La defensa imposible por Cristina Morán
La conectividad con el mundo que nos permite la tecnología nos autoriza conocer “de primera mano” lo que sucede en cualquier rincón del planeta desde lo más dramático hasta lo no tan dramático. Esto lo digo porque cada vez es más difícil encontrar noticias con colores de paleta alta y cuando las hay no siempre son tenidas en cuenta, porque perdura aquello de que las buen noticias no venden, y quienes pensamos lo contrario corremos el riesgo de entrar en el mismo rubro de “no vender”. A todo esto hay que sumar el teléfono móvil, el amigo de todas las horas, el que nos mantiene informados, el que nos conduce al destino que le pedimos por calles, barrios y carreteras sin cometer errores, el que nos permite vincularnos con gente que jamás vimos ni escuchamos y seguramente siempre será así, el que tiene buenas cámaras fotográficas que nos da la posibilidad de registrar escenas, que son más que dramáticas, son trágicas. En los últimos meses vimos como un hombre afrodescendiente moría asfixiado bajo la presión de una llave hecha por un policía que pretendía arrestarlo. Pocos días más tarde otro ciudadano norteamericano, registró el momento en que también un policía descargaba su arma por la espalda a otro afrodescendiente y hace pocos días en la ciudad de Bogotá (capital de Colombia) un hombre perdía la vida víctima de la llave de un compatriota del cual lo diferenciaba apenas un uniforme y el uso desmedido de la fuerza. En las afueras del Punta Carretas Shopping una mujer resistiéndose a su arresto era llevada, como podían, por dos agentes del mismo sexo hasta que llegó en su ayuda un masculino también uniformado que tomó de una pierna a la mujer que así, suspendida en el aire era conducida, supongo, hasta un patrullero y ese fue el momento de la “defensa imposible” cuando un ciudadano encaró al agente y cachetazo va trompada viene, empujón aparece, pechazo responde, varón que interviene cortando enfrentamiento civil-autoridad y grabación que se termina. Las escenas (todas las mencionadas en el exterior y en nuestra ciudad) fueron captadas por teléfonos móviles. La intención de esta columnista (específicamente en el caso uruguayo) no es tomar partido por uno u otro de los involucrados sino haber visto la actitud de un hombre que sale en defensa de una mujer y que sin duda fue el instinto que lo llevó a obrar en un acto de apoyo a quien se encontraba en estado de indefensión. Esta no fue una “fake news” fue un hecho real que a mí me dio algo de oxígeno en tiempos en que un día sí y otro también sabemos de padres biológicos o padrastros o abuelos, o hermanos o desconocidos que abusan de menores de edad, los violan sin ningún remordimiento ya sea una nena o un varón. Hay hombres, como el ciudadano del shopping, que pueden reaccionar de esa manera en defensa de una mujer, sin medir las consecuencias y que lo convierten en un gentil caballero, condición caída en profundo desuso y difícil de recuperar. Pero no imposible. Hasta la próxima. Que seas feliz. Ahora y siempre.
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