Fue algo así como un oasis por Cristina Morán
FUE ALGO ASÍ COMO UN OASIS
Que estamos viviendo tiempos violentos, no es ninguna novedad y casi nos sorprendemos cuando no tenemos noticia de más de un crimen por día. Es una violencia que abarca bastante más que los asesinatos por los ajustes de cuentas, por las miserables deudas de los pobres que entran en el mundo maligno de las drogas y que pagan con sus vidas el no poder hacerse cargo ni siquiera de un “debo” de quince pesos. La violencia está instalada en el entorno familiar no solo contra la mujer (su pareja, su compañera de vida) sino que cada día nos enfrentamos a las denuncias de abuso, violación de niños, (nenas y varones), por parte de padres, abuelos, tíos, hermanos y también de aquellos llamados “cercanos a la familia”. Y son los tiroteos en las calles y es el miedo a que una bala perdida pueda matarte cuando vas al almacén de la esquina o vayas a buscar al hijo que está saliendo de la escuela. Violencia también es ¡y cómo! el aumento de gente durmiendo en la calle, revolviendo los contenedores, armando “campamentos” con nylon y cartones en cualquier vereda, portal o esquina de los barrios de Montevideo. Pensemos: si el MIDES publica que conducen a los refugios alrededor de 3.900 personas por noche, ¿cuántos más quedan sin ir? No me atrevo a arriesgar cifras, pero el andar por la ciudad en horas de la noche, te puede dar una idea de la cantidad de ciudadanos de este país que están en situación de calle. Podría seguir con esto de las distintas formas de violencia dado que es un cuento de nunca acabar, pero prefiero ir al “oasis” del título de esta columna. A ese oasis lo encontré en el complejo Luis Suárez en Shangrilá, donde brindó una conferencia sobre Educación Emocional para entrenadores deportivos y público en general. Este “oasis” tiene nombres y apellidos: Carmen Albana Sanz Rodríguez, nació en Montevideo, se hizo mayor viviendo con su familia en el barrio Borro, es magister en Educación Emocional y junto a Edgardo Ettlin (Ministro de Apelaciones del Poder Judicial) es autora del anteproyecto de ley que tiene como objetivo agregar un nuevo artículo a la Ley General de Educación 18.437. Dicho artículo (12) declarado de interés general. Escuchar la conferencia en tono cálido y amigable, conquistando al auditorio con la historia de su vida intercalándola en esa entrega de información sobre que es y como se aplica la Educación Emocional, fue realmente alentador referido a que no todo está perdido, y que se pueden lograr muchas cosas en materia de educación porque, sin duda, es muy acertada cuando nos dice que “un joven que no estudia es un país que fracasa “ y que “los liceos se han de llenar en lugar de vaciar” y afirma que “generamos círculos de pobreza con la falta de estudios” y no vacila cuando en ese intercalar su historia de vida con la propuesta de la Educación Emocional nos dice “solo tuve una única oportunidad en la vida y fue estudiar. Un niño emocionalmente estable está en condiciones de aprender”. Hace 16 años que vive en España. Fue elegida como la mejor maestra de Cataluña y recibió la nominación como mejor maestra de España. Carmen Albana ha dado 19 conferencias en dos semanas y en distintos departamentos junto a un grupo de “fierro” que la apoya y la acompaña día y noche. A Carmen Albana la impulsan, en esta intensa propuesta, “los jóvenes que viven en la desesperanza y la apatía, las cifras de deserción en el sistema educativo, saber que cada joven tiene sueños y anhelos, pero su nivel de frustración es más alto que sus propios sueños”. Carmen Albana nos dice que la “Educación Emocional debería constituirse como un proceso de educación continuo y permanente, incluido en el currículo de todas las etapas escolares (desde la primera infancia hasta el bachillerato) con la finalidad de optimizar el desarrollo del individuo”. Sí, el encuentro con esta maestra uruguaya y su propuesta fueron un verdadero oasis de esperanza en un terreno poblado de muerte, dolor, violaciones, crímenes y más. Hasta la próxima. Que seas feliz.
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