Habemus Presidente
El domingo se definió quien nos gobernará durante los próximos
cinco años. ¿Esperaba este resultado? ¿Está conforme con la
elección? ¿Cómo será el futuro gobierno? ¿Hay chances de que
se acuerden políticas de Estado?
Me tiembla el cuerpo
Marianella Morena
Me tiembla el cuerpo de alegría. Hacía mucho que no recibía una descarga energética de esta magnitud. No solamente por lo que me pasa directamente a mí, sino por el abrazo colectivo que atravesó la ciudad, recorrió el tiempo, la posibilidad, la realidad.
Y se puso de pie, y ensanchó el presente.
Porque de eso se trata: hay que ensanchar el presente. Con palabra que antecede a la acción. Y palabra que resume la práctica.
Me tiembla el cuerpo porque este viento de felicidad nos completa, nos mejora la existencia, para ser personas más generosas, comprometidas y abiertas al prójimo.
Me tiembla el cuerpo porque es un gran estreno. Porque la comunidad combinó las herramientas sociales, culturales, y multidisciplinarias para cambiar la matriz creativa y decir: acá estamos.
Me tiembla el cuerpo porque somos este hoy abierto y poroso, que es pasado, y es futuro, porque el presente siempre se nos escapa con el apuro de estar en otro lado, en otro lugar, en otros cuerpos, en otras cosas. La urgencia de otra vida nos impone velocidades emocionales, la urgencia de ser y estar, y vivir en condiciones dignas, nos atrapa, y nos manipula perversamente.
Me tiembla el cuerpo al sentirme parte, algo tan complejo de generar en momentos individualistas, donde el capitalismo feroz nos induce a la infelicidad, la insatisfacción, y el resentimiento, no habilitando el amor. Palabra mancillada, como tantas otras.
Me tiembla el cuerpo porque esta noche crecí.
Me tiembla el cuerpo porque no estoy sola.
Me tiembla el cuerpo porque estaremos diciendo: izquierda volvé por todos y todas.
Volvé a buscarnos, a encontrarnos, a recuperarnos de la barbarie de donde venimos.
Me tiembla el cuerpo como artista, que lo he puesto al servicio de lo social, y de las ideas.
Me tiembla el cuerpo porque se puede arriesgar, y hay que arriesgar , innovar en los lugares compatibles y en los que no. Porque hay que dialogar entre la utopía y la práctica cotidiana.
Me tiembla el cuerpo de sólo pensarlo.
Y no es demagogia sentimental. Me tiembla.
Me tiembla el cuerpo porque la imaginación es un tractor que ilumina cada célula humana, cada imposibilidad laboral y económica. Es hora de darle espacio.
Me tiembla el cuerpo, porque la Historia le está diciendo SÍ a todos los NO que nos impone el sistema neoliberal, la derecha, y los discursos de moda.
Me tiembla el cuerpo porque la política no es una tendencia fashionista, ni el resultado de la mejor agencia publicitaria.
Me tiembla el cuerpo porque la ciudadanía es un ecosistema con pulso propio.
Me tiembla el cuerpo porque,
“La esperanza es el sueño de los despiertos”
Esta es mi revolución
Eduardo Vaz
Hace tiempo que todas las encuestas daban ganador a Orsi. Recordemos que fue un elemento a su favor en las internas pues ya aparecía mejor posicionado que Carolina para ganarle a cualquier candidato de la derecha. Por tanto, ninguna sorpresa.
El país vio crecer su figura cada día posterior a octubre, ya en reportajes, discursos o el debate. Si alguien compró la campaña del hombre chato o sin personalidad que sembraron sus adversarios, su sorpresa y desazón serán aún más grandes. La verdad es que tenemos flor de presidente electo.
La revolución de las cosas simples
Como dice el jingle electoral, ese es el gran mensaje. En el siglo XX, una parte de la izquierda procuraba «tomar el cielo por asalto» y, de una, cambiar todo lo malo y construir «la sociedad del pan y de las rosas». Hermoso pero doloroso proyecto que tuvo más de voluntarismo que de realismo, mostró logros, pero errores y horrores imperdonables. Su propia grandilocuencia «el que no cambia todo no cambia nada», terminó frustrando el filo revolucionario. Si para arreglar la vereda hay que esperar el fin del capitalismo o para que no haya infancia pobre debe caer el imperialismo, no es proyecto de vida, siempre breve y sin revancha. La gente quiere, queremos, una buena vida en términos sensatos. Si sobran los alimentos, entonces, que no haya hambre. Si la tecnología puede resolver las cataratas, entonces, que se opere a quien lo necesite. No es cierto que el pueblo reclame lujos desmedidos ni vidas haraganas. Una vida digna con las necesidades básicas satisfechas y oportunidades para poder vivirla libremente en el sentido que cada persona entienda sin desmedro del resto, es una base sólida para toda comunidad. Uruguay tiene una enorme «acumulación positiva» que ha ido construyendo desde su fundación que muestra la capacidad de resolver desafíos gigantes como la educación o la salud públicas, el plan Ceibal o las energías renovables.
La austeridad republicana
Orsi seguirá viviendo en su casa de Salinas y usará la residencia presidencial para trabajar y, eventualmente, pernoctar cuando las circunstancias lo ameriten. Esto no lo hace mejor que otros pero es una señal fuerte de su perfil ajeno al oropel y al despilfarro. El Presidente debería ganar un sueldo acorde a la realidad de su país (no como pasa hoy que es el mayor de América), vivir sin necesidades ni lujos ajenos al común, y no tener privilegios. Nada de pobrismo, por favor, austeridad republicana y coherencia para la actividad política.
El equipo de calidad
El país necesita un poder ejecutivo de primera, directorios de las empresas públicas calificados, jerarcas prestigiosos. Los equilibrios políticos en la interna del gobierno, la pluralidad, la paridad, la integración generacional, etc, deberán cuidarse, pero, lo fundamental, es que sea un equipo con idoneidad política, profesional y moral. Es responsabilidad del Presidente, pero, también, del FA y sus sectores que deben superar la tan nefasta concepción de que la confianza política en su gente está por encima de la idoneidad para el cargo.
Que gobierne la honestidad
Haber hecho campaña con este slogan es muy bueno pues compromete. La nueva administración debe imponerse el respeto a las normas, la transparencia y la rendición de cuentas. Las auditorías deben hacerse al finalizar cada gestión en forma obligatoria, no porque desconfiamos del que se va sino como garantía republicana. La veleidad de los hombres y las mujeres, más si tienen algún poder, es enorme. Las tentaciones para esquivar controles, hacer favores y obtener beneficios es permanente. Solo las normas claras y el funcionamiento pleno de los organismos de control pueden minimizar los desvíos (que siempre existirán). Y debemos ser más exigentes con nosotros mismos que con los demás.
Las políticas de Estado
Son patrimonio nacional. Alguna, como la educación pública, desde el siglo XIX. Los CAIF (1988) o el Ceibal (2007) son muestras recientes. Orsi tiene el compromiso de lograr algunas pocas, pero fundamentales en seguridad, pobreza infantil, educación. Ojalá alguna más. La necesidad de superar el estancamiento y la crisis en áreas marcadas como las principales preocupaciones ciudadanas es lo principal. La razón de ser de la política democrática es esta, no estar en el poder o hacer prevalecer una ideología. Sería un tremendo fracaso de su gobierno que en 5 años los problemas principales sean los mismos. Algo así le pasó a este que termina.
Que la disputa del 29 sea con otros temas cruciales será la medida de su éxito. Confiemos que pueda despedirse con un “supimos cumplir”.
“Cada pueblo tiene el gobierno que se merece”
Martha Valfre
Esta frase pertenece a Joseph de Maistre (1753-1821), quien sostuvo “que cada pueblo o nación tiene el gobierno que merece”. Más adelante un francés, André Malraux (1901-1976), quien la modificó y dijo que no es que “los pueblos tengan los gobiernos que se merecen, sino que la gente tiene los gobernantes que se le parecen”.
El domingo próximo pasado los uruguayos elegimos quien nos gobernará los próximo cinco años…muchos nos llevamos una desilusión ya que esperábamos otro resultado. Esperábamos una continuación, el “segundo piso”, y no volver a gobiernos progresistas, sin embargo, la mayoría se expresó y Yamandú Orsi es el nuevo presidente de todos. El nivel de aprobación del presidente Lacalle Pou no acompañó a la imagen de Delgado.
El nuevo presidente viene con la promesa de retomar el diálogo nacional, diálogo que va a tener que implementar en tanto ya no llega con mayorías parlamentarias, al menos en la Cámara de Diputados.
Habrá que ver como compagina entonces las “bases” con las distintas posturas internas, como el tema seguridad social y jubilaciones, los artículos de la LUC que impugnaron, tema seguridad y educación, entre otros.
Esperemos entonces a ver cómo evoluciona el tema y cómo impacta en la ciudadanía…creo además que esta victoria tiene mucho de cobrada de “facturas” con la coalición por temas como Astesiano, el pasaporte de Marset, las declaraciones de Carolina Ache, entre otros.
Y finalmente y no menos importante, el porcentual de votos que dio la victoria en el 2019 de Cabildo Abierto se perdió en esta elección dando el diferencial al Frente Amplio. Creo que hay mucho para reflexionar…
Sabrán cumplir
Gonzalo Abella
El siglo XX culminó en todo el planeta con un gran retroceso en los proyectos y prácticas de transformaciones sociales radicales. La mayoría de las organizaciones políticas revolucionarias se amansaron y adecuaron al dictado del capital financiero internacional. Pero como decía proféticamente el poema de Guillén sobre la muerte del Che: “Con sus dientes de júbilo/Norteamérica ríe/ más de pronto…” y es así: la risa se vuelve mueca de preocupación. Con menos discurso ideológico y gran sentido práctico (y dentro del juego de la Economía de Mercado) China construye un super-puerto en la costa peruana.
Por casa, el Dr. Lacalle (ejemplo de obsecuencia neoliberal) se suma al ataque contra Cuba, contra Venezuela, contra el mártir pueblo palestino, pero no se atreve a tildar de “dictador” a Xi-Xinping. Como buen petiso, sabe con quién medirse y con quién no. A regañadientes debe aceptar, pragmáticamente, un mundo multipolar.
El “progresismo” socialdemócrata en nuestra América ha involucionado hacia la resignación; ahora no sólo acepta al capitalismo como modo de producción predominante, sino también acepta el capitalismo dependiente como realidad incambiable. Cuando los principales medios de producción, incluyendo la tierra, están en manos extranjeras, el progresismo en el gobierno es apenas un gerente de intereses extranjeros, sólo que con una fachada más caritativa. Claro, sigue siendo defensor de todas las causas justas que no afecten la propiedad privada de las trasnacionales ni sus mecanismos financieros de saqueo, como las AFAPs. Pero en su gestión siempre termina frustrando a las masas populares que le dieron su apoyo. Entonces se cumple el ciclo previsto de la democracia tutelada, y el gobierno vuelve a manos abiertamente neoliberales por medio del “voto castigo”.
Ahora bien: cuando vemos la alegría en la multitud de rostros pintados juveniles, o cuando disfrutamos con la bronca indisimulable de los neoliberales momentáneamente desplazados, (a propósito: ¿vieron a Robert Silva en el estrado?) sentimos que otros procesos, casi subterráneos, están aconteciendo simultáneamente.
Pensemos en los partidos minoritarios. El “voto rebelde” se va desplazando, pero no desaparece. Dos elecciones atrás la UP tuvo un diputado. El radicalismo agrario aparente del PERI desvió el “voto rebelde” hacia su molino y ganó el diputado que la UP perdió (por qué causas internas y conspiraciones externas lo perdió, y ahora volvió a descender, es otro tema sumamente interesante). El rápido desprestigio del PERI llevó ahora al “voto rebelde” hacia el Dr. Salle, que mostrará su hilacha muy rápidamente, pero que por ahora obtuvo no uno, sino dos diputados.
Sumemos este “voto rebelde”, por ahora inmaduro, a (digamos) la mitad del voto en blanco y anulado. Para los que creemos en la posibilidad y la necesidad un cambio social de fondo, hacia un Estado soberano, socialmente solidario, ambientalmente sustentable y fraternamente internacionalista, ya hay una base sobre la cual moverse, y de la cual aprender.
Antes de las internas, confronté un volante programático de la Sra. Laura Raffo (P Nacional) con un documento del grupo mayoritario del FA (MPP). Ambos hablaban de combatir el narcotráfico y la pobreza infantil; ambos desconocían ostensiblemente la opresión trasnacional, la extranjerización y contaminación creciente de la tierra y ambos omitían la movilización popular por la reforma de la Seguridad Social. Ambos decían indirectamente a las trasnacionales que sabrán cumplir (con ellas).
Vuelvo a pensar en la sonrisa luminosa de los jóvenes bajo la lluvia, agitando banderas del FA. Construir una alternativa creíble obrera y popular, con ellos, entre ellos, es una carrera contra el tiempo. Si no lo logramos, al conocer el verdadero rostro del nuevo Presidente, volverán a concluir que “son todos iguales” y el pasaporte será la única vía a la que apostarán para concretar sus sueños.
Una oposición dialoguista
Victoria Pasquet
Este 24 de noviembre ganó con claridad la fórmula integrada por Yamandú Orsi y Carolina Cosse. A ellos, y a todo el Frente Amplio, los felicitamos y les deseamos el mayor de los éxitos, porque el suyo es el éxito del pueblo uruguayo.
El nuevo gobierno enfrentará desafíos sobre los que ya se ha escrito mucho, y se escribirá aún más. Tendrá uno que atravesará todos: la gobernabilidad, en vistas de que en la Cámara de Representantes ningún bloque ostenta la mayoría. A este último, y al rol del Partido Colorado (PC) en ese sentido, me quiero referir en esta columna.
En estos últimos 5 años, el PC integró el gobierno de Coalición y tuvo la oportunidad de demostrar una de sus más valiosas cualidades, al decir de Garcé: su vocación de gobierno. Le aportamos al país nuestros más destacados cuadros técnicos y políticos, y una sensibilidad batllista que enorgulleció a nuestras filas desde el Ministerio de Ambiente, la ANEP, el Ministerio del Interior, el MIDES y el Parlamento. Más allá de la autocrítica que nos ocupará los próximos días, servimos a nuestro país con lo mejor que teníamos, durante los 5 años. Por ello podemos decir que hicimos lo que había que hacer, sin mirar costos, como nos enseñó Tarigo cuando hablaba del deber; ese que “no se pesa ni se mide ni se cuenta”, sino que se cumple, sencillamente.
El panorama ahora es otro. Nos toca ser oposición. Si entendemos bien el mandato de la ética de la responsabilidad, de la que nos gusta jactarnos, entonces tenemos la obligación de interpretar que nuestro nuevo rol opositor implicará controlar y confrontar, sí; pero también, y especialmente en este escenario, dialogar y acordar. La tan manida frase “primero está el país” adquiere así contenido concreto: allí donde esté el mejor interés para nuestro país debemos estar nosotros. Cualquier mezquindad que se oponga a este principio deberá quedar atrás.
Quienes además de colorados nos sentimos batllistas, debemos saber a su vez que seguramente encontremos muchos puntos en común, sensibilidades compatibles e inclinaciones naturalmente similares con el oficialismo. Cuando en este período se trate de nuevo la ley de eutanasia, a los batllistas habrán de encontrarnos del lado de la libertad y no del paternalismo conservador; cuando se vuelva a poner sobre la mesa el ingreso por concursos a los gobiernos departamentales, nos habrán de encontrar del lado de la transparencia y de la probidad en la gestión pública, y no del despotismo feudal disfrazado de épica descentralizadora; y si el sistema político es lo suficientemente valiente como para proponer una alternativa -por moderada o pequeña que sea- al modelo prohibicionista de regulación de las drogas, a los batllistas deberán encontrarnos del lado de la apertura y de la confianza en el progreso. Estas forman parte de nuestras más profundas convicciones y también de las de buena parte del Frente Amplio: oportunamente deberemos defenderlas sin cálculos, sin titubeos y sin cucos.
Esto, obviamente, no implica brindar apoyo incondicional ni acrítico. Deberemos oponernos a propuestas como “nacionalizar las AFAP”, con especial vehemencia si lo que sea que esto signifique contraría de forma alguna lo expresado por la ciudadanía el pasado plebiscito; a propuestas que pretendan cercenar la libertad de expresión, al estilo del proyecto presentado “para sancionar el negacionismo del terrorismo de Estado” por algunos diputados del Frente Amplio; a propuestas que no sean cuidadosas de los fondos públicos y a cualquier iniciativa que privilegie los intereses corporativos de algunos grupos por encima del interés general, perpetuando el rezago de muchos para favorecer a unos pocos, incluso cuando se plantean en nombre de “luchas colectivas” mal entendidas.
En otros temas seguramente compartamos sensibilidad con todo el espectro político. En estos últimos años hemos visto cómo la pobreza infantil ha cobrado, por suerte, enorme notoriedad en la agenda pública, preocupando a representantes de todos los partidos. Nuestro deber será también, en estos temas, ser proactivos, buscando las mejores prácticas del mundo para replicar lo replicable aquí. Poner sobre la mesa, por ejemplo, ideas audaces como la renta básica universal para familias con niños que aplicó Polonia, que logró reducir a la mitad sus cifras de pobreza infantil en diez años. En definitiva: volver a aportar las mejores soluciones con entrega absoluta, desprendidos del rédito; sin “llevarle cuentas a la patria”, como decía Joaquín Suárez.
Los colorados tenemos, entonces, mucho que hacer en estos cinco años que se vienen: ser una oposición dialoguista y de acuerdos, con mirada larga y cabeza abierta; ser, al mismo tiempo, una oposición atenta, que controle al oficialismo y defienda celosamente los valores que le importan a sus electores; ser, por último, una oposición constructiva, estudiosa, seria, propositiva; que no se guarde nada y le vuelva a entregar lo mejor que tenga al Uruguay, porque no hay tiempo que perder.
Reinstalar lo que somos
Celsa Puente
No es bueno escribir cuando la emoción invade el cuerpo, el alma, la vida. Así que espero contar con la amabilidad de los lectores en la comprensión de que apenas podré dar unas pinceladas difusas de lo que sentí y aún siento a partir de los resultados del domingo.
Además de la gratitud hacia todos y todas los que con paciencia me recibieron, escucharon y me permitieron argumentar en un intento continuo de explicar por qué Yamandú debía ser el presidente de Uruguay durante los próximos cinco años, quiero expresar a la manera de un oxímoron (combinación de dos palabras cuyo significado es opuesto) que siento una enorme tranquilidad aterradora.
Yamandú demostró tener credenciales sobradas para el ejercicio de la Presidencia, pero, sobre todo, nos permitió reencontrarnos con el aplomo y la calma del que se conoce y sabe que no caerá en el barro tosco de una disputa callejera, manteniéndose entero y con tranquilidad en situaciones verdaderamente difíciles. Fue blanco de agravios de todo tipo desde la vereda de enfrente y desde parte de la prensa. Fue incluso insólitamente “clonado” gracias al uso anti ético de la inteligencia artificial para hacerlo comparecer “a la fuerza” en un programa televisivo al que había definido con todo derecho no concurrir. Le fueron adjudicadas relaciones violentas (recordemos el caso de Romina Papasso y su compañera) y fue tildado de cobarde por muchísima gente que pretendía antes de la elección de octubre que contendiera contra cinco contrincantes abrazados en una coalición con fines electorales y antifrentistas. Resistió nombretes, alusiones a un personaje de dibujos animados, calificativos descalificantes y a mi juicio, inaceptables para cualquier persona. Se le exigió públicamente la aclaración de posturas siempre intentando presentarse –me refiero a los integrantes de la coalición- como los comandantes generales plenipotenciarios del Uruguay. Hasta los símbolos patrios trataron de sacarnos.
Y Yamandú, ese profe sólido, de amplia y profunda cultura, sencillo y simpático, cercano sin dobleces, convocó al pueblo uruguayo al viaje de regreso, al encuentro con nuestra esencia. La prepotencia, el descalificativo, el agravio, la mentira, la persecución no prosperan en Uruguay. Al principio puede haber un encantamiento con los discursos bonitos, pero nunca, NUNCA hay que subestimar la inteligencia de nuestro pueblo, que demostró muchas veces que sabe “leer” la realidad prescindiendo de los discursos que la contradicen.
Bienvenido, Yamandú. Bienvenida mi tranquilidad aterradora. Estoy tranquila, en buenas manos, pero sé y me aterra la idea de todo lo que encontraremos. En el 2005 empezamos de nuevo y sospecho que ahora, veinte años después, deberemos volver a empezar para trabajar hacia una patria para todos, en la que nadie quede atrás, hayan votado o no al Frente Amplio.
Ahora, a construir el segundo ciclo progresista del siglo
Edgardo Rubianes
Como era previsible, en el balotaje triunfó la fórmula Yamandú Orsi-Carolina Cosse promovida por el Frente Amplio (FA). La primera vuelta ya había dado señales claras pues el FA: 1) confirmó, cómo desde hace 25 años, que seguía siendo, con amplitud, el principal partido político uruguayo; 2) aumentó en 5 puntos su caudal electoral, llegando a un 44%, a expensas de votantes anteriores de la coalición multicolor y un fuerte apoyo dentro de los nuevos; y 3) obtuvo la mayoría absoluta en el senado, y casi lo logra también en diputados. Sostuvimos en anterior nota, obtener “la llave parlamentaria no es poca cosa”. La fórmula frenteamplista tuvo 140.000 votos más, un 6%, llegando a redondear, con los observados, el 50%.
El empuje progresista
La elección de 2019, con el triunfo de Lacalle Pou y la coalición multicolor que lo apoyaba, significó un corte en la trayectoria de 15 años de gobiernos frenteamplistas que, diversos analistas, trataban de enmarcar en el llamado “ciclo progresista latinoamericano”. Se consideraba así la coincidencia temporal de gobiernos de signo izquierdista o progresista en la mayoría de los países a inicios del siglo. En ese contexto, varios indicadores económicos y sociales de la región mejoraron sustancialmente, como lo documentara la CEPAL y otras instituciones internacionales. La disminución de la pobreza, la mejora de la equidad y la ampliación de los derechos civiles, fueron algunos de esos avances. Y Uruguay era de las referencias más citadas. Pero en nuestro país hubo, además, cambios estructurales importantes en diversas áreas, como en la salud, el área impositiva y la matriz energética, que fueron referencia regional. Luego las trayectorias de los países fueron divergentes y hasta contradictorias, hubo retrocesos en varios e incluso derivas personalistas y hasta autoritarias en otros. Sin embargo, el corte de ese ciclo en 2019 en Uruguay, tuvo características propias: la izquierda uruguaya, aún derrotada, mantuvo un apoyo electoral muy relevante y perdió el balotaje, frente a la coalición de centro derecha, por sólo 35.000 votos. Resultaría difícil explicar el actual resultado electoral sin tener en cuenta lo anterior. La derrota del 2019 cortó un ciclo, pero no borró en amplios sectores la memoria de los muchos avances vividos durante el mismo. Cuando conocido el resultado del pasado domingo, los medios preguntaban a ciudadanos comunes, las referencias a ese pasado eran más que frecuentes.
y su freno
Varios de los logros durante los gobiernos frenteamplistas permanecieron presentes o fueron sólo débilmente alterados en este quinquenio. Criticados en su momento (reforma impositiva, creación del MIDES y sus programas sociales, etc.) no fueron desarticulados. Porque no fue planteado, dada la inserción que tenían, o porque no pudo ser concretado. Hay de los dos casos. El resultado, victoria oficialista por escaso margen, en el referéndum de la LUC, probablemente pueda dar pistas al respecto. Pero sí es claro que hubo un freno en muchos aspectos. En particular, no hubo una perspectiva de “proyecto país”: la coalición siquiera pudo levantar una alternativa que trascendiera los titulares mediáticos.
Preguntémonos ¿qué deja este gobierno como legado? Su propuesta económica navegó entre su obsesión, no lograda, de reducción del déficit fiscal y el salvataje que significó la ejecución de proyectos derivados de la administración anterior (UPM, Ferrocarril Central). Las inversiones logísticas públicas, tan promocionadas en estos meses electorales, deberán abonarse en los próximos años y todos sabemos que el puerto fue malamente concesionado. Por su parte, la relación deuda/PBI aumentó. Entonces, ¿Cuál es el “primer piso” propio de transformaciones que sustentase un declarado “segundo”?
En el plano social, no solo hubo retracción salarial y jubilatoria durante un trienio, sino que, a la fecha, recuperado los niveles de 2019, la distribución resultante incrementó su inequidad. En el plano educativo y en el de la seguridad social, el gobierno concretó propuestas, pero es indudable que no lograron ser reconocidas colectivamente como avances. Y en seguridad pública la publicitada disminución de las denuncias de ciertos delitos no logra ocultar el aumento persistente de los homicidios y el avance sostenido del narcotráfico.
Construir un nuevo ciclo progresista
Es necesario retomar la senda progresista. Superadora, en muchos aspectos, de la situación actual, pero también del nivel alcanzado en el ciclo anterior. Y este último aspecto es central. Ya en el tercer gobierno del FA, el crecimiento económico se había estancado y ante ello desde la propia OPP se había iniciado un proceso prospectivo, el llamado Uruguay 2050, de modo de estudiar y proponer líneas de acción en sectores y cadenas de valor definidas como estratégicas. Había que desatar nudos que limitan el desarrollo. Había que consolidar un proyecto referente al cual apuntar. El gobierno multicolor clausuró ese proceso y desechó los estudios realizados. Considerando esos antecedentes y los elementos aportados en las bases programáticas del FA, hay que ir construyendo un nuevo ciclo progresista que tendrá viejos, pero también nuevos desafíos. Y ¿por qué decimos ciclo? Porque hay urgencias que deben y podrán ser resueltas en un primer gobierno. Están diagnosticadas. Pero hay otras que dependen de cambios estructurales que llevarán más tiempo, pero son necesarios iniciar desde ya, para superar la trampa de crecimiento fluctuante que caracteriza nuestra economía e impide un desarrollo sostenible e inclusivo. Yamandú Orsi lo ha venido señalando y lo reiteró la noche del domingo. Quiere ser el presidente que trabaje por una sociedad más integrada, un país más integrado, el país del crecimiento nacional en el que nadie quede atrás. Hacia allí queremos ir.
Cinco años
Cristina de Armas
Estimado Lector, a partir del día 1 de marzo de 2025 tendremos un nuevo gobierno de izquierda, un Poder Ejecutivo aún por organizar, pero con dos personas clave para la gestión como son Gabriel Oddone en Economía y al padre del Código del Proceso Penal Jorge Díaz ya sea en el Ministerio del Interior o en el novel Ministerio de Justicia. Solo eso nos da un amplio panorama de cambios en lo que nos es política pública directamente aplicada. En el legislativo tendremos una mayoría del partido de gobierno en la cámara de senadores, 17 senadores sumando a la vicepresidenta que preside. Mayoría de senadores representando al MPP, la fuerza más votada dentro del Frente Amplio. La presencia nuevamente de un senador emblemático dentro del Partido Colorado como lo es Pedro Bordaberry que asume también como el hombre más votado en su partido y se espera la decisión del aún presidente y senador electo por el Partido Nacional, Lacalle Pou sobre si ocupará su banca y en el mismo partido repite banca el ex ministro Heber. Pesos pesados de la política en una cámara que deberá votar el Presupuesto Nacional, nada menos que el reparto de la torta lector, lo más importante junto a las venias para ocupar cargos. ¿Entretenido? Vayamos a la Cámara de Diputados. En el mar de 99 diputados, en una diminuta isla Salle Lorier y su hija ocuparán sus bancas. Supuestamente el resto de las bancas tienen sus votos definidos ya sea por pertenecer al partido de gobierno (FA) o a la contra parte de derecha que una no sabe todavía si son todos, si son uno, si son uno cada uno pero que a priori parecería que votarían en bloque con el Partido Nacional. ¿Ha sido así antes en toda ocasión? No. Por lo tanto, lector decir hoy como ya lo hemos hecho que en esta campaña la oposición actuó como oficialismo y el oficialismo como oposición, que sobraron mensajes sobre el acuerdo en que Orsi fuera presidente, están de más. Cinco años por delante en un escenario nacional e internacional complicado con actores nuevos, pero de gran poder y con la necesidad, ya no esperanza, con la necesidad de poner énfasis en el país y en los acuerdos que hagan posible su solvencia debe ser prioridad.
Sistema político se tendrá que repensar
Luis Nieto
¿Esperabas este resultado?
De acuerdo a los sondeos de opinión recogidos en el último mes, este era el resultado detectado en la población. Fue un resultado ajustado, pero no tanto como parecía que se podía producir.
¿Estás conforme con la elección?
Los uruguayos estamos acostumbrados al procedimiento democrático. Basta recordar el plebiscito de 1980, y la primera elección post dictadura, donde se podía haber esperado algún tipo de manipulación. La democracia y el procedimiento electoral están en nuestros genes. En una lectura posterior habría que reflexionar acerca del comportamiento de la ciudadanía desde aquellas elecciones de 1958, en que se expresó, por primera vez, una crisis que no se ha apartado de la vida de los uruguayos.
En ese sentido, más que disconformidad siento preocupación porque el pueblo uruguayo le ha vuelto a mostrar tarjeta amarilla a los dos partidos tradicionales en beneficio de un candidato que se hizo conocer como líder de la guerrilla que parecía derrotada en 1972. ¿Qué tipo de derrota fue cuando la ciudadanía lo eligió para presidir el gobierno por segunda vez, esta vez encarnado en sus hijos y nietos políticos?
¿Cómo será el futuro gobierno?
De acuerdo a la composición del Frente Amplio debería reflejar el resultado de octubre pasado, con una cómoda mayoría del MPP en el Parlamento, que tendrá, el solo, la misma cantidad de senadores que todo el Partido Nacional.
¿Hay chances de que se acuerden políticas de Estado?
Sería lo deseable, aunque no hay antecedentes significativos desde la recuperación democrática. La mayor parte del tiempo, en estos 40 años, no hubo acuerdos sino manifiestos desmarques para dibujar un perfil, siempre pensando en las siguientes elecciones. ¿Por qué tendrían que aparecer, ahora, comportamientos más patrióticos, por decirlo de alguna manera pomposa, cuando la ciudadanía le dio carta blanca al MPP? ¿Volverá “la positiva” al discurso del Partido Nacional? ¿Comprenderá Ojeda que no se trataba de mostrar su musculatura, como exhibía Pacheco su faz de boxeador, quizás para dar una imagen de hombre duro, un tronco sin cintura? El sistema político uruguayo se tendrá que repensar, de una punta a la otra, para entender qué le pasa que no logra estabilizar su relación con la ciudadanía, y, sobre todo, con los resultados que este país necesitaba para ayer. Deberá hacer un balance, mirándose a sí mismo, de los larguísimos años que nos separan del inicio de esta crisis, cuando el Partido Nacional ganó al Colorado después de casi un siglo de gobierno continuado. La ciudadanía no les ha dado la espalda del todo, pero los PPTT deberían pensar en la fragilidad de las instituciones democráticas ante una crisis tan dilatada sin que la elite política presente al país una muestra conjunta de que entendió la gravedad de la situación, y esto también va para el Frente Amplio, sobre todo para el MPP, que nació con la impronta del MLN. Por mucho menos de esto terminamos a los tiros en la década del sesenta, y la ciudadanía, como un presagio trágico, parece guardar un lugar en su corazón para quienes presentaron/presentamos aquella increíble e innecesaria alternativa.
SuperMilitancia versus los zombies
Sol Inés Zunin
Con el diario del lunes, y los resultados de las elecciones decantando, los análisis surgen como hongos. O como zombies –esos seres que, contagiados, se convierten en criaturas sin conciencia y solo responden a una programación de laboratorio-. O de think tank. Y casualmente, lo que más crece es el análisis de politólogo imparcial, que relata la realidad como partido de futbol, sin ideologías.
Decía Carlos (Marx) que los filósofos han interpretado el mundo de diversas maneras, pero de lo que se trata es de transformarlo. Y dice Wikipedia que “Las ideologías suelen constar de dos componentes: una representación del sistema, y un programa de acción.“ Tremendos superpoderes las ideologías (y por superpoderes decimos: poderosas herramientas para comprender la estructura de la sociedad y diseñar un plan para cambiarla).
Y sin embargo los contagiosos análisis zombies se propagan e infectan incluso a la izquierda caviar, que se muestra “sensata” y huye de la palabrita (ideología) como de una mancha venenosa.
Y se pasan por alto que la idea posibilista de administrar el sistema aceptando sus premisas fundamentales, resultó en porciones más pequeñas, de una torta, cuyo crecimiento solo ha servido para alimentar a la nueva cría del sistema: el tecnofeudalismo. El perfecto heredero, nacido de las entrañas de la bestia, no solo concentra el control de los medios de producción, sino también del acceso a la información, el conocimiento y las infraestructuras tecnológicas, creando una nueva élite que se beneficia de la explotación digital y global. Así, a pura distopía, se refuerza el viejo patrón de desigualdad, trayendo consigo, además, las epidemias de depresión, suicidios y crímenes, que tan bien conoce Uruguay.
Pero no es el caso de la militancia, la superheroína que se cargó la campaña electoral + plebiscito + ballotage al hombro, y dejó todo para conseguir el triunfo de su fuerza política, convenciendo indecisos aun cuando el candidato a ministro de economía no paraba de gesticularle al establishment.
Así que, en esta secuela de “Frente Amplio, el regreso” la protagonista es la militancia, una heroína desprolija, que no aprendió a comportarse en los círculos del poder, pero que comprendió lo que se juega y ya dice -todavía a media voz- que va a haber oposición para los planes neoliberales, vengan de donde vengan.
No es capricho. Nuestra protagonista realmente prefiere la vida tranquila, del Uruguay sin altibajos, donde el hijo del obrero y del doctor comparten aula, unidos en la construcción del país próspero. Pero en ésta segunda parte, mientras el hijo del obrero trabaja en la fábrica y colabora en el club del barrio, el hijo del doctor se fue a hacer una maestría a EEUU, y volvió con las ideas del libre mercado que fundieron la fábrica.
Por eso, ahora arranca “La hora de la militancia”. La que votó el SI transversalmente y entiende su rol. En este nuevo capítulo nos toca enfrentarnos a las hordas de ideas zombies, y salvar lo que de humanidad nos queda.
Carta al viejo de las Pascuas
Oscar Mañán
Ciertamente, habemus Presidente, la fórmula Orsi-Cose se impone en el balotaje con casi el 50% de los votos y el progresismo tendrá una chance más para afrontar cambios estructurales pendientes no encarados en sus gobiernos y reclamados por su base social. Quiero imaginarme que el FA aprendió la lección de la historia, el punto de apoyo para mover al país debe ser su base social, los sectores populares, los trabajadores, los campesinos o pequeños productores, el pequeño y mediano empresario (que genera empleo) y no los acuerdos de cúpula política o los mega empresarios extranjeros o nacionales.
Personalmente, ¿qué espero? Espero que se terminen los discursos líricos, electoralistas y se pongan los intereses de las mayorías en el centro para determinar “lo político”, y para que “las políticas” tengan el objetivo único de la “pública felicidad” como quería Don José. Basado en los clásicos de la teoría social, rechazo el oxímoron “de políticas de Estado”, si hubiera acuerdos de largo plazo dejaría de existir la política. No aspiro a que un gobierno del FA acuerde con una política exterior como la de los últimos años, de aplausos a los emperadores del mundo y de desprecio a los pueblos oprimidos, tampoco a una política interior como la que transcurre. La lírica discursiva de la “democracia plena”, es otro relato para los distraídos de la esencia de las luchas sociales.
Espero que los jubilados no ganen menos que el salario mínimo, que como seña de buena voluntad se bajen de inmediato las comisiones de las AFAP, para luego sí comenzar el amplio debate social para pasar a un régimen de previsión social solidario y comprometido con el bienestar social. Espero cambios regulatorios en el sistema de salud, tendiendo de una vez a integrarlo, y con un fortalecimiento de la Junta Nacional de Salud. Anhelo, que se comience a pensar y debatir la necesidad de un Sistema Nacional, Estatal y Público de Salud, para que de una vez por todas, la salud no sea una mercancía sino un derecho humano básico.
Espero cambios en el sistema de justicia, de extrema urgencia un fiscal de corte con amplio apoyo político mientras se implementa el Ministerio de Justicia que demandaría un fuerte presupuesto; para que la justicia no sea solo para aquellos que puedan pagarla, como decía Galeano.
Espero espacios para un debate serio sobre educación, entre docentes, egresados y estudiantes, no con (pseudo)especialistas ni políticos y que los resultados sean realmente vinculantes. Espero que tanto docentes como estudiantes vuelvan de inmediato al gobierno de CODICEN. Anhelo una Universidad Pedagógica y de la Educación, que sea pública autónoma y cogobernada por los actores involucrados y no por el poder político o empresarial. Espero fondos ad hoc para la investigación, tanto en Formación Docente como en la UDELAR, para que la agenda de investigación no esté sujeta a competencia ni a líneas impuestas y arbitrarias. Espero con urgencia extrema la restauración del Profesorado de Sociología del Plan 2008 en el Consejo de Formación en Educación, además de instrumentar durante ese primer año un nuevo sistema de elección de horas y conformación de cargos anulando el desastre que dejó la reforma actual.
La economía presenta desafíos de urgencia. Condiciones para un crecimiento estable, reconstruir confianza y certezas para la inversión será menester. Pero para que el crecimiento se armonice con la justicia social, necesita entre otras cosas moderar el atraso cambiario con una política explícita sin lugar a la especulación y al enriquecimiento voraz. El objetivo no debe ser la inflación, sino priorizar un plan de industrialización convergente con la promoción de exportaciones y la competitividad externa más allá de la vía cambiaria. Los costos productivos deben bajarse, no es el mejor escenario la política actual de ajustes de los combustibles ya que amplifica la incertidumbre propia de los vaivenes del mercado internacional. Son imprescindibles cambios tributarios, revisar el gasto fiscal que llega al 6% del producto (duplicando la media regional), el impuesto al patrimonio, a la herencia, por qué no a la educación privada, podrían permitir una disminución de la carga de impuestos indirectos o directos al salario de los trabajadores.
Espero que los incentivos a la construcción de vivienda social no la piensen (como en el pasado) los empresarios inmobiliarios, que los mismos lleguen al Cooperativismo de Vivienda por Ayuda Mutua, como mínimo una urgente exoneración del IVA a los materiales de construcción.
Muchos me dirán que Santa o los Reyes Magos no pueden conformar a todos, pero como se dice a menudo, los primeros cien días del gobierno son esenciales. Soy escéptico a la iniciativa política, pero optimista a que la población renueve el entusiasmo y se vuelva una presión irresistible para un recio cambio de rumbo.
A mitades y sin pasiones…
Ernesto Kreimerman
Lo que parecía un final ajustado, muy sin distancia entre ambos bloques, no fue tan estrecho. Lo que por momentos parecía tensarse mal, finalmente tampoco sucedió y quedó como parte de un anecdotario. Con una apertura de urnas para un conteo de sufragios distendido, cuando ya se intuía el resultado de una elección que resolvió, nada más ni nada menos, que con un cambio de fuerzas políticas en el ejercicio del gobierno, ya a las 20:30 hs. Digamos algo tempranero, el resultado ya estaba en el ambiente, o en su defecto, muy a la vista de las principales encuestadoras, lo que llevó a que se avanzara sin tensiones ni malos gestos.
Lo cierto es que con el 99,93% de los votos escrutados, Orsi ya era el presidente electo con 1.196.044 votos, 49,84%. Por su parte, Delgado alcanzó los 1.100.718 votos, 45,86%.
Así las cosas, y más allá de las anécdotas que cada uno de los protagonistas pueda conservar para sí, el presidente y la vicepresidenta electos, celebraron con mensajes de unidad.
Delgado avanzó en un esbozo de análisis conceptual del nuevo resultado electoral. ”Nació un nuevo tiempo donde nadie tiene mayoría”, explicó y a renglón seguido saludó a los ganadores de la contienda electoral.
Mariana Pomiés, directora de Cifra, fue concluyente al opinar sobre el debate que “no había movido la aguja”, que más o menos a tercios, unos y otros se adjudicaban alguna ventaja y finalmente se emparejaban. Pomiés lo puso claro: “ninguno cometió un error y ninguno cometió un acierto”. Desde su perspectiva, Orsi se mostró más propositivo, y Delgado hizo foco en avances del gobierno.
Pendientes
El capítulo seguridad, que es el principal dentro de las preocupaciones de los ciudadanos, listaron más reproches y coincidieron en la necesidad de mejorar la gestión si la suerte electoral les favorecía.
Las mayores diferencias se expresaron en la gobernanza de la educación, de las transformaciones del sistema. Aún así también en este capítulo hubo espacio para algunas coincidencias: universalización de la escuela desde los tres años, en la extensión del tiempo pedagógico.
A mitades sin pasión…
Los asuntos que en lo previo llegaban sin la articulación necesaria, sin haber elaborado lo suficiente, sortearon el momento con más a menos dificultad, pero sin mayor dificultad.
Ambos candidatos remarcaron la importancia de garantizar la estabilidad macroeconómica. También hay proximidad en cuando a las decisiones tributarias de corto y mediano plazo. Orsi insistió sobre ello y Delgado procuró relativizar esa firmeza.
El último e importante asunto por encaminar en los próximos meses, quizás con más estudio sobre la mejor opción, será para cuando se agenda una revisión más o menos profunda de la seguridad social.
No está hoy en los planes una derogación de las AFAP’s, pero si se está abierta a una revisión seria y profunda.
Obvio, que hubo algunas cuestiones que no pueden ser una conducta política aceptable, pero a medida que la curva natural del desarrollo del debate fue inclinándose sin retorno, el domingo fue un día de elección nacional para celebrar.
Impostergable renovación del partido
Maia Amondarain
Con la sangre aun hirviendo y, todavía, alguna lágrima en los ojos, no es posible hacer un análisis totalmente racional o abarcativo sobre lo sucedido en las elecciones del pasado domingo.
Este próximo gobierno será un desafío para el Frente Amplio, quien gobernará en una coyuntura económica regional desfavorable, y deberá ser consistente y claro en esta materia, como también, en política internacional, políticas sociales, vivienda, seguridad. No les será fácil cumplir con muchas de sus promesas: la mejora de los salarios, la no suba de impuestos, la baja de los delitos, entre otros, si siguen la línea ideológica que plantean en su programa de gobierno. Por mi parte, deseo de todo corazón, y, por el bien de todos los uruguayos, que lo logren. También, deseo, por el bien de la Patria, que no se abracen con dictadores y condenen, y se opongan a todos los actos de terrorismo, y las expresiones de odio, sin pelos en la lengua.
Desde mi lado de la vereda, el Partido Nacional, hay un desafío aún mayor, y no es, únicamente, leer qué nos quiso decir el electorado el domingo pasado. Algo ya podemos identificar, y, con el paso de los días, va a ir decantando. Este desafío es, entre 2025 y 2029, renovar de verdad al Partido y hacerlo una opción real de gobierno; volver a ser representativos, sin tratar de ser cosas que no somos. Si hay algo que quedó claro en esta elección es que, lo que no es natural, lo que no es genuino, lo que no es consistente, dudosamente llegue a buen puerto. Debemos dejar de subestimar al votante.
¿Por qué no logramos comunicar el gran gobierno que hicimos, las reformas de la LUC y sus resultados positivos en el día a día de todos los uruguayos? Hoy, a unos pocos días de las elecciones, creo que la principal falla fue excederse con el palo al Frente Amplio, como si fuera 2015, y, principalmente, no haber presentado en las urnas un proyecto político que enamore al pueblo; eso que lograron Luis y Beatriz en 2019.
¡Si será rica la historia blanca en esperanza y justicia para poder enamorar al votante! La dirigencia no entendió los tiempos en los que vivimos y, por eso, nuestro gran desafío no es únicamente leer los resultados; sino, a partir de esa lectura, tomar acción. Es impostergable una renovación en la estructura del partido, que den un paso al costado quienes tengan que darlo para seguir construyendo este hermoso instrumento por 188 años más. Ya lo dijo Wilson: “el partido es cien veces mejor que sus dirigentes”. Tenemos grandes cuadros políticos y otros que han demostrado con creces sus credenciales, esos piden cancha y merecen tenerla.
Perdimos con un Frente Amplio desorganizado, señal que nos compete rearmarnos. Por la gobernabilidad nadie debe preocuparse, el Partido Nacional siempre ha estado al firme para votar lo que haya que votar y extenderle la mano al gobierno que sea, por el bien de la Patria.
Sin dudas, se vienen 5 años donde los blancos vamos a tener que volver a leer nuestros principios y aprender a materializarlos en un proyecto que enamore a todos los uruguayos, tanto como nos enamora a nosotros. Dejar un poco las vedetteadas de twitter y enfocarse en la militancia con los de carne y hueso.
Muchos compañeros, los nuevos cuadros políticos, miramos el futuro de nuestro partido con mucha ilusión y esperanza.
Con postes podridos no se hacen corrales. Viva los blancos y viva la Patria.
No hubo ambiente en las elecciones
Raúl Viñas
Después de la elección del pasado domingo 24 de octubre, cuya definición fue mucho más rápida de lo previsto en los pronósticos electorales de las empresas de opinión, e incluso por los equipos de los candidatos, sabemos que el presidente electo del Uruguay se llama “Yamandú”.
La campaña hacia esta instancia de balotage, al igual que la que precedió a la elección de octubre, fueron especialmente anodinas, desprovistas de discusiones reales y unas en que se hizo patente la intención de ambos bandos de evitar cometer errores.
Los equipos y los propios candidatos evitaron compromisos y hasta cierto punto se hacía difícil entender las diferencias entre ellos. Ante la falta de propuestas claras y con una discusión más centrada en los antecedentes y características personales de los integrantes de las fórmulas presidenciales, primó el jingle y el llamado a las raíces e identidad partidaria.
Con la mención de planes que más se parecen a parches que a verdaderos iniciativas planificadas y agregando propuestas puntuales, casi populistas, centradas en entregas de dinero a diferente colectivos, los candidatos en pugna se vieron obligados por el imperio de la ley a tener un encuentro personal en televisión en el pulcramente evitaron la discusión y cada uno se atuvo al libreto que le prepararon los asesores.
En esa atmósfera artificial cada candidato se expresó sobre los temas pautados, dentro de los que no hubo mención a temas ambientales, de recursos naturales y especialmente el agua. Eso podría ser motivo de alegría porque si no se mencionan debiera de ser porque de alguna forma han dejado de ser problemas.
En el debate los dos candidatos hablaron de la necesidad de un ”crecimiento económico”, indispensable para que la situación de la gente mejore, por el “derrame” según uno o por el incremento salarial, según el otro.
Ninguno de los candidatos mencionó siquiera la necesidad de pasar del crecimiento al desarrollo, palabra esta última casi totalmente ausente en las presentaciones y discursos de ambos candidatos. Crecer económicamente en términos de PBI (Producto Bruto Interno) puede ser el resultado de una explotación más intensiva del territorio comprometiendo a futuro su capacidad productiva.
Ejemplo de ello podría ser la plantación de soja que se cosecha y se exporta como grano, sin más agregado de valor que separar el grano de la planta. Sumado a eso que en casos de grano con exceso de humedad, se le agrega su secado. Con la soja, cuya plantación se incrementó hasta ocupar más del 6% del territorio nacional, creció la economía. Pero para que su cultivo genere “desarrollo” es necesario incorporar procesos que incrementen el valor del producto. Eso, en el caso de la soja podía ser la producción de aceite, de harina y de alimento animal lo que puede hacerse sin incrementar el uso de recursos, como el del suelo y el agua.
No hubo en la campaña casi ninguna mención a la necesidad de cuidar los recursos naturales y económicos, en beneficio de los que poblarán este territorio en el futuro. Ambos candidatos están aparentemente de acuerdo con la firma de contratos de inversión entre el estado y empresas a las que se les dan beneficios y privilegios que comprometen por décadas a los uruguayos. Tanto es así que ese no fue siquiera tema de conversación.
No hay disenso entre los candidatos para aceptar mecanismos como el de la PPP (Participación Público Privada), las iniciativas privadas financiadas por estos y otras formas similares que multiplican por tres e incluso más los costos de la obra pública.
Sobre esos y otros temas tendremos que seguir trabajando desde la sociedad civil para que las urgencias y los intereses particulares no nos aparten de la meta que debe ser la de mejorar la situación de nuestros compatriotas, los de hoy y los que vendrán.
Pero como decía al comienzo, el nombre del Presidente electo es Yamandú. Un vocablo que deriva del idioma Guaraní y según la fuente que se tome tiene dos posibles definiciones aceptadas como válidas de su significado.
La primera es la que dice que se deriva de la unión de los vocablos Yama (valiente) y Ndú (de corazón), por lo que podría interpretarse como “valiente de corazón”. La segunda relaciona el nombre a los vocablos guaraníes “Y” que significa agua y “arandú” que significa sabiduría, por lo que se podría traducir como: “Sabe del agua”. Las dos son muy significativas y esperemos que el presidente electo les haga honor.
Ahora ya pasó la elección, ya hay un ciudadano que ha sido elegido para ocupar la Presidencia de la República hasta el primero de marzo de dos mil treinta y solo queda desearle, SUERTE PRESIDENTE.
Retomar la senda progesista
Diego Olivera
En nuestro país, al llegar al 2030, bicentenario de nuestra existencia como República, dos tercios del transcurso del siglo XXI habrán sido con gobiernos de izquierda. No de cualquier izquierda, de la izquierda frenteamplista. No es un dato menor si miramos lo que pasa en el mundo. Por supuesto también será ese año el que permita dilucidar si lo que este domingo se inició fue un nuevo ciclo de gobiernos progresistas, al estilo del que tuvimos entre 2005 y 2020. Pero para eso falta correr mucha agua debajo del puente.
Al interpretar las claves del resultado de las elecciones, uno que es frenteamplista se ve tentado a señalar el triunfo como la recuperación de una senda, muy propia de nuestro país, donde las grandes mayorías progresistas se vuelcan a apoyar procesos de ampliación de derechos, recuperación de salarios y jubilaciones y jerarquización del Estado y los servicios públicos. Un tipo de mayoría que, si bien cuenta con una composición policlasista, tiene una fuerte impronta de los sectores medios, profesionales universitarios, de la producción de pequeña y mediana escala y por supuesto, de los trabajadores asalariados organizados. Mayoría que circunstancialmente se pierde en 2019 (múltiples razones hubo para ello), pero que hoy vuelve a consolidarse. Y no por poco margen. Son casi 100.000 votos de diferencia entre cada una de las alternativas en pugna (Lacalle había ganado en 2019 por menos de 40.000).
El Frente Amplio, que es el partido mayoritario desde 1999, logra además una muy relevante recuperación del voto en interior del país. Algo que no es casual si se observan los constantes esfuerzos que se aplicaron en realizar múltiples recorridas en los 19 departamentos, desarrollando diálogos con organizaciones y ciudadanos de todo pelo. Una reactivación de la militancia en todo el territorio que surge como mandato del congreso de la autocrítica realizado en setiembre del 2021 y que Fernando Pereira supo liderar con solvencia. No hay un solo departamento donde la performance electoral de la izquierda no haya mejorado, como tampoco lo hay donde la coalición no haya retrocedido, algo que llama especialmente la atención si consideramos las múltiples acciones que desde el actual gobierno se dirigieron hacia el interior del país. La gente valoró otras dimensiones, que habrá que desentrañar cuáles fueron.
Por el lado de la coalición hubo una campaña floja. Una estrategia muy acotada y podríamos decir inoportuna, que se centró en tres pilares (en este orden de relevancia): 1) el antifrenteamplismo; 2) la justificación de que no se hizo más por las “7 plagas” que cayeron sobre el país, con la pandemia a la cabeza y 3) la idea de que se hizo un gran gobierno y había que continuarlo, argumentando esto con medias verdades y sin reconocer problemas evidentes. Todos argumentos que obstaculizaron captar los votos que necesitaban para el balotaje. Dieron por hecho que el 48% que sumaban los partidos de la Coalición había que asegurarlo con más de lo mismo. Y claramente no era por ahí.
La noche del domingo vimos resurgir una alegría, una esperanza y una adhesión a la política que es tremendamente saludable. Está ahora en el futuro presidente y en su partido cumplir con la altísima responsabilidad de estar a la altura.
Todo cambia… Todo deberá cambiar
Benjamín Nahoum
A pesar de la explicación que los coalicionistas multicolores daban a la chatura de la campaña electoral (el interés se reduce cuando la gente está contenta con lo que hay), pasó la primera vuelta, pasó la segunda vuelta, y … todo cambió, o sea que la gente no estaba contenta con lo que había. Y eso se expresó en octubre, con el ascenso del apoyo al Frente Amplio (FA) y la caída de los votos coalicionistas, y ahora en el balotaje: los multicolores perdieron la presidencia, sus atronadoras mayorías en el Parlamento, quedaron de a pie varios de sus referentes habituales (como Jorge Gandini, Beatriz Argimón, Guido Manini y Pablo Mieres) y también una referente recién llegada: Valeria Ripoll, que no sólo no será la nueva vice presidenta sino que ni siquiera será diputada (los riesgos de abandonar el barco).
Una vez más, como desde hace más de setenta años, desde que el Partido Colorado dejó de ser hegemónico y la Lista 15 hegemónica dentro de ese partido, el pueblo votó por cambiar: el partido, o por lo menos el sector, que estaba gobernando. Esto le pasó incluso al Frente Amplio en sus quince años de supremacía: le pasó, primero con Tabaré Vázquez y luego con José Mujica en la presidencia, en el primer caso buscando un giro a la izquierda que no pudo ser, y en el segundo procurando con Vázquez la carta segura, aunque no fuera la que despertara las mayores expectativas.
Es que la adhesión política de las uruguayas y uruguayos hace tiempo que dejó de ser un amor para siempre y ahora hay que volver a enamorar cada cinco años, lo que no se consigue prometiendo construir el segundo piso de una casa a la que la gran mayoría no puede acceder ni siquiera al subsuelo. Menos, todavía, cuando se ha gobernado cinco años para los de arriba, a costa de los de abajo, sin que ni una epidemia mundial cambiara esa ecuación. El mayor ejemplo de eso fue la reforma jubilatoria, implementada a todo riesgo sólo un año antes de la elección, porque se acababan los tiempos y había que dejar los cabos bien atados: que los costos los pagaran los trabajadores activos y pasivos.
Por eso la derrota de la coalición no puede extrañar, y aunque hay politólogos que se afanan por comprender cómo un gobierno presidido por alguien que tiene cincuenta por ciento de aprobación puede perder, el verdadero asombro debería ser por qué extraño milagro de comunicación de masas, el actual mandatario tenía ese porcentaje de aprobación.
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Ganó, claramente, la fórmula frentista, y por ahí vino el cambio que pudo la gente. Otro cambio, el que impulsaban el PIT-CNT y otras organizaciones sociales, con algunos grupos frentistas, respecto al sistema jubilatorio, no se pudo, porque la Constitución no ayuda a que esas cosas pasen, y porque, por primera vez desde que existen el FA y el PIT-CNT, el FA no estuvo con los trabajadores organizados, y algunos de los sectores frentistas, incluso, estuvieron en contra.
Quizá lo que hoy se valora como un gran éxito de estrategia política, porque se ganó, no lo haya sido tanto, y en realidad esta victoria oculte que la timidez en algunas propuestas, la ambigüedad en otras, y el jugar al empate, impidió un triunfo más claro y con la muy necesaria mayoría parlamentaria, un triunfo que con cinco años de un gobierno que no se cansó de aplicar medidas antipopulares, estaba al alcance de la mano. Pero perdimos tanto tiempo en asegurar que no haríamos cambios radicales, que no quedó tiempo para mostrar que había que elegir entre dos propuestas diametralmente diferentes en sus prioridades.
Sin mayoría en una de las cámaras, será más difícil poder llevar adelante el programa del FA, pero hay quien afirma, a la luz de algunas experiencias, que en algunos temas será más difícil acordar dentro del propio FA que conseguir los votos que faltan. Pero para eso hay un antídoto poderoso: las Bases Programáticas para el período 2025-2030 aprobadas por el Congreso del FA de 2023, que quizá no todos miren con el mismo cariño, pero que son un mandato insoslayable, definido por el máximo organismo democrático del FA y que sólo puede cambiar ese mismo órgano.
Respecto a que ésta puede ser la oportunidad de establecer políticas de Estado, creo que hay que pensar muy bien si lo que conviene a la mayoría es acordar las políticas con una minoría muy menor pero poderosísima, que representa una parte muy pequeña de la población, pero una acumulación enorme de la riqueza del país. Porque la posibilidad inmediata (más allá de crecimientos más soñados que reales) de mejorar a los de abajo es que contribuyan los de arriba, lo contrario de lo que hizo el gobierno actual estos cinco años, justamente porque era el gobierno de los arriba. Y éste que empezará en marzo no se puede decir que sea el gobierno de los de abajo, pero estará mucho más cerca de ellos.
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Uno de los temas fundamentales a resolver es un rediseño de la seguridad social y especialmente del sistema jubilatorio, en una perspectiva de solidaridad y no de arréglese quien pueda como pueda. Creo que hay una enorme mayoría del país, que los cerrojos constitucionales no permitieron expresar, que quiere volver a los sesenta años como edad mínima jubilatoria, aumentar a valores razonables las prestaciones mínimas de pensiones y jubilaciones y eliminar el lucro de la seguridad social, lo que podría hacerse sin eliminar las AFAP, simplemente estatizándolas.
Y en el Parlamento hay votos para aprobarlo ya, incluyendo los del Frente, que tienen en esos temas un mandato claro. El FA se comprometió a convocar el 2 de marzo de 2025 un diálogo social para discutir las nuevas coordenadas y eso puede resolverse rápidamente porque el plebiscito puso sobre la mesa las distintas posiciones y los diferentes argumentos. Y una ley de urgente consideración (mecanismo al que todos los partidos han recurrido cuando han sido gobierno, algunos tergiversándolo y otros aplicándolo según se esencia, para resolver urgentemente un problema que lo requiere) podría permitir concretarlo en pocos meses. Creo que sería difícil pensar un mejor comienzo para el gobierno de Yamandú Orsi.
Es la hora del pueblo
Gastón Castillo
La vida política de cualquier nación o partido está cargada de victorias y derrotas, sin embargo (en el mundo contemporáneo) los pueblos no se equivocan ante la disyuntiva de optar por dos modelos de país contrapuestos. Lo reconocimos en 2019, cuando nuestra dirigencia se alejó de la base social y partidaria, cuando la escucha se transformó en una acción política de relevancia y lo vemos en el 2024 cuando la población definió nuevamente la conducción de su nación.
El mismo día que fuimos derrotados comenzamos a construir en el Uruguay una alternativa de gobierno progresista, recorriendo la capital, pero también el interior del país, ejemplo de ello han sido las campañas “Por Uruguay” o “El FA te escucha”, no solo visitando a quienes fueron votantes nuestros u a organizaciones “desencantadas” con nuestro accionar en el ejercicio del Poder Ejecutivo, sino que también a las organizaciones críticas con nuestro modelo de país o con visiones antepuestas, porque entendimos que la sociedad no solo se debía ver con nuestros ojos, sino con la visión general de todas las partes, ahí empezamos a construir un modelo de unidad nacional.
El cheque otorgado por la ciudadanía, no es en blanco, es un compromiso dado por elevar el nivel de la política, por otorgar nuevos derechos (y también obligaciones) en un proyecto que tendrá que dialogar con todos los actores de la sociedad para darle gobernabilidad y estabilidad en los próximos años.
La responsabilidad emitida por el soberano es tan inmensa, que nos debe llenar de orgullo… ¡pero cuidado! también nos debe preparar con el compromiso de colmar las expectativas de la gente, porque en tiempos donde la anti política campea por la sociedad con total impunidad, no está permitido (ni por un instante) faltar a la palabra dada. Quienes defendemos al sistema político como instrumento de cambio social lo hacemos con la convicción de devolverle a los más desfavorecidos lo que se les ha quitado por tanto tiempo, ese es nuestro camino, esa es nuestra prioridad.
Estamos convencidos que el camino del diálogo y la apertura puede vencer al del odio y la confrontación, los actores que promocionaron la crispación y el agravio quedaron solo con sus argumentos plasmados en las redes sociales, festejados por el fanatismo de turno, pero castigados por gran parte de la sociedad que no cree en una política farandulera y de barro.
Esta campaña fue atípica, con armas nunca antes vistas y con una política de guerra sucia alarmante, quien hoy fue electo Presidente de la República fue acusado falsamente, denostado por parte de actores de medios de comunicación y de las redes sociales, por un momento creo que la ciudadanía vio también este hecho como una forma de ponerle freno a la violencia social, que emana de la desesperación de algunos actores por mantener sus privilegios. Hoy el Uruguay es un país mejor del que era ayer, pero esto no nos debe conformar, nos debe hacer tomar fuerzas para construir una sociedad donde el diálogo sea la moneda corriente.
En esta coyuntura la política encara no solo una renovación de gobierno, sino también de cuadros políticos que acceden a los espacios de definición por primera vez. Este desafío no es nuevo en nuestra historia y es profundamente saludable para la democracia, haciendo valer que las nuevas generaciones tienen un compromiso igual al que tuvo la camada del 83’ en la recuperación de la democracia y la barra que en los 60’ luchó contra un modelo autoritario que trotaba por las calles de nuestro país.
¿No será hora que las nuevas generaciones tomen las riendas de la política para jerarquizar la discusión? Creo que sí. En momentos donde el chiste fácil y la descalificación toman forma, los jóvenes tienen mucho que decir, ejemplo fue la Interpartidaria, donde elaboramos propuestas (muchas veces con notorias diferencias) pero con un objetivo común, el bienestar de la gente.
Es hora de salir al encuentro con la gente, sumar a la participación política a los desencantados y demostrar una vez más que es el momento de comenzar una nueva transformación social.
A dicho de Benedetti: “aún hay vida en tus sueños, porque cada día es un comienzo, porque esta es la hora y el mejor momento… por eso te ruego, no te rindas”
¡Finalmente llego el día tan esperado!
Leonel Briozzo
Con el Frente Amplio en el gobierno, Uruguay gano una nueva etapa de dialogo, cercanía y transformaciones, un nuevo tiempo de izquierda para:
• Cuidarnos con Equidad, mejorando el bienestar de todos sin que nadie quede atrás desde la triada salud – vivienda – educación
• Mejorar la democracia con dialogo más allá de lo partidario para mejorar la seguridad y la convivencia combatiendo el delito y sus causas
• Avanzar en el desarrollo productivo sustentable con ciencia innovación y tecnología
La izquierda en el gobierno hará que, desde el Poder Ejecutivo, se volverá a hablar de equidad, con solidaridad y empoderamiento de los más vulnerados, se respetará la diversidad del todas y todos y se promoverá las decisiones consientes de las personas. Se acabo la persecución a las ollas solidarias, viene la etapa de tejer políticas sociales, con la sociedad civil y no contra ella, para la construcción de participación popular como germen de una nueva sociedad.
Heredamos problemas son acuciantes con el denominador común de la naturalización de la inequidad, que se profundizo en la gestión de la pandemia y la tolerancia a la corrupción con la metodología: “si pasa, ¡pasa! y si se enteran: renuncian”. Habrá que trabajar mucho como dijo el presidente electo, pero podremos hacerlo.
La sociedad uruguaya está enferma en lo médico, desde las enfermedades crónicas a la malnutrición, sin mencionar los efectos desconocidos de agrotóxicos y contaminación, en lo psicológico: desde el stress, al consumo de sustancias legales e ilegales y, por último, en lo social desde la violencia del modelo patriarcal al círculo de pobreza – calle – patología mental – cárcel – falta de re inserción – violencia y vuelva a empezar. Estas afecciones se amplifican en el embarazo y la 1era infancia lo que compromete nuestro horizonte como nación, lo hemos investigado y reportado con el aumento de la Injusticia reproductiva en el sistema de salud.
Yamandú gano con luz y es la hora de un shock de políticas públicas, algunas con inversiones económicas y otras reconstruyendo la red Estado – actores sociales – academia, que ha sido desarticulada
El trípode en el que se apoyó el triunfo fue:
1. La fórmula potente y complementaria. Primero, el mejor candidato a presidente para lo que el País necesita y quiere, con la coherencia entre el decir y el hacer: dialogo sin un agravio, orejas más abiertas que la boca, cercanía en cada comarca con visión de Articulación estratégica. Segundo, la mejor vicepresidenta por capacidad demostrada, sistematización necesaria, liderazgo inocultable y trabajadora incansable.
2. La mejor herramienta política, nuestro Frente Amplio y la revolución que ha generado nuestro presidente Fernando Pereira y todas las cras y cros que están metiendo el hombro día a día.
3. La mejor campaña inteligente y precisa, mitigando el impacto de los ataques y desarrollando propuestas propositivas a medida, cuasi personalizadas diría, que permitieron ganar 60.000 voluntades de octubre a noviembre, más del 90% de los interiores apoyaran nuestra formula. Prueba superada del jefe de campaña, Alejando “Pacha” Sanchez y comando.
No podemos dejar de reconocer como desde la “Chacra del Cerro” se marcaron tema como el ajuste y rebaja encubiertos de salarios y jubilaciones. Que decir que no sea redundante, como siempre, gracias Pepe y Lucia
Si este fue el trípode, la esencia, la amalgama del triunfo fue el empoderamiento militante generalizado e “in crescendo” que nos volvió a hacer creer, como dice la canción “El Profeta” de la Vela Puerca, que se fue de militante, en una movida épica, peleando con uñas, dientes y el corazón, pero, escuchando, para explicar nuestras razones, sabiéndonos quienes somos, a donde vamos y lo que vemos, porque, somos, vamos , vemos con el FRENTE venceremos!
Se van, se van los blancos
Nicolás Martínez
Corría el año 1962 cuando, durante la campaña electoral de la lista 15 liderada por Luis Batlle, se utilizó como inspiración la retirada de la murga La Línea de Maginot de 1940 para crear un jingle que decía: “Se van, se van los blancos, los asaltantes se van, se van los chicotazos y los ubedé se van. Después de cuatro años de tenerlos que aguantar, votando la lista 15 ya no volverán jamás.” Han transcurrido 62 años desde aquel jingle, y nuevamente los blancos se van. Pero, ¿por qué se van? Eso intentaré abordar en estas breves líneas.
Analizar una derrota electoral implica considerar una multiplicidad de factores. No pretendo enumerarlos todos aquí, sino centrarme en tres aspectos que considero fundamentales. El primero, y quizá el más evidente, fue el exceso de confianza. La Coalición Republicana asumió que el resultado de las elecciones de octubre era un anticipo de su victoria en noviembre, lo cual resultó ser un grave error. En octubre se votaron partidos; en noviembre, fórmulas presidenciales. Estos son procesos distintos, con dinámicas propias, y al no contar con un lema común que los cohesionara, la retención de votantes dentro de la coalición se convirtió en un desafío. Esto fue particularmente evidente en el caso del Partido Colorado, cuya fuga de votos ha sido ampliamente estudiada por la ciencia política, revelándose como mucho mayor que la que enfrenta el Frente Amplio. A pesar de las advertencias de académicos y analistas, las señales fueron ignoradas. Incluso hubo dirigentes que minimizaron el riesgo calificándolo de “mito”, demostrando así una preocupante desconexión con la realidad electoral.
Un segundo aspecto relevante tiene que ver con la falta de diferenciación en la oferta electoral. Como insiste el Doctor en Ciencia Política Adolfo «Fito» Garcé en sus magistrales clases, es crucial que los votantes encuentren opciones distintas y claramente diferenciadas. Cuando las propuestas se perciben demasiado similares, el acto de elegir se vuelve más complejo. Durante años, se sostuvo que el voto se disputaba en el centro político, pero esta lógica está cambiando. En el contexto actual, tanto regional como global, el voto se disputa cada vez más en los extremos, donde las propuestas son más radicales y nítidamente identificables. En este sentido, una revisión de los programas de los principales partidos revela coincidencias de hasta un 80 % en sus bases programáticas. Tanto el Frente Amplio como el Partido Nacional y el Colorado han adoptado perfiles moderados, casi indistinguibles. Esto plantea serias dificultades para retener votantes, ya que si las propuestas son casi idénticas, la motivación para apoyar una opción en particular disminuye. Al mismo tiempo, se echan en falta ideas más disruptivas, ya sea desde una perspectiva liberal o desde una auténticamente revolucionaria, propias de la izquierda. Ambas han desaparecido del debate político, dejando un vacío difícil de llenar.
El tercer elemento que considero clave en esta derrota es la estrategia de campaña negativa adoptada por la Coalición Republicana. La narrativa predominante parecía resumirse en: “El Frente Amplio es malo, muy malo. Nosotros no.” Este enfoque alarmista incluyó advertencias sobre un supuesto peligro de que el país se convirtiera en una dictadura socialista, una amenaza que difícilmente se sostiene al considerar la trayectoria democrática de Uruguay. Además, se apeló al fantasma del Movimiento de Participación Popular (MPP) como si su liderazgo representara un riesgo extraordinario. Sin embargo, se ignora que ya durante la presidencia de 2010-2015 el MPP tuvo un papel destacado, sin que esto implicara los escenarios catastróficos que algunos sectores insinuaron. De hecho, el compromiso democrático del MPP ha sido ampliamente documentado, como lo demuestra el libro de Garcé “Donde hubo fuego. El proceso de adaptación del MLN-T a la legalidad y a la competencia electoral (1985-2004)”. En lugar de ofrecer un modelo de país distinto, que convocara a soñar con un futuro mejor, la Coalición Republicana centró sus esfuerzos en recordar errores del Frente Amplio de hace dos décadas. Así, se perdió la oportunidad de inspirar esperanza y generar entusiasmo entre los votantes.
En síntesis, esta derrota electoral puede atribuirse al exceso de confianza, la falta de diferenciación política y el recurso a una campaña negativa que, como ya se ha demostrado, tiende a expulsar más votantes de los que atrae. Queda ahora la tarea de aprender de estos errores, escuchar a la ciencia política y recuperar la capacidad de proponer ideas que no solo convenzan, sino que también movilicen a la ciudadanía. Solo así seguiremos fortaleciendo nuestra democracia en este hermoso país.
¡Arriba Uruguay, se van los ladrones!
Isabel Sans
Eso decía una chica la noche del domingo en un reporte televisivo. Se va el equipo de gobierno del engaño (no iba a subir impuestos, combustibles, edad jubilatoria), el gobierno para los “malla oro”, la ayuda al narco, la venta de pasaportes, el agua salada de OSE “bebible” pero no potable, la privatización del puerto de Montevideo por tres generaciones.
Llega, con el empuje de sus bases, un equipo con un discurso de honestidad y compromisos. Con antecedentes de una mayor sensibilidad social, de haber contribuido a la formalización del trabajo doméstico y rural. Pero responsable también de la reducción casi a la mitad del aporte patronal al BPS, el pago de sobreprecios por energías solar y eólica, y la entrega de soberanía en negocios carentes de transparencia como UPM, la regasificadora o Pluna.
El futuro gobierno, como el actual, se regirá por la agenda de los organismos financieros internacionales, fondos de inversión y megaempresas, en estrategia económica y productiva, educación, ambiente, comunicación. Uruguay continuará exportando productos del agro sin industrializar, en base a la concentración de la propiedad de la tierra, el extractivismo de suelos y aguas y la explotación del trabajo mal pago. Con algunos enclaves industriales y tecnológicos para pocos empleos, carísimos en renuncia fiscal.
Aun así, Orsi-Cosse tienen oportunidad de marcar diferencias. Uruguay es su gente, el trabajo de su gente, su territorio, su naturaleza, su agua. Quien posee la tierra posee casi todo. Entre 2005 y 2019 Instituto Nacional de Colonización incorporó 59.221 hectáreas (ha), para arrendar a 248 colonos. No afectó el latifundio.
En 2014, la forestal Montes del Plata, de capitales de Suecia, Finlandia y Chile, contaba con 270.000 ha en propiedad + 156.500 ha en tierras gestionadas con otros. UPM, finlandesa, tenía 231.500 en propiedad y gestionaba 151.000 más. Los mayores terratenientes uruguayos, para tener una referencia, eran la Caja Bancaria y la de Profesionales Universitarios, con 18.000 ha cada una.
El gobierno que se va quitó a Colonización 109.536 ha. Orsi se compromete a incorporar 25.000 ha. Las Bases Programáticas del Frente Amplio reafirman el compromiso con la agroecología, que desde 2019 es de interés nacional.
La agroecología produce alimentos sanos, no utiliza agrotóxicos, no contamina el agua, maneja el suelo con tecnologías regenerativas, crea muy numerosas oportunidades laborales. Es alternativa al agronegocio, promotor de la intensificación agrícola iniciada al comienzo de este siglo, responsable principal de la contaminación, por ejemplo, en la cuenca del Santa Lucía y la Laguna del Cisne, del empobrecimiento de los suelos y la migración de la población rural.
Hay compromisos públicos de Orsi en el debate presidencial, y muchos más en las 107 páginas de las Bases Programáticas. El nuevo gobierno cumplirá si no nos distraemos, si estamos siempre ahí defendiendo nuestros derechos. Si no ganando los privilegiados, que nunca descansan.
¿Un giro suavemente ondulado?
Alejandro Guedes
Nuevamente reitero la metáfora de la “penillanura suavemente ondulada”. Es lo primero que destaqué en algunos medios internacionales ante el resultado y los primeros discursos de Delgado y Orsi. Uruguay tiene un sistema político muy maduro, donde más allá del tono de la campaña hay una cultura cívica que se refleja en la militancia conjunta en ferias, ciudades del interior y en la rambla. Pero también se refleja en la tónica de los discursos de los líderes. Pero ojo, esto no es una visión romántica de la política. Su traducción directa seguramente sea la negociación en Diputados donde el Frente Amplio requiere al menos dos escaños para tener mayoría y sancionar leyes. Y también (seguramente) se traduzca como coparticipación en entes y empresas, lo cual históricamente mejora la capacidad de la oposición para ejercer su rol de contralor.
Como decía no es una visión romántica. Las políticas de estado no llegan necesariamente por acuerdos, sino por una aceptación tácita de aquellas políticas que realiza un gobierno saliente y que son reconocidas implícitamente. Por otra parte, la polarización bien entendida existe y se vio reflejada en la discusión de la LUC y nada menos que en dos reformas centrales de la actual administración, como lo son la transformación educativa y la reforma de la seguridad social. En ambos temas no se puede soslayar que Yamandú Orsi y Carolina Cosse tengan que contemplar los intereses de grupos afines que se opusieron tajantemente a ambas reformas. Es parte del juego democrático y serán temas claves, al igual que la ley de presupuesto. Pero en lo inmediato será momento de negociar la integración del nuevo gabinete para comenzar lentamente una fase de transición. Una novedad puede ser la paridad, ya anunciada. Más complejo será conocer cómo se negocian los ministerios entre los distintos sectores y en cuanto a la estrategia de integración dentro de los mismos.
Del lado de la coalición muchas cosas para analizar. Lacalle Pou deberá tomar una decisión. Se retira con una aprobación alta, un capital político que no pudo trasladar a su sucesor Álvaro Delgado, pero que lo deja proyectado hacia 2029. ¿Su posición será desde el senado u optará por la estrategia de alejarse para no desgastar su imagen? La pregunta queda abierta al igual que saber cómo funcionará la coalición desde la oposición ¿funcionará como tal, con una coordinación, o primará el perfilismo de cada partido ante lo que proponga el Frente Amplio? El otro punto que no quiero soslayar es la candidatura de la vice Valeria Ripoll. Por ahí puede estar la tentación del atajo para buscar un chivo expiatorio. Pero la coalición tendrá que ser autocrítica respecto a la sucesión de escándalos que se sucedieron a lo largo de estos cinco años y al tono de la campaña que mantuvieron, en una instancia donde el manual obligaba a moderar el discurso. Esto ha empañado lo que fue, por ejemplo, la gestión de la pandemia, donde se lidió con una oposición en ese entonces visceral, muy distinta a la que vimos en este año.
¡Habemus Orsi!
Rodrigo da Oliveira
Para muchos de nosotros surgió casi de la nada, en cuanto a proyección nacional y aspiraciones presidencialistas. Al parecer no era así, sino que su promotor Mujica lo tenía en aprontes ya desde hace unos 10 años. En las elecciones de 2019 se aproximó al tentadero y se apartó «por no estar preparado», según sus propias palabras.
El delfín de Pepe, por usar un símil siempre antipático, se situó casi sin hacerse notar, en la grilla de candidatos, eclipsado en imagen (aunque no en votos) por Cosse. Luego, la historia es más conocida por todos.
Teniendo la gran maquinaria electoral MPP detrás empezó a marcar su propia postura y un liderazgo que hasta hoy mismo está en tela de juicio. Resultó electo sí, pero con los votos de Mújica. ¿Cuántos votos propios tiene el novel presidente electo? ¿Resultarían suficientes para encarar una carrera a encabezar un gobierno?
Es como la selección argentina del 86: Maradona y 10 más, en una simplificación que gráfica buenamente el enorme arrastre de veterano líder de la 609.
Sorpresiva resultó la diferencia en votos, respecto a la fórmula encabezada por Álvaro Delgado.
Sí hilamos más fino, casi todas las encuestas de la última semana daban una diferencia a favor de la fórmula FA de entre 2 y 4 puntos, de manera que la sorpresa fue más hija de los deseos de quien esto escribe que de lo que indicaban los números.
Más allá de eso, en los equipos de campaña cundía esa misma sensación: no sabríamos hasta último momento quién sería el siguiente presidente, de acuerdo a lo expresado por ellos mismos.
Desde una mirada puramente electoral la jornada, ambas jornadas junto a la de octubre, fueron excepcionales. Debemos enorgullecer de esto, todos, para mostrarlo y cuidarlo, todos también.
En estas épocas de dudas y fraudes, qué buena cosa es que todos reconozcamos y nos reconozcamos, en esa pureza y efectividad de nuestro sistema electoral, más allá de algunos ajustes necesarios (ejemplo las colectoras de votos, que ensucian la dinámica real de los votantes).
Respecto a lo que vendrá: una enorme interrogante. Las idas y vueltas en las definiciones del candidato electo han hecho que, al día de hoy, no seamos capaces de reconocer y detallar un mínimo de medidas que piense desarrollar. Ello, sumado a que lo dicho previamente respecto a la legitimidad en votos propios, condimenta un panorama que necesita ser despejado, por el bien de todos. Pero sobretodo del nuevo gobierno que comienza el 1ro de marzo próximo.
Esto último, referido a la injerencia del Partido Comunista y el Pit-Cnt, que harán pesar lo suyo, buscando que sus postulados se vean reflejados en las acciones de gobierno.
Tensiones internas, sin las figuras históricas que pesaban y mucho, para mantener el orden.
Hasta acá, en tres palabras: una gran incógnita.
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