Frente a la hoja en blanco tuve dudas sobre la forma en que debía escribir esto. Después de muchas idas y vueltas me decidí por un diálogo más de los que tuvimos al principio, cuando recién te habías mudado con Lucía a la casa que comparten desde entonces; supongo que sería en 1986, o principios de 1987.
Quiero decirte algo, mirándote a los ojos, tan parecidos a los de tu madre, doña Lucy, que era todo un personaje salido de aquellas gestas del siglo XIX; fuerte, con un carácter decidido, bella en sus facciones tan particulares. Te voy a traer a la memoria aquella vez, cuando estábamos en Punta Carretas, y a los dos gurises, que después asesinaron en Chile, Ariel Arcos y Enrique Pagardoy, los habían metido en la celda de Arión Salazar, que la mantenía a oscuras, colocando una frazada en la ventana. Los dos botijas no podían más, se quejaron al C1, donde coordinábamos toda la actividad en la cárcel, y vos te ofreciste para compartir la celda con Arión, en el lugar de ellos. La vida de Arión había sido muy compleja y nunca supimos bien cuánto había de caída y cuánto de locura. Había sido clave para la fuga, y de no haber estado en aquella celda de la planta baja, muy difícilmente hubiese habido Abuso. Ese gesto te enaltece, muestra una parte muy importante de tu personalidad. Cosas de la vida que se pierden entre las historias triunfalistas que no suele recoger esos pequeños gestos con que se construyó aquella comunidad.
Por distintas razones he tenido que viajar seguido al exterior. En todos lados escucho a gente que sabe tres cosas sobre Uruguay: Maracaná, el accidente de los Andes y el Pepe Mujica, asociado al recuerdo de que hubo una guerrilla urbana en el Uruguay, y que los guerrilleros se hacían llamar “Tupamaros”. Escuché tu nombre en Estados Unidos, en boca de un taxista y en la recepción de un hotel en Buenos Aires, en un pueblito de pescadores de Galicia. Y me quedo corto. Casi que ahora te conocen más que a Gardel. Mérito tuyo, Pepe. Todavía recuerdo cuando llegaste por primera vez al Palacio, en la motoneta. El tipo no te quería dejar estacionar allí. Si se habrá reído después con su metida de pata. Más o menos como Lacalle padre cuando habló de tu casa comparándola con un cantegril; ese no se habrá reído, se estará cortando las venas con el último resultado electoral.
Pero hay algo que tiene que ver con esta larga crisis que empezó en la década del cincuenta y que los partidos políticos no han conseguido ni siquiera detectar. Los europeos, estadounidenses, canadiense, neozelandeses no se van de su país en la cantidad que se van nuestros jóvenes. Eso se arrastra desde comienzos de la década del sesenta cuando “o ganaba la UBD o todo seguía como estaba”. Esta larga crisis la generamos nosotros mismos, y nadie la va a resolver por los uruguayos. No ha habido forma de que hubiese un cambio en las expectativas de los uruguayos. Pero no un cambio parcial, un gran cambio de sentido, que remueva todo sin romper todo.
El pueblo uruguayo, por segunda vez te eligió para presidente, esta vez por interpósita persona, y todo el mundo sabe de tu pasado guerrillero. Esta elección la ganaste solo, pero también es la imagen de los tupas, que ha sobrevivido en alguna parte del corazón de los uruguayos. El Frente Amplio se movió casi por compromiso. Estuve en Uruguay hasta pocos días antes de la elección y lo noté en la calle. Uruguay no parecía Uruguay. Pero no es a vos a quien se le debe reprochar tanta tranquilidad. Vos apareciste en todos los medios, te vi en un estado calamitoso, dándole la bienvenida a Blanca Rodríguez. Puede haber sido una caída, pero la hiciste bien, la peleaste como si fuera tu última pelea. Yo conozco gente que ha tenido cáncer como el tuyo y no solo tienen una buena calidad de vida, sino que, incluso, conozca a más de uno que se salvó. Así que eso de la última batalla por ahora ni cerca.
La Coalición se tragó la curva. Lacalle se va con un alto nivel de aprobación, fueron los otros los que se quedaron esperando a vivir de esas rentas. No presentaron nada nuevo, nada que moviera el piso a los uruguayos, y eso fue lo que pasó cuando llegaste en la motoneta al Palacio Legislativo. Una amiga, hace poco, me pasaba ideas novedosas que a cualquier gobierno con ambición de hacer las cosas bien se le podrían haber ocurrido, casi con gasto cero. Hasta bromeaba con un Consejo de Ancianos, ya que hay ciudadanos/as destacados/as que bien podrían dar una mano al país que tan bien conocen y que, al no estar implicados en la continua lucha electoral, podrían ofrecerle un último servicio a su patria, podrían participar locos de la vida en una tercera cámara honoraria.
Pero no hubo ideas, ni nuevas ni desempolvadas. Nadie planteó una locura, como Tortorelli, y tampoco hubo una apuesta al largo plazo, Si se pudo nombrar a un consejo asesor para la pandemia, y funcionó ¿no se podría conseguir que la Universidad gratuita trabaje, como una asignatura permanente, y en distintos niveles, para aliviar algo a los más desprotegidos? Vos te quejaste, de que te habían dejado solo. ¿Alguna vez alguien te dejó solo en el MLN? ¿Verdad que no? Bueno, sí, hubo una vez que te dejaron solo.
¿Te acordás de lo que propusiste en el Platense? Curiel te lo agradeció aquella noche que cenamos en lo de Hebe Martínez Burlé, cuando te contó que su mujer, que es chilena, lloraba cuando vos le proponías al MLN que los viejos actuaran como si fuese el palito donde se juntara nuevamente la colmena. ¿Te acordás de la magia de aquella noche? En el Platense estábamos todos los derrotados, los que le habían entregado al MLN lo único que tenían: su juventud. Esa vez, los que compartían el palito contigo te dejaron solo. Aquellos compañeros derrotados que habían hecho milagros y que le gritaron al país que despertase, estaban todos en el Platense, escuchándote con sus corazones en la mano.
Una última cosa que te quiero decir, que tuvo que ver con el reencuentro de 1985: Cuando en Conventuales la prensa les preguntó si pensaban dejar las armas, el Ñato habló en nombre de todos y no dijo nada. Dio vueltas al asunto cuando todo el país estaba pendiente de la respuesta, y el Ñato, a quien yo tenía muchísimo afecto, y con el que habíamos vivido momentos dramáticos, se perdió la oportunidad de decir algo importante, escondió la leche, fue todo talenteo, sin tomar en cuenta lo que había cambiado el país después de casi trece años de dictadura, de una derrota como la que habíamos sufrido, y una crisis social que se arrastraba desde la década del cincuenta.
Aquel fue el momento del reencuentro y no se dio; tu apelación en el Platense fue una pieza poética de primer orden, pero también fue el canto de un ave solitaria, que en estas últimas elecciones tuvo su premio. Ahora tendrás que dejar hacer, que los tuyos aprendan a volar solos. Les tocará ganar y perder muchas veces, pero serán los tuyos, ahora sí se juegan tus sueños personales. Tendrán que vérselas con un panorama internacional complicado, y con relaciones ya armadas por vos, desde otro momento. Fue una lástima; aquello del palito en 1985, no debió ser sólo una imagen poética, sino la transformación de una guerrilla en una gran fuerza política para darle al país más de lo que le habíamos quitado.
La jornada del balotaje fue una verdadera obra de magia política de tu parte. Quiero adivinar que hasta la propia calma del país fue parte de tu obra, para que todos durmieran un poco, para que el vientre de Delgado se notara un poco más. Pediste disculpas cuando correspondió, y a pesar de que bajo cuerdas te acusaran de hacer pamento fue el libreto perfecto, en él pusiste toda tu energía, y te salió bien.
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