1) Pocas dudas puede haber de que se trata realmente de un tema de “urgente consideración”. Ante un estado de confusión y problemas; descrédito y no generación de entusiasmo: ¿cuánto hace que en el movimiento popular no se debate un horizonte de largo plazo? Los problemas se suceden pero no se abordan, y tampoco se plantean perspectivas que superen el asistencialismo y la mera gestión de lo existente.
Las luchas inmediatas son imprescindibles. Por salario; contra la LUC; por el ecosistema; por los derechos humanos, etc. Pero ¿cómo se aprovechan y engarzan con un sentido de largo plazo? Antes, incluso: ¿por qué se impulsan ciertas consignas y movilizaciones y otras no? ¿Acaso se piensa ya, cómodamente, en las próximas elecciones?
Más allá de lo inmediato, en algunos documentos se señala el objetivo de “superar el sistema” e, incluso, en ocasiones se especifica “el capitalismo”. El problema es que luego se presentan propuestas que apenas trascienden las buenas intenciones. Encomiable; pero el sistema ha demostrado enorme solidez y, en su funcionamiento, gran capacidad para absorber, adaptar o esterilizar muchas propuestas.
2) Entonces: ¿qué es lo que aspiramos “superar”? Si no lo tenemos claro se cae en el “no se puede hacer nada”, o en un activismo de corto plazo y se deja “para después” debatir qué hacemos con el capitalismo; apenas se proponen objetivos para “domarlo” en sus aristas más chocantes.
Es imprescindible sistematizar en negro sobre blanco qué constituye lo básico del sistema; cuáles son sus variables clave y cómo estructura su hegemonía. Sin aprehenderlo es imposible disponer de una perspectiva ni tener orientaciones para las acciones a emprender. Dejemos de lado calificaciones (hipercapitalismo; neoliberal…) es capitalismo, y punto. Ya suficientemente estudiado en su constitución, evolución y modalidades contemporáneas.
Más aún: de lo que se trata es de establecer un “continuum” entre esas variables clave y las acciones del movimiento popular. Cómo se construye desde el hoy y paso a paso otra organización social, otra hegemonía. Pero esto no existe. Muchos declaran aspirar a otra sociedad, quizás un Socialismo, pero… “allá”; para las calendas griegas. Lo que hay es un abismo entre las propuestas inmediatas y una clara visión de cambio radical de la organización social. No es una abstracción; es cómo actuar desde lo cotidiano.
Sin estos dos elementos, la izquierda no es nada. Retomando a Elianne Brum: demasiados casos de tentaciones por mini poderes; por egos; por burocracia; sin autocrítica; sin responsabilizarse. Mucho menos, que el protagonista sea el pueblo, consciente y organizado.
Es extremadamente rica y fértil la experiencia de otros pueblos que intentaron desarrollar gobiernos de carácter popular e incluso en transición hacia otro sistema. Mucho deberíamos aprender de ellos. Pero no se estudian, ni académica ni políticamente.
3) La hipótesis de base para la necesidad de aprehender las claves del capitalismo es que el sistema no ofrece posibilidades de un futuro humano y en armonía con la naturaleza. Estas claves son lo más alejado que se pueda pensar de un largo recetario. Por el contrario; al sistematizar el capitalismo y su modalidad actual (imprescindible análisis del lugar desde donde se parte, lo que implica la evaluación de la propia izquierda) se llega a muy pocos elementos simples.
Sin pretender rediscutir ni replantear tradicionales categorías de análisis, en aras de la brevedad y sencillez, se sugieren tres grandes claves del capitalismo: A) las categorías mercantiles; B) la apelación a la libertad del individuo, y C) un entorno cultural funcional al sistema. Se deben considerar de manera estrechamente articuladas, e incluso las dos últimas podrían reunirse. Todo indica que son pilares vitales para el capitalismo; “no negociables”.
Es en torno a ellas que se debe elaborar una perspectiva de largo plazo; pautar reivindicaciones y movilizaciones a impulsar desde el hoy, y evaluar permanentemente el proceso; siempre colectivamente. Tal como se señaló en el 2º párrafo, acompañarán las imprescindibles luchas inmediatas; pero incluso en éstas se debe intentar aprovechar oportunidades para enfocarlas además con la perspectiva adoptada.
Cada una de las claves, en términos generales, definirá un área específica de actuación para el movimiento popular.
4) Contraponerse al pilar rigurosamente señalado como mercantil implica rechazar el proceso de mercantilización; es decir la progresiva sujeción de todas las actividades humanas[ii] al funcionamiento de las grandes empresas en “el mercado” y su búsqueda de ganancias. Desmitificar que sea el mejor asignador de los recursos, y eficiente. Defender e ir consolidando otras organizaciones sociales, frente al real funcionamiento capitalista, caótico y explotador.
Mercantilización que, en función de la ganancia, genera los enormes problemas ambientales que enfrentamos[iii]. Que convalida las decisiones tomadas por selectos grupos pero que afectan a la humanidad; que rechaza y minimiza las empresas estatales, las cooperativas y las “sin patrón”. Consolida y defiende una institucionalidad jurídica ad-hoc.
Debe educarse en la necesidad de ciertas formas de planificación democrática de las decisiones fundamentales. Al mismo tiempo, el progresivo conocimiento de los Procesos de Trabajo será el que posibilitará la subversión última de la jerarquización.
La derecha destaca como un valor fundamental la individualidad de los sujetos. Es pura ideología; pero su objetivo es claro: dejarlo indemne frente a las poderosas fuerzas objetivas del sistema que operan en todos los ámbitos. Éstas funcionan “como una máquina de moler colectividades; desdemocratizar; desagregar, e individualizar” (E. Brum, ob. cit.).
En un reciente trabajo y como contrapartida, David Harvey señala: “Marx sostiene que debe realizarse a la inversa: lo que debemos hacer es construir una situación colectiva que emancipe al individuo. Debemos partir de la colectividad”[iv].
Desde los tiempos remotos en que se constituyó, el ser humano logró defenderse y desarrollarse sobre la base de lo colectivo; el ser humano es social. Contemporáneamente, la derecha busca individualizarlo, destruyendo, controlando, los vastos ámbitos de socialización. En todos, la izquierda debe “construir situaciones colectivas”.
Por ejemplo, la escuela pública; los deportes; los barrios y tantos otros. A tales efectos, resulta fundamental aprovechar los excelentes aportes del trabajo de Amparo Menéndez Carrión[v].
Una de las áreas sociales que tiene un enorme potencial, pero ignorada por la izquierda, es la ciudad. Los temas del urbanismo no implican decisiones “individuales” en cuanto a vivienda; transporte; esparcimiento; derecho al sol, a la privacidad… es decir, la vida cotidiana. Están predeterminados por la estructura y desarrollo de la ciudad, su lógica, pautada también por lo mercantil, en especial la renta del suelo urbano.
La política cultural es mucho más amplia y compleja que la del necesario enfoque social de lo humano. Pero es inexistente; sólo individuos aislados, y en distintas áreas, persisten en su necesidad. Su vital importancia en la construcción de otras relaciones sociales exige que la izquierda profundice en sus aspectos y trabaje una articulación de criterios y acciones entre sus diversos componentes, de manera de lograr y potenciar procesos convergentes.
Uno de los últimos y buenos avances profundiza en el humor; el escándalo; las redes sociales. Disecciona ideas básicas que estructuran nuestro pensamiento como la familia; las jerarquías de sexo, la democracia y la libertad[vi].
Pero la reivindicada política cultural integral debería abordar muchos otros desafíos. Señalemos brevemente. Está en marcha y muy avanzada una campaña mundial por la homogeneización cultural del mundo. Su contenido puede expresarse como “muerte a la diversidad”. Los dibujos animados; los juguetes infantiles; el ocio; el cine para ensalzar un comportamiento “ideal”, y reescribir la historia. Los aparatos de las redes ¿sociales? y su impacto sobre la lectura: si leer es pensar, en ellos no se lee; se mira. Anulan la vida privada (Orwell al podio); concentran la difusión, y facilitan un control autoritario.
Además, esta globalización cultural va imponiendo su idioma. Por doquier, el inglés repta y domina (y sustituye términos en español). Recordemos a Franz Fanon[vii], quien explicaba que “cuando un pueblo pierde su cultura, lo primero que pierde es su idioma”. Critiquemos los criterios de éxito prevalecientes; defendamos de manera inclaudicable los derechos humanos.
La consigna debiera ser: defender la diversidad de los pueblos y sus culturas.
5) En definitiva, la izquierda debe construir progresivamente espacios de poder; hegemonía. Semillas de otra organización social. ¿En qué áreas prioritarias operar como “viejo topo”, para ir demoliendo sus claves?
Un proyecto creado por el pueblo; que lo motive y se comprometa a defenderlo. Un movimiento de izquierda no se construye con aumento de salarios y asistencia social. Se trata de mucho más que hablar de “otra política económica”.
Si no existen orientaciones claras y profundas estaremos condenados a repetir la historia.
[i] Elianne Brum En: El País Internacional. Madrid; 20/12/2018.
[ii] En especial las económicas, sobre las cuales hay una enorme carencia.
[iii] Tema acuciante y de absoluta prioridad. Mucho se habla; poco y nada se hace.
[iv] Razones para ser anticapitalista. CLACSO; tni. Bs. As. 2020; pág. 36.
[v] Memorias de ciudadanía. Tres Tomos. Ed. Fin de Siglo, 2015, Mvd..
[vi] La reacción. Derecha e incorrección política en Uruguay. Colectivo Entre. Ed. Estuario; 02/2020.
[vii] Los condenados de la tierra. FCE 1963.
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