo toman o lo dejan. Eso es cuestión de cada uno. Se llama “Golosinas”, las mismas que titulan la columna de hoy:
“Conté mis años y descubrí que tengo
menos tiempo para vivir de aquí
en adelante, que el que viví hasta ahora.
Me siento como aquel niño que ganó un
paquete de dulces; los primeros los comió
con agrado, pero, cuando percibió que
quedaban pocos, comenzó a saborearlos
profundamente.
Ya no tengo tiempo para reuniones
interminables donde se discuten estatutos,
normas, procedimientos y reglamentos
internos, sabiendo que no se va a lograr nada.
Ya no tengo tiempo para soportar a
personas absurdas que, a pesar de su edad
cronológica, no han crecido.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.
Quiero la esencia, mi alma tiene prisa…
sin muchos dulces en el paquete.
Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana.
Que sepa reír de sus errores. Que no se envanezca,
con sus triunfos. Que no se considere electa
antes de la hora. Que no huya de sus responsabilidades.
Que defienda la dignidad humana. Y que desee tan sólo
andar del lado de la verdad y la honradez.
Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
Quiero rodearme de gente que sepa tocar el corazón…
gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñaron
a crecer con toques suaves en el alma.
Sí, tengo prisa…tengo prisa por vivir con la
intensidad que solo la madurez puede dar.
Pretendo no desperdiciar parte alguna
de los dulces que me quedan. Estoy seguro que serán
más exquisitos que los que hasta ahora he comido.
Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con
mis seres queridos y con mi conciencia.
Tenemos dos vidas y la segunda comienza cuando te das cuenta
que solo tienes una.
Poema “Golosinas” Mario de Andrade Brasil
Hasta la próxima. Que seas feliz.
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