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Feriados: ¿Turismo o patriotismo? El amor a la patria en tiempos del colera

Feriados: ¿Turismo o patriotismo? El amor a la patria en tiempos del colera
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El pasado 18 de mayo el presidente anunció que está pensando en enviar un proyecto de ley para asegurar la inamovilidad de los feriados nacionales. ¿Es una medida trascendente en este momento? ¿Es perjudicial para el turismo interno? ¿Hay un espíritu refundador en el gobierno? ¿Se intenta estimular el alicaído patriotismo nacional? ¿Se trata de imitar el patrioterismo exacerbado que vemos en nuestros vecinos? ¿Qué tan importantes son las fechas patrias?

 

El modelo de Lacalle Pou ya fracasó por Rafael Fernández

En el peor momento de la emergencia sanitaria, cuando cae la economía y aumentan el desempleo y la miseria, el presidente de la República anuncia un proyecto para establecer la inamovilidad de los feriados nacionales. Según el amigo de los Trump, Bolsonaro y Netanyahu, lo hace en defensa del patriotismo y la dignidad nacional. Un gobierno arrodillado ante los banqueros y las potencias imperialistas recurre a la retórica nacionalista.

El objetivo del mencionado anuncio es simplemente que la discusión se focalice en este tema intrascendente, desviando la atención respecto a la debacle sanitaria que vivimos. La política capitalista frente a la pandemia dilapidó el gran esfuerzo que hizo la población durante el año pasado, para terminar llevando al Uruguay al lugar del “malla oro”… en la cantidad de contagios y muertes por Covid 19 en el mundo.

El gobierno se ha negado a seguir las recomendaciones de científicos y médicos en cuanto a reducir la movilidad de la población. Fue reabriendo las actividades económicas, poniendo los negocios por encima de la vida. Para asegurar a los acreedores internacionales el pago de la deuda externa, sacrifica la salud en el altar del control fiscal. No vacila sin embargo en generar aún más subsidios al capital, mientras rebaja salarios, aumenta tarifas y pone impuestos a los funcionarios públicos, con el pretexto de que así favorecería el relanzamiento económico. Los resultados están a la vista. Las exoneraciones y subsidios no se traducen en más inversión, sino en especulación y fuga de capitales. Los depósitos en el exterior crecieron en 4.000 millones de dólares durante la pandemia; y en los bancos locales crecieron 2.800 millones (el 60% de ese aumento es en cuentas de más de 100.000 dólares).

El pueblo trabajador no debe poner la atención en las gestas heroicas del pasado, sino en las del presente y las que están por venir. Hoy Colombia, como antes Chile, muestran que América Latina despertó. Los jóvenes en las calles, enfrentando una sangrienta represión, son una muestra de heroicidad en la cual debemos inspirarnos los orientales. El gobierno de Piñera desató un verdadero infierno contra las protestas callejeras, matando e hiriendo a gran cantidad de manifestantes, quitando la vista a cientos de adolescentes. También apeló a concesiones y recules. Ni unos ni otros lograron contener la rebelión. En octubre de 2019 se inició un verdadero proceso de alcances revolucionarios que ahora tiene un reflejo electoral con el derrumbe de Piñera y la derecha, así como de los partidos tradicionales de la “Concertación”. El pueblo no se va a contentar con simplemente redactar un nuevo texto constitucional; el “fuera Piñera” va a ponerse aún más en el orden del día. El parlamento dominado por los derechistas también ha quedado desautorizado. Se plantea una dualidad de poderes entre el régimen político heredero del pinochetismo y la nueva Convención Constituyente. Los explotados y la juventud revolucionaria en las calles no van a ceder en su movilización. En Colombia, Duque ha aplicado también la receta de las concesiones y la barbarie represiva, con el agregado de que allí -además de la policía militarizada y el ejército- existen las bandas paramilitares que también participan de una represión ilegal. El proceso chileno parece haber contagiado al pueblo colombiano. Dos de los modelos del imperialismo y la derecha están en la picota. El “modelo chileno” era el camino para Lacalle y sus aliados, que creían que estaban haciendo surf en una ola derechista victoriosa (Piñera, Macri, golpe en Paraguay, triunfo de Duque, golpe en Brasil y ascenso de Bolsonaro, golpe en Bolivia). Esa supuesta ofensiva mundial encabezada por Trump ha sufrido un revolcón fenomenal, Lacalle ahora intentará cambiar el libreto y sobre todo la retórica -pero las luchas populares de América Latina dejan en claro cuál es la tendencia.

Lacalle y su “Comisión de Expertos” siguen con el modelo chileno para la seguridad social: pretenden aumentar la edad de retiro y rebajar el cálculo jubilatorio, beneficiar a las Afaps y bancos, transferir más dinero de los bolsillos de los laburantes a las cuentas de los capitalistas. A sus aliados en el mundo no les ha ido muy bien con esta iniciativa, provocaron protestas y revueltas. El gobierno cuenta con la colaboración de los dirigentes del Frente Amplio que votaron los artículos 393 a 398 de la LUC creando esa Comisión, en la cual participan y dan oxígeno a este ataque contra el pueblo trabajador.

Una pusilánime “oposición” parlamentaria de centroizquierda, que realiza una interpelación donde ni siquiera denuncia la miseria y la rebaja salarial, no puede entusiasmar a los jóvenes y a los militantes populares: deben inspirarse en la heroica rebelión chilena. Una gesta que está hermanada con otros levantamientos en América Latina y otros rincones del mundo, como en la nueva Intifada de la juventud palestina -que enfrenta el genocidio de un Estado sionista, que pretende aplastar esa revuelta y profundizar su régimen de apartheid.

La nueva batalla de las piedras es la que se está llevando adelante contra los amigos de Lacalle Pou. No olvidamos la revolución artiguista, pero sus herederos en todo caso no son los presidentes y generales que leen una vacía proclama en un aburrido acto oficial. Son los que luchan en todos lados contra la barbarie capitalista los que merecen nuestra atención y homenaje, levantando la bandera de un gobierno de trabajadores y la unidad socialista de América Latina.

 

La patria o las termas por José Luis Perera

Las fechas patrias se declaran feriado -en todos los países ha de tener el mismo espíritu- con el objetivo de que sea un día de reflexión acerca de los hechos históricos que se conmemoran. Habitualmente, en mis años mozos, en esas fechas se realizaba un acto en la escuela, en dónde se recordaban precisamente los hechos y se disertaba acerca de su importancia y su vigencia.

Está claro que jamás fueron concebidos como días de esparcimiento, que para eso existen los fines de semana y las vacaciones.

Es obvio y conocido que el corrimiento de estas fechas hacia los lunes o los viernes no tiene otro objetivo que fomentar el turismo, sobre todo y fundamentalmente el interno. Y aunque el objetivo no está mal, el instrumento no parece ser el más adecuado. Se parece demasiado a la mercantilización de la historia por llamarlo de alguna manera. Es poner objetivos económicos por encima de valores históricos y culturales. La ocupación hotelera por encima de la historia de la nación.

Lo cierto es que cada vez es más patente la ignorancia de la gente acerca de qué se conmemora en cada fecha ni cuál es la importancia o el significado histórico de las mismas. Eso no es producto del corrimiento de los feriados, no estoy diciendo eso, pero obviamente no ayuda a que eso cambie. Con ello el pueblo pierde el enfoque, el norte y se desvincula consciente o inconscientemente del verdadero significado y connotación que se le debe dar a la celebración de nuestras fechas históricas fundamentales.

Por otra parte, no parece nada lógico mantener inamovibles en un Estado laico, fechas como el 2 de noviembre, el 24 de diciembre y el 6 de enero, por ejemplo, de indudable procedencia religiosa, y correr alegremente las relacionadas a nuestro origen como nación.

El patriotismo es el pensamiento de un individuo vinculado con su patria. Es un sentimiento de apego de una persona a su tierra natal o la tierra en la que ha crecido, y está ligado con valores, con la cultura, con la historia y el afecto. No se lo puede confundir con el chovinismo, aquel exceso que lleva al racismo y a la xenofobia.

Cuando alguien defiende la producción nacional frente a la introducción en su país de productos extranjeros, está actuando con patriotismo, por ejemplo -lo sepa o no- o cuando rechaza la injerencia de otras naciones u organismos extranjeros en los asuntos internos de la suya.

Entonces, ni ¡la patria o la tumba! ni ¡las termas o Valizas! Las llamadas “fechas patrias” deberían ser un día de reflexión y análisis, y conmemorarlos fuera de fecha no ayuda para nada a ese objetivo.

 

El perjuicio es muy limitado por Max Sapolinski

El análisis de la movilidad o no de los feriados nacionales está pautado por dos argumentos básicos que se enfrentan. Por un lado, la necesidad de exaltación de los feriados como forma de reafirmar la conciencia cívica nacional. Por el otro, la posibilidad de ayudar a la industria turística en promover el turismo interno en Uruguay.

Considero que la medida debe ser considerada en el contexto en que vivimos.

En los últimos tiempos se ha dejado de darle importancia a los feriados nacionales. Ya no se los venía recordando y seguramente el grueso de la población no saben diferenciar el motivo de celebración de cada uno de ellos. El 18 de mayo puede pasar a ser en el imaginario popular tanto la conmemoración de la Batalla de las Piedras, el Desembarco de los 33 Orientales, la proclamación de la Independencia o el recuerdo de algún triunfo deportivo.

La celebración de feriados nacionales cumple un papel importante en la reafirmación de civilismo de un país. No es necesario caer en el chauvinismo que suelen demostrar algunos de nuestros vecinos. Las celebraciones tradicionales que se han realizado en Uruguay revisten de un fuerte condimento republicano rodeado de recuerdo y homenaje. Es bueno que la Nación tenga celebraciones que coaliguen a sus integrantes, más allá de los acontecimientos que por sus orígenes, creencias o religiones posea cada uno de ellos.

Sin lugar a dudas, la movilidad de dichos feriados debilita el conocimiento y la identificación con los mismos, convirtiéndolos únicamente en un día franco. Aunque tampoco esto sea una verdad absoluta, ya que los feriados que hasta el momento podían moverse en el almanaque son feriados laborables que de todas formas ocupan a gran parte de la población en sus tareas habituales.

Se me podrá decir, que la industria turística, tan vapuleada en los últimos tiempos con motivo de la pandemia que nos aqueja, se ve perjudicada en caso de no mover más los feriados para los días lunes. A esta altura de los acontecimientos, parece dudoso que el perjuicio sea realmente considerable. Como expresábamos, los feriados que se mueven son aquellos que constituyen feriados laborables. Algunos de ellos, caen en fin de semana, por lo que no generan efecto alguno. En conclusión, el perjuicio es muy limitado.

La posibilidad de poder generar una mayor recordación sobre el verdadero significado de los feriados y lo positivo que puede ser para la conciencia nacional este hecho parece que son elementos suficientes para volver al régimen de inamovilidad de dichas fechas patrias. Todo ello en el marco de sobriedad republicana que por suerte ha sido casi siempre el valor distintivo de nuestra Sociedad en comparación a otras sociedades cercanas.

Esta discusión no tendría importancia hace unas cuantas décadas. El recuerdo de la niñez de quienes ya acumulamos bastantes años, no daba lugar a dudas sobre cada uno de las fechas patrias que recordábamos. Lamentablemente, (y esto también es un tema de preocupación en nuestro sistema educativo) no podemos decir hoy en día lo mismo de los niños que se están formando.

Es bueno que extrememos esfuerzos para recordar los hechos que nos pautaron como Sociedad y nos generaron los valores que nos han identificado en forma singular y que por suerte aún mantenemos.

La indispensable unidad nacional por Juan Pablo Grandal

En nuestro país se ha vuelto un sentido común, particularmente entre las clases “ilustradas”, que la reverencia a la nación es una rémora del pasado, una cuestión “retrógrada” que oscila entre ser irrelevante y peligrosa. Y es una cuestión que históricamente ha superado al espectro político, pero es hoy particularmente visible en la autodenominada “izquierda”. Recuerdo hace unos años, una declaración de ADES en la que se calificaba a la Jura de la Bandera como un “acto fascista”; curiosas declaraciones, por cierto, dado que, en la inmensa mayoría del mundo socialista, desde Cuba (“¡Patria o Muerte, Venceremos!”, ¿les suena?) a la hoy extinta Unión Soviética, pasando por China y especialmente Corea del Norte, la reverencia a la nación es y fue inmensa, aún mayor que en buena parte del mundo capitalista. Quizás querrán argumentar que todos estos países son por alguna razón “fascistas”, pero yo seguro que no lo haría.

Pero el mundo capitalista tampoco se queda atrás. También en nuestro país hay una parte importante del liberalismo que rechaza el nacionalismo con similar fervor, y con parecidos argumentos. Por otra parte, celebran a países como Estados Unidos o Francia, como ejemplos de sociedades construidas en base a la libertad y los derechos individuales. Estados Unidos, un país donde desde principios del siglo XX y hasta hace muy poco se juraba lealtad a la bandera en todas las escuelas a diario, y donde se entonan las estrofas de su himno nacional antes de cada espectáculo deportivo; o ni que hablar del tan conocido patriotismo francés, originado en la propia Revolución Francesa y las Guerras Napoleónicas, procesos vanguardia del propio liberalismo. Les preguntaría a nuestros lectores liberales también entonces, ¿son acaso Estados Unidos y/o Francia países retrógrados? ¿Por qué?

Todo esto es importante, porque considero que hay que reivindicar el respeto a los símbolos patrios, entre ellos las fechas patrias, como elemento de unión de la sociedad, algo de lo que podemos participar y sentir orgullo todos, sin diferencias de raza, sexualidad, género o lo que venga. Quizás en parte eso sea lo que moleste en algunos sectores, que representan todo aquello que divida y enfrente a la sociedad, todo lo anárquico, individualista y disociador. Desde el nacionalismo se reivindica todo aquello que una, que hermane, que genere comunidad, que prometa un futuro común mejor que el presente; y que en ciertos sectores moleste para nosotros no es un agravio, lejos de serlo, es un elogio.

Y respondiendo a la pregunta que hace referencia al “patrioterismo exacerbado”, comparto que muchas veces se hace referencias patrióticas para ocultar otras intenciones, que muchas veces son directamente opuestas a los intereses de nuestro pueblo. También es legítima la preocupación por que surjan sentimientos chauvinistas que nos enfrenten con otros pueblos. El nacionalismo oriental tiene una particularidad hermosa, que se la da el ser un nacionalismo de “patria grande” y no de “patria chica”. Históricamente los nacionalistas en este país han argumentado a favor de reparar los lazos rotos con nuestros vecinos, particularmente en la región platense, pero en un futuro lejano por qué no de la Latinoamérica entera. Quienes nos han querido meter en conflictos con nuestros pueblos hermanos (y en casos particularmente infames como la Guerra de la Triple Alianza lo han logrado), y también en contiendas europeas que nada tienen que ver con nosotros, no han sido jamás los patriotas.

Para finalizar, en resumen, estoy de acuerdo con la propuesta de volver inamovibles los feriados nacionales. Es un paso en poder recuperar su sentido original de recordar hechos históricos de nuestro país. Otro paso importante sería quitarles aquellos elementos más solemnes que generen particularmente en los más jóvenes la idea de que las celebraciones patrias son cuestiones aburridas de las que solo se participa por obligación.

Comparto las preocupaciones del sector turístico, y supongo que se negociará con sus representantes para llegar a soluciones que sean de su agrado. Pero solo los ricos pueden darse el lujo de no tener Patria, y eso es tan cierto en cuanto a clase social, como geopolíticamente: generar un sentido de comunidad nacional fuerte es particularmente importante para aquellas naciones geopolíticamente subordinadas y económicamente subdesarrolladas, que buscan salir de esa situación, desarrollarse y construir un futuro mejor para todos sus ciudadanos.

 

¿Será amor? Por Cristina De Armas

En el momento en que escribo estas líneas me llega la noticia del fallecimiento del ministro del interior Jorge Larrañaga. Es imposible desentenderme de eso y entonces me pregunto si recordar la historia, si celebrarla, no es necesario; si acaso los que tienen el deber y la responsabilidad de llevarla a cabo llegarán a entender que no vale la pena. Si quienes firmaron la Constitución, quienes celebraron la Independencia, quienes pisaron la Agraciada o lucharon en Las Piedras hubieran pensado por un momento que no valía la pena, cuál sería nuestra historia.

No se trata siempre de dejar la vida, se trata de honrarla en el recuerdo de los que hicieron la vida que conocemos, posible.

En el año 2013 el ex presidente Mujica decía en España que a los uruguayos no nos gusta mucho trabajar, que nadie se muere aquí por exceso de trabajo. Parece que su gran amigo blanco se hubiese impuesto la tarea de demostrarle lo contrario.

Se entiende la razón práctica de la decisión de mover la celebración de las fechas patrias para convertirlas en fines de semana largos; por un lado la felicidad del trabajador en su descanso y por otra la felicidad del operador turístico por el gasto de ese trabajador. Es inteligente sobre todo cuando el uruguayo se ha acostumbrado a identificar el nacionalismo con una cancha de fútbol, su selección y aún a veces, prefiere al cuadro. Sé con seguridad que el amor a lo nuestro se puede enseñar desde la primera infancia, nuestra historia, nuestras fechas, nos dan identidad. En estos días el Ejecutivo ingresará un proyecto de ley para la inmovilidad de las fechas patrias. La primer reacción ha sido de los operadores turísticos, se ha dicho que si les quitan los fines de semana largos, el gobierno deberá negociar por esa pérdida. Todos sabemos lo golpeado que está el turismo por la pandemia pero esa actitud, no es de amor a la patria. Comencemos por ahí.

 

Feriados posta por Martin Forischi

La coalición de gobierno escribe otra página asombrosa de su pésima administración, obviamente del partido nacional también, que gano una elección en base a jingles políticos y buenos creativos publicitarios, un equipo de ministros sin experiencia, y a más de un año de gestión ¿con vicisitudes?, sí, ¿con imperfecciones?, muchísimas, ¿que termino no dando certidumbre? es verdad, y con el brote de covid gigantesco en el país, sumado a una crisis alimentaria sin afrontar, nos queda un Lacalle con muchas dificultades en su gestión, sin alternativas, pero se avoca en presentar un proyecto de ley para que todos los feriados sean inamovibles.

Un gobierno que nunca estuvo a la altura, pero este razonamiento, esta aseveración que me toco hacer en redes sociales no es una utopía por parte mía, o una corazonada de Martín, no… Esto es lo que te genera este gobierno que da pena; quiero decir que el poder ejecutivo comete un grave error, primero porque contamos con una ley 16805, en redacción dada por ley 17414 que ya limita la movilidad de los feriados más relevantes, donde se encuentran entre otros: el 1 de mayo, 19 de junio, 18 de julio, 25 de agosto, 25 de diciembre. El proyecto de ley del poder ejecutivo en relevancia se simplifica a 2 fechas: 19 de abril, y 18 de mayo, que hoy forman parte de los feriados puente para generar fines de semana largos, son fechas clave para el turismo interno, y aún más clave para aquellas personas que aún tienen posibilidades económicas para escaparse un feriado y descansar como ejercicio de salud mental frente al encierro por la pandemia, para recargar energías.

A todos los orientales nos gusta conmemorar los feriados, por más que algunos de ellos se corran con el objetivo de volverlos feriados puente. Si el objeto del proyecto de ley es continuar esas conmemoraciones, proyectarlas, hacerlas infinitas, hay otras formas de lograrlo, aunque parecía que así como están la finalidad de sentirnos orientales ya se cumple.

Este proyecto de ley lo puede hacer un gobierno en un momento de normalidad, no de pandemia, sin ninguna complicación, sin ninguna dificultad, cuando el 18 de mayo tenes 3128 casos nuevos de contagiados, con las vicisitudes, con el escozor que genera este virus, con el estar cruzando permanentemente los dedos para que al presidente no se le complique aun más la crisis alimentaria, y teniendo en cuenta todo ese contexto el presidente anuncia este proyecto de los feriados, la verdad que Lacalle se equivoca.

Ahora tengo que decir que, yo entiendo que la política, este maravilloso arte tiene un montón de tácticas, un montón de estrategias, todas ellas licitas, a ver, este proyecto de los feriados es una pésima táctica que hay que dejársela proponer a los chicos de los colegios que van a congresos latinoamericanos, no a un Gobierno nacional en medio de una crisis económica y con un sector turístico donde se hace difícil invertir.

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