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Guerras, venta de armas y buenos negocios por Ruben Montedonico

Guerras, venta de armas y buenos negocios  por Ruben Montedonico
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Se sostiene que la verdad es la primera víctima de los conflictos bélicos y lo comparto. Cuando ocurren enfrentamientos entre fuerzas fronterizas, conflictos internos en naciones o acciones anticoloniales -“terroristas”, según el agredido y otros- hay condiciones para que algunas opiniones de observadores e información de parte interesada -guiadas más por ciertos condicionamientos ideológicos que por la razón, la deducción y el menos común de los sentidos, el común- le llega al público una suerte de “precocido” -vulnerado, manoseado y ajustado al gusto de lo que se desea obtener- cuando no se trata, lisa y llanamente, de una vulgar mentira.
Lo anterior es tan válido para la ocurrencia de la “explicación” del Kremlin al incendio de una nave de guerra como para los “túneles” del bombardeado hospital de Shifa en Gaza: en ambos casos estamos ante falsedades. En el primero, una acertada acción de guerra ucrania hundió un buque y, en el segundo, otra falsedad procuró encubrir parte de un genocidio.
Es una sensación extendida primariamente entre quienes reciben información de un conflicto que se hagan cálculos acerca de quien puede ganar el enfrentamiento: la A o la B. En todo caso, en estos tiempos, dependiendo de las circunstancias, debo afirmar que sé que ninguno ganará: la represión no extingue los conflictos, entre otras cosas porque no hay batallas ni enfrentamientos definitivos mientras sigan existiendo el y los subsistemas que sostienen en común las corrientes ideológicas de A y B.
La pregunta siguiente es a quien beneficia un conflicto armado. Siguiendo para el caso el razonamiento de Nazanin Armanian -iraní, residente en Barcelona desde 1983 y columnista del diario digital “Público.es”- convengo que, a diferencia de la creencia pública inicial, debemos dirigir nuestra mirada al mercado accionario y a las grandes empresas armamentísticas -Northrop Grumman, Lockheed Martin, General Motors o Boeing- que acrecieron sus acciones de bolsa en un 7% y conste que otros cotizantes las vieron elevarse en 46% (RTX13) o AerodromeGroup en 202%. Debo señalar, como Armanian, que la guerra de Ucrania acrecentó las exportaciones israelíes de instrumentos de guerra hacia 2022, tocando los 11 mil 600 millones de dólares, en tanto que luego del 7 de octubre 190 mil pistolas más estarán en manos de sus civiles que hicieron la solicitud respectiva, mientras el gobierno sionista llamó a filas a unos 360 mil habitantes.
Sin embargo, las astronómicas cifras de Israel no mellan a las grandes corporaciones citadas que, representando la industria estadunidense, proveen anualmente el 45% de los equipamientos militares requeridos por el mercado mundial, estando establecidas en un país con presupuesto en el ramo de 900 mil millones de dólares y unas 800 bases castrenses en el extranjero.
Con el arrasamiento de la Franja de Gaza el complejo industrial militar de EE.UU. ve reforzada su área de ventas. El decaimiento del aporte estadunidense a Kiev, al igual que lo ocurrido en la UE con algunos países miembros de la OTAN y las reposiciones a sus bodegas, encuentra en la expedición del ejército sionista otro lugar donde colocar la producción porque, en definitiva, se entiende que de querer alcanzar algo positivo en estas guerras “deben hacerse buenos negocios”.
La confrontación en territorio ucranio -según una observación inicial- ofrecía un panorama desequilibrado para el invadido que contaba un ejército maltrecho por sus continuos combates contra el Donbás, además de estar pertrechado -atrasados alrededor de diez años- por armamento de su enemigo invasor. Más allá de situarse en terrenos propios -lo que significaba ventaja- en términos externos, de acuerdo con la opinión de muchos y mis dudas, su derrota se trataba de una cuestión de tiempo.
Sin embargo, llegó el sostén a la guerra con los aportes de EE.UU. y su OTAN (sanciones contra el invasor y armas a Kiev), develándose quién estaba interesado en provocar el conflicto y quién fue el mandadero, a lo que se sumó un presidente cuestionado (Zelensky) que pasó a ser considerado todo un héroe.
Así transcurrió un tiempo en el cual algunos integrantes obedientes de la OTAN aceptaron las condiciones de la Casa Blanca y el Pentágono o lo hicieron murmurando su desacuerdo por lo bajo; también hubo quienes aprovecharon las circunstancias para liberar encajes de materiales obsoletos o innecesarios. En todos los casos el complejo militar gringo se hizo presente, aunque con fortuna decaída al entrar el conflicto en su segundo año. Un espacio de expansión llegó unido a las decisiones de Netanyahu, que no solamente sorteó temporalmente su situación personal debilitada sino que abrió una preciosa vía local y futura del entorno árabe para una frenética carrera armamentística, fortaleciendo a satisfacción la salud económica de los vendedores.
Como parte de la estrategia imperial de EE.UU. debe considerarse que al abrirse el frente israelí y -dentro de poco el mesoriental- habrá un buen negocio donde colocar la producción del complejo al obtener y exhibir respuestas directas acerca de la efectividad de las mismas.
Concurren al nuevo escenario varios hechos: mientras tambalea el mercado ucranio por las restricciones republicanas en EE.UU., la tardanza en las reposiciones y “apoyos” de la OTAN, se cierne la sombra del regreso de Donald Trump anunciando un rápido arreglo con Rusia. En tanto, Israel ofrece un mercado abierto donde colocar producido y novedades, además de la eventualidad futura de vender herramientas de guerra en Medio Oriente a las tiranías regionales y gobiernos endebles, ayudando al imperio en una región que le es atractiva, pudiendo atenuar la influencia de los BRICS, Irán y China.
Reproduzco de una nota de la colega de “Público,es” que para el momento dice: “… el coco (palabra que designa los fantasmas con que se atemoriza a los pequeños, n. de la r.) creado por los patriarcas de la guerra infinita contra el terrorismo, para entretener a una audiencia infantilizada y manipulada.”

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